Valentino Mencino

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Lo primero que concluyó y sacó en limpio Olegario Arturo, de todo lo narrado por su madre, y ayudado por el Excel, fue una especie de árbol genealógico por línea materna. Ubicó en una hoja de cálculo, en la primera columna de descendencia, el nombre de su bisabuelo Bernardo Mencino, así como el de las siete mujeres con quienes él engendró dieciocho hijos; o al menos los que recordaba, o de los que Gilda tenía alguna noción. Con Tránsito Arellano, su esposa legítima y bisabuela de Olegario Arturo, Bernardo tuvo tres hijas: Alcira, Oliva, quien murió de un año, y Laura Marcía. Alcira fue la primogénita del matrimonio, quien, junto con el último de los hijos de Bernardo, Armando, fueron los únicos a quienes su padre les compartió de forma voluntaria su apellido y marca: ¡el Mencino!

Armando era hijo de Ester Julia Sagrario, postrera concubina y presunta, jurídicamente nunca comprobado, victimaria intelectual de Bernardo.

Bernardo nunca quiso reconocer a Laura Marcía y, desde luego, le negó su apellido. ¿La razón? Porque Ederminia Sanmiguel, otra de sus concubinas, le dijo que aquella no era hija suya, sino de un trabajador de La Guasimalera, a quien Tránsito atendió en respuesta frontal y artera a los abiertos, indiscriminados y descarados deslices y aventuras de su marido. Laura Marcía, una vez fue inhumado el cuerpo de Bernardo, se auto colocó el apellido Mencino.

—Impediré, a toda costa —manifestó víctima de la avaricia—, que nuestra inmensa herencia paterna vaya por completo a mi hermana Alcira y a mi medio hermano Armando.

Según sus inflados y fantásticos cálculos, por referentes pasados, la herencia que dejaba Bernardo era cuantiosa, casi incalculable. Como lo creía la mayoría, quienes desconocían la historia aciaga de aquel triste patriarca durante el último tercio de su amarga vida.

—Soy tan legítima y legal heredera como ustedes dos —le alegaba y le enrostraba a su hermana mayor, recriminándole con altanería cada vez que podía.

Con ese argumento llegó a Oroguaní, con abogado, altiva, desde muy lejos, al siguiente día del entierro de Bernardo. De inmediato se dirigió al juzgado promiscuo municipal en donde entabló sendos, tortuosos, pero, en particular, interminables, manoseados e infructuosos litigios.

Durante el relato que sobre los Mencino le hizo a su hijo, Gilda evocó vagamente lo relacionado con su bisabuelo Valentino. Lo que sí recordó con precisión fue haberle escuchado decir a su tía y madrina Bermina Mencino, "Mamá Mina", como se acostumbró a decirle:

—Mi padre Valentino Mencino nació en 1863, en plena república liberal, teórica y tenuemente basada en la soberanía popular como fuente secular del poder e instada para que se solidificara con la promulgación de la gran constitución de Lago Negro —Gilda poco entendía lo que eso significaba, pero esas palabras le quedaron por siempre en su memoria.

Cien años después del nacimiento de Valentino, por coincidencia, tanto en día como en mes, fue asesinado Bernardo, su amado y malcriado hijo menor, y a quien llamaba, con marcada sobreprotección, El Cuba.

Varias historias, como esta, sobre la república liberal, Gilda le oyó con fascinación infantil a Bermina, la media hermana mayor de su abuelo Bernardo, y también madrina y tía de Alcira. Por esa misma fuente Gilda supo que Valentino nunca se casó. Que con su primera mujer: Zoila Abigail, una maestra de escuela, quien murió a los treinta y tres años, cuando su hija Bermina cumplió los trece, Valentino tuvo, después de Bermina, otro hijo varón de nombre Isaac. Asimismo, que cinco años después de morir Abigail, con Petronila Tosán engendró a su tercera hija:

—A Saray, y, dos años más tarde, al Cuba —precisó Gilda y puso en su boca las palabras de Bermina, recordando la forma particular como esta lo decía—: «Pero, como quiera que Petronila era una mujer "alegre", despreocupada e irresponsable, papá Valentino no quiso que Petronila se lo criara. Por esa razón se lo quitó y me lo entregó, para que, al ser su hija mayor, la "mujer" de la casa, me encargara de él».

El frío del olvidoWhere stories live. Discover now