015.

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He visto a mi padre en el patio por lo que comencé a acercarme, donde él al notar mi presencia ha sonreído para luego acariciar mi cabeza con cariño.

—¿Sucede algo? —le pregunté.

—Nada de lo que debas de preocuparte —dijo al momento en que sacaba sus cigarrillos, pero antes de llevarse uno a la boca los ha vuelto a guardar—. Debería de dejarlo...

—Eso te tomará mucho esfuerzo —le dije con una pequeña sonrisa—, pero por ese bebé lo valdrá.

—No lo hago solo por el bebé —me dijo mientras me miraba—, también lo hago por ti. He notado que te molesta el humo y no quiero causarte nada malo.

—Así que te has dado cuenta.

—Lamento percatarme de ello tan tarde.

—No hay problema, padre —le dije con una sonrisa para luego mirar el cielo estrellado—. Ya quiero que ese niño o niña que espera Kurenai nazca para mostrarle varias cosas. Aunque, le alejaré de Shikamaru para que así no se le peguen sus malas costumbres.

Mi padre ha soltado una carcajada al oírme.

—Shikamaru y tú sí que se han vuelto cercanos en estos tres años —dijo mientras me miraba fijamente—. ¿Hay algo que debería de saber?

—¿Exactamente qué quieres saber? —pregunté, aunque sabía exactamente a que se refería—. Nosotros solamente somos buenos amigos.

—Ya veo —sonrió al momento en que miraba el cielo—. Eso mismo he dicho con Nozomi y mira cómo hemos terminado; con una excelente kunoichi como hija.

Mis mejillas han comenzado a enrojecer al oírlo.

—¡Esto es totalmente distinto! —exclamé y él ha soltado otra carcajada.

—Bueno. Nosotros al final hemos terminado como buenos amigos —me dijo con una sonrisa para luego verme seriamente—. Si Shikamaru intenta algo contigo... dile que estaré esperando en casa con las cuchillas preparadas.

—¡Papá! —exclamé avergonzada a lo cual él ha vuelto a reír—. Demonios... deja de burlarte y mejor vete a visitar a Kurenai.

—Cierto. Olvidé mencionarte esto la última vez —dijo—. He pensado que Kurenai podría venir a vivir aquí, ya sabes, para que estemos más cerca del bebé. ¿Qué te parece?

—Me parece una idea genial —sonreí—. Kurenai ya es parte de la familia así que no tengo problema con ello.

Mi padre ha sonreído para luego decirme que iría a visitar a Kurenai para saber cómo se encontraba y darle la buena noticia.

Yo me quedé un momento mirando el cielo estrellado para luego ir a mi cuarto, donde me he lanzado a mi cama y comenzado a pensar en lo genial que sería vivir los tres juntos.

✧✧✧

Ayudaba a Kurenai a arreglar sus cosas para la mudanza y cuando me acerqué a la ventana he creído ver a mi padre mirándonos desde un techo.

Sin embargo, al abrir aquella ventana no lo he vuelto a ver y he creído que había sido solamente mi imaginación.

—Amapolas —dije mientras miraba aquellas flores rojas.

—Asuma me regaló unas semillas hace tiempo y desde entonces he comenzado a cuidar de ellas —me dijo Kurenai con un tono dulce mientras se acercaba—. Según lo que leí en un libro, las amapolas representan el consuelo y la esperanza.

—Vaya, no imaginaba a papá regalando semillas —dije soltando una pequeña risa para luego seguir viendo aquellas flores—. ¿Son difíciles de cuidar?

—No he tenido problema alguno —dijo con calma—. Espero que siga así.

—Son muy bonitas —sonreí y entonces recordé algo que debía de hacer—. ¡Oh, no! Olvidé que debía de ir con la quinta Hokage.

—Será mejor que te apresures, no querrás hacerla enfadar.

—He evitado completamente hacerla enfadar desde que Sakura me contó como noqueó a Naruto de un solo golpe —dije tragando en seco—. Luego seguiré ayudándote, Kurenai.

—Está bien —asintió al momento en que acariciaba suavemente mi cabeza—. Ve con cuidado.

—¡Sí!

Me despedí de ella para así dirigirme al despacho de la quinta Hokage rápidamente para no hacerla enfadar.

Corrí por unos minutos y cuando he llegado he podido ver claramente su expresión de inquietud, pero al verme se ha sorprendido.

—Llegaste en el momento adecuado —me dijo al momento en que colocaba una expresión seria—. Cambiaré tu misión de hoy.

—¿Qué ha sucedido?

—Akatsuki se ha infiltrado en el país del fuego —dijo seriamente—. Los demás ya se han adelantado para buscarlo y detenerlos. Deberás de ayudarlos.

Por un momento me he sorprendido, pero inmediatamente he colocado una expresión sería.

—Entendido —asentí para luego comenzar a salir de su despacho e ir en busca de los Akatsuki que se habían infiltrado.

Akatsuki, aquella organización que buscaba a los Biju y que una vez uno de sus integrantes intentó hacer que me uniera a ellos.

Me preguntaba si los Akatsuki que se habían infiltrado eran los mismos de hace tres años.

✧✧✧

Mi mente se había quedado en blanco por unos segundos al ver a mi padre en el suelo frente a esos Akatsuki, al cual a uno le faltaba la cabeza.

Sin embargo, he reaccionado rápidamente y he alejado al Akatsuki que se encontraba completamente bien con mi hielo; ocasionado que los demás se sorprendieran al verme.

Shikamaru, quien se encontraba en el suelo bastante exhausto me ha mirado con sorpresa, alivio e incluso preocupado.

—¡Kakuzu! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! —gritó la cabeza de su compañero y un escalofrío recorrió mi cuerpo al verlo todavía con vida—. ¿Cómo dejas que esa lindura te golpeé antes de que puedas unirme a mi cuerpo?

—Estás siendo molesto, Hidan —le dijo Kakuzu seriamente—. Lanzaré tu cabeza por ahí y te la arreglarás solo.

—¡Espera! ¡Espera! —exclamaba alterado—. Ayúdame a recuperar mi cuerpo, Kakuzu. Por favorcito, Kakuzu.

Ante aquello he encerrado el cuerpo de Hidan en un domo de hielo que solamente duraría unos minutos por lo que debería de apresurarme a derrotar al tal Kakuzu, que por alguna extraña razón su rostro se me hacía conocido.

—¿Uhm? Tu rostro se me hace conocido —dijo Kakuzu mientras me miraba fijamente, ignorando por completo los gritos de Hidan por recuperar su cuerpo—. ¿Acaso tu cabeza tiene algún precio?

—No entiendo de lo que me hablas —fruncí el entrecejo al momento en que realizaba un sello para luego comenzar a lanzarle varios picos de hielo, los cuales comenzó a esquivar con agilidad mientras que su compañero se quejaba de que estaba siendo demasiado brusco con su cabeza.

—Tus peleas y tus quejas parecen no acabar nunca. Al igual que tus ceremonias —le mencionó Kakuzu a su compañero al momento en que lanzaba su cabeza muy cerca de donde mi padre se encontraba—. Quédate ahí mientras me encargo de esto.

—¡Como si pudiera irme a otra parte! —exclamó alterado—. ¡Espero que le ganes a esa lindura para así poder recuperar mi cuerpo y terminar el ritual!

Kakuzu me miraba fijamente sin hacer o decir algo mientras que yo lo miraba con odio por lastimar a mi padre.

CLOUDS; Nara Shikamaru. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora