Precaria subsistencia

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Con la muerte del doctor Mancera el pleito entró en letargo. De la sentencia aquella nadie supo nada en Oroguaní, ni mucho menos los herederos querellantes. Los cultivos del cáñamo índico en La Guasimalera alcanzaron una tercera parte de su extensión. El dominio de la hacienda comenzó a disipársele a Armando de entre sus manos hacia las de sus oscuros socios llegados de la ciudad capital.

Por aquella época Gilda Mencino quedó embarazada, esa vez por parte de Federico Adonay. Sucedió el 15 noviembre de 1966, a las 10:57 de la noche, recordaría Gilda, siempre, ese premonitorio momento.

Las Mencino aún sobrevivían con el jornal que Alcira recibía en la panadería de don Paolo Romero; con lo del producto de la lavada de ropa, sobre todo en la casa de los Macanero; con algo de lo que dejaba el tenderete en la plaza los domingos; así como con los diez pesos que volvió a dar Olegario Perea para su Sapa, los que Olegario Arturo le recibía, el primer domingo de cada mes, allá, en el billar de la esquina nororiental de la plaza, diagonal al inconcluso templo. Federico siguió aportando, cada vez menos cantidad, para el pago del arriendo, y siempre muy en secreto.

Las finanzas de las Mencino, por demás precarias, estaban muy afectadas por los gastos propios del hogar y, más aún, por las erogaciones que implicaban las frecuentes llegadas de los familiares interesados en el avance del pleito hereditario. El cual continuó, pese a todo, ahora representados por un primo hermano materno de Alcira. Muchos años después se supo que él era, al tiempo, abogado de las dos partes.

Ante las dificultades económicas, Alcira decidió enviar a la ciudad capital a Eneida del Pilar, ya de diecisiete años, y muy bonita, esbelta, de ojos verdes; pero, desaplicada y muy poco y nada acomedida con los oficios domésticos; menos, con los productivos de la familia, es decir, la lavada de la ropa ajena. Decidió aprovechar la oferta, en ese sentido, hecha por su hermana Alondra (Gloria Patricia Gonzaga), en procura de ubicarle algún trabajo. Además, para evitar que aquella bonita joven fuera a repetir su historia, o la de Gilda, allá en Oroguaní.

De esa forma solo quedaron en el hogar: Alcira, Gilda, Ebert (el hijo menor de Alcira) y los dos hijos de Gilda; estos ya estudiaban en la escuela municipal. Maritza Alcira venía en camino. Nació el 18 de julio de 1967, marcando tres hechos significativos y decisivos en la vida futura de las Mencino.

El primero de estos tres eventos lo constituyó la muerte de Bermina, efectuada por un fulminante cáncer gástrico desarrollado, o por lo menos que se le manifestó con énfasis durante esos postreros años, tras la muerte de Bernardo y, específicamente, en los dos últimos; cuando Mencinos y Riveneiras, ante las demandas de los Sagrario y de algunos de los ilegítimos herederos, todos ahincados por Ester Julia y Armando, fueron acusados de confabulación para matar a Bernardo, así como de robar mil cabezas de ganado y otros semovientes y bienes que la propia Ester Julia se apresuró, en menos de veinte días después del asesinato, a sacar de La Guasimalera y volver a marcar en las fincas de su padre y hermanos; así como venderlos en San Vicente, El Guadual, Facanativá, Villetas y en otros pueblos cercanos a Oroguaní.

El segundo hecho que marcó el nacimiento de Maritza Alcira Mencino fue la demanda que Norfidia, esposa de Federico Adonay, le interpuso a Gilda para quitársela. Gilda la inscribió solo Mencino, como los dos mayores. De esa manera quería evitarse darles a sus hijos explicaciones complejas e incómodas, así como a las personas entrometidas en relación con la diferencia de apellidos. Así se lo justificó a Federico cuando él le manifestó, al momento del parto:

—Gilda, voy a reconocer a mi hija... ella llevará mi apellido, como debe ser.

—Federico —le respondió Gilda—, mis tres hijos, lo decidí, llevarán, todos, el mismo apellido: el Mencino.

El frío del olvidoKde žijí příběhy. Začni objevovat