Tríada maldita

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A las 5:55 de la mañana el párroco, con fruncido ceño, frente en alto, y enérgico, erguido y decidido paso, salió de la casa cural, directo a la de Bernardo Mencino. Al no encontrarlo, se fue para la de su concubina más frecuente, la señorita Juliana Gonzaga, en donde, en efecto, lo encontró. Él sabía que aquella macabra jugarreta no podía tener un autor diferente. Una vez frente a él; quien lo recibió en franela y calzoncillos, además, con una burlona sonrisa, mientras le preguntaba por "El Patas" que lo había visitado en la noche; seria, elocuente y pausadamente, sin entrar en razones y sin hacerle caso a su malintencionada y burlona actitud, le dijo:

—Bernardo Mencino, por su imperdonable ofensa, por su pecado mortal contra Dios y su Iglesia, la inexorable maldición del poderoso tres, la tríada de la desgracia caerá sobre usted, sobre su círculo social hasta al menos su tercer nivel, y sobre toda su infeliz descendencia. Con letal y especial énfasis sobre los desventurados que lleguen a llevar su sangre, o que por cualquiera otra razón carguen el lastre de la demoníaca marca Mencino como primero o segundo apellido, o las dos cosas. Algo menos trágico, triste, dramático o acentuado, sobre aquellos descendientes suyos y, en especial, para tres de ellos, quienes, además de llevar su sangre, por alguna casualidad o capricho del destino, corran con la suerte de descargarse de tan fatal estigma como apellido... Tan solo uno de estos tres últimos —le enfatizó el sacerdote— será, precisamente, el llamado y escogido por Dios. Este tendrá, posible, más no seguro, el mérito para lavar la mancha de tan canalla afrenta. Pero, solo hasta cuando al menos transcurran treinta veces tres años, y en uno cuya suma de sus tres primeros dígitos sea tres, o múltiplo de tres; coincidente con su dígito final, que al restarle su anterior, vuelve al número inicial; y por la época para cuando a la humanidad la visite el destructivo e inexorable pulso celestial...

El padre Sarmiento, con gesto sereno, contrario al rescoldo que devoraba su interior, hizo una premeditada pausa para mirarlo fría, fija y directamente a los ojos, tras lo cual le asentó:

—Tal descendiente será un hijo bastardo... pero nacido bajo la tríada protectora del poderoso tres, una vez la infernal marca Mencino no tenga forma civil de proseguir infectando inocentes... si es que antes la sociedad en general, y en particular la liberal, no es, en su totalidad, corroída y devastada por aquel infecto mal, o abrasada por el ineludible rayo estelar, o por estas dos inevitables fatalidades al unísono.

Aquel 31 de marzo de 1923, Sábado Santo, le auguró el padre Sarmiento a Bernardo Mencino:

—El destino de, al menos sus inmediatas tres descendencias, así como el de los tres anillos de su entorno social y político, con grandes posibilidades de contagio nacional, a partir de este momento queda marcado, con independencia de los esfuerzos que lleguen a realizar para evitarlo o instar eludirlo, por tres grandes e inexorables vicisitudes.

El párroco, a quien ya le era casi imposible mantener la serenidad externa que hasta ese momento tuvo, dejó escapar un mohín entre inicua satisfacción y rabia represada. Se le fugó de su espíritu contrariado, instantes antes de continuar.

—Bernardo Mencino, tres grandes calamidades caerán sobre sus descendientes consanguíneos y entorno socio-político: fatalidad y maldad al unísono, el crimen y la inminencia de la muerte, caprichosa y demora, amarga y dolorosa, para algunos; tempranera, desgarradora e injustamente inesperada para otros; junto a una vida dura, difícil, ordinaria, vacía y complicada en lo económico y político, específica y atorrantemente plagada de pobreza y desigualdad, a pesar de tener tan cerca y derecho a la inmensa riqueza Mencino, cuyos títulos y disfrutes caerán de manera paulatina en manos usurpadoras. En especial los bienes inmuebles, así como los inherentes a recursos naturales. Timadores aquellos que los corromperán y destinarán al vicio y la ruina moral, con arteras implicaciones y repercusiones a gran escala para el país, el subcontinente y el mundo entero.

El frío del olvidoWhere stories live. Discover now