CAPITULO 127

2.7K 158 0
                                    

· Mi madre asintió y volvió la vista hacia la imagen de su marido, aun profundamente dormido.
Victor: Voy a bajar a la cafetería, para comprar a mis chicas favoritas un café bien calentito. ─informó mi hermano ─¿Necesitan alguna otra cosa? POCHE, ¿Quieres algo de comer?
POCHE: No, gracias.
MARTHA: Pero no has desayunado ─inquirió seriamente mi madre.
POCHE: Aún no tengo hambre.
Me encogí de hombros despreocupada, pero a ella pareció no importarle en absoluto mi argumento
MARTHA: Tráele algo de desayunar ─sentenció observando a Victor, quien me miró esperando mi aprobación. No pude hacer más que sonreír resignada y darle el permiso, porque llevarle la contraria a mi madre, era más agotador que un pulso chino. Y al fin y al cabo, en esta ocasión tiene razón. Así que, mi hermano abandonó la habitación dejándonos solas, con mi padre aún dormido y en medio de un silencio sepulcral. Estaba dispuesta a continuar mi trabajo, creyendo que su vista estaba centrada en mi padre, cuando la escuché intervenir una vez más.
MARTHA: ¿Cómo llevas tu proyecto de prácticas? ─cuestionó, captando mi mirada. POCHE: Bien. ─respondí observando cómo se acercaba ─En cuanto vuelva a la ciudad, espero acabar con los últimos detalles para solicitar fecha y presentarlo.
MARTHA: Espero que tu padre ya se encuentre en casa para entonces. Si no, al hospital le va a tocar pagarnos un helicóptero de traslado, porque nada en el mundo va a impedir que tu familia esté presente ese día.
La miré sin decir una sola palabra, ni hacer un gesto, absolutamente sorprendida y ¿para qué negarlo?; desorientada ante su actitud. Siempre he estado a la defensiva con mi madre, siempre he tenido todos mis sentidos alerta, dispuesta a defenderme de cualquier comentario sarcástico que pudiera dirigirme. Y ahora, verla sonreír, mientras se muestra realmente interesada por mi vida, me resulta tan extraño, que ni siquiera sé cómo reaccionar. Por lo que opto por guardar silencio, corresponder la sonrisa y volver la vista a la pantalla del ordenador. Lo cierto, es que en las dos últimas semanas, su actitud conmigo ha cambiado considerablemente. Conmigo y con todos. Hemos conseguido pasar quince días bajo una harmonía sorprendente, sin discutir, sin llevarnos la contraria porque sí. Conviviendo entre estas cuatro paredes, como probablemente nunca hicimos en nuestra casa.
MARTHA: ¿Acudirá ella también? ─volvió a cuestionar, rompiendo el silencio y consiguiendo que toda mi atención recayera en ella.
POCHE: ¿A quién te refieres?
MARTHA: A la chica que le robó el corazón a mi hija.
Permanecí absolutamente perpleja ante su afirmación. Y guardé silencio, mientras ella se sentaba a mi lado, como si acabara de decir algo completamente normal. Pero mi mente, no era capaz de asimilar el hecho, no sólo de que acabara de hablar en femenino, como si eso nunca hubiera sido un problema para ella, además, me pregunto de dónde demonios sacó que existe alguien en mi corazón.
MARTHA: Yo sé que nunca he estado cerca, ni mucho menos, de ser una madre ejemplar, o aquella que tú deseabas tener. ─continuó al darse cuenta de que no pensaba abandonar mi silencio ─Soy consciente, de que durante toda tu vida, te he obligado a defenderte de mí. Como si no hubieras tenido suficiente con tener que defenderte del mundo ─sonrió con ironía ─Probablemente, eso no me lo perdonaré jamás. Porque de todos los errores que he cometido en mi vida, mi actitud hacía ti, ha sido el peor de todos. Pero aunque en ocasiones te cueste creerlo, tú estuviste nueve meses aquí ─señaló su vientre con una sonrisa ─Durante todo ese tiempo, el único mundo que conociste, fue mi vientre. Naciste de mí, POCHE. Te he visto crecer y pasar por todas las etapas que un ser humano debe pasar. Conozco absolutamente todas tus miradas. Sé distinguir cuando estás triste, preocupada, nerviosa, ilusionada o feliz... Y sé perfectamente, que aunque lleves dos semanas sin moverte de esta habitación más que para pasear a tu perro, cada segundo, tu mente ha estado en un lugar a muchos kilómetros de este hospital.

MARTHA: En ocasiones, permaneces pensativa y sin darte cuenta, tus ojos adquieren un brillo distinto, como si te estuvieran invadiendo ciertos recuerdos que te hacen sonreír interiormente. Esos cambios, en la mirada de un hijo, sólo una madre los conoce, aunque siempre hayas creído que estoy muy lejos de conocerte realmente. Quizás así sea. Quizás nunca me haya molestado en averiguar cómo te sientes en cada momento. Seguramente, el miedo de verte crecer tan distinta a mí, me haya obligado a poner una barrera entre ambas que no ha hecho otra cosa más que alejarte. Pero a pesar de eso, y aunque muchas veces te he visto "sufrir por amor" ─enfatizó las últimas palabras, haciendo un gesto de comillas con los dedos ─La verdad es que nunca has tenido en tu mirada, el brillo que tienes en esos momentos de los que te hablo. Estoy segura, de que sería la primera vez, que no tendrías que defender tus sentimientos frente a mí y frente a nadie, porque el simple hecho de sentirlo, te basta para ti misma.
Cada palabra de este repentino e inesperado discurso de mi madre, estaba consiguiendo crear una sensación en mi pecho bastante difícil de explicar. Por un lado, estoy completamente segura de que jamás me ha hablado de esta forma tan sincera, tan relajada. Nunca me había sentido comprendida frente a ella. Pero por otro lado, la nostalgia y tristeza en sus palabras, me hacían sentir culpable. No quiero que se sienta mal, al fin y al cabo, me acostumbré a vivir de esa forma y el pasado no se puede borrar. Lo único que podemos crear, es el presente, y de esta forma, modificar el futuro. No obstante, permanecí callada. Alguna parte de mí, sigue sin poder abrirse. No sé cómo hacerlo. Pero entonces, sentí su mano agarrar fuertemente la mía, obligándome a observar el gesto confundida durante unos segundos. Al ver que no desistía, ascendí la mirada y la encontré observándome, sonriendo, esperando pacientemente hasta que yo decidiera cuando hablar.
MARTHA Háblame de ella... ─pidió en un susurro. ─inténtalo.
POCHE: Es complicado ─hablé por fin.
MARTHA: ¿Ella es complicada? POCHE: No. La situación lo es. ─aclaré ─Pero con ella, todo es fácil. Es la mujer más especial que he conocido jamás. ─suspiré ─Pero no puedo hablar sobre ello. ─la tristeza en los ojos de mi madre me obligó a continuar ─No es por ti. Sólo que... es un tema del que no debo hablar.
MARTHA ¿Ella te quiere?
Volví a suspirar. Y esta vez, pude sentir un atisbo de tristeza invadir mis ojos, al no tener respuesta para esa pregunta.
POCHE: Ojalá lo supiera ─sonreí con ironía ─Sólo sé, que con ella todo es fácil. Todo fluye. Desde el primer momento ha sido así. Cualquier persona del mundo, podría opinar que una historia así, es dañina, que no puede llevar a ningún buen lugar. Antes, cuando dijiste que me habías visto en ocasiones, "sufrir por amor", recordé esa relación de hace años, en la que todo parecía destinado a salir perfecto, y sin embargo, nunca me llegué a sentir en paz. Siempre tenía una constante sensación de miedo, porque yo sabía que faltaba algo, no había seguridad. Una relación con muchos altibajos, en la que lo único seguro para mí, es que tarde o temprano, por cualquier motivo, iba a terminar. Con ella, aunque la situación sea una completa locura, aunque todo esté destinado al fracaso, tengo sensaciones que nunca antes había sentido.
MARTHA: ¿Cómo cuáles? ─insistió ─¿Qué te aporta esa chica?

REGRESA A MI.Where stories live. Discover now