CAPITULO 75

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"Y si la noche esta en llamas, cubriré mis ojos

Porque si la oscuridad regresa, mis hermanos morirán

Y mientras el cielo se cae, derrumbándose sobre esta solitaria ciudad

Y con esa sombra sobre el suelo, escucho a mi gente gritar:

¡Veo fuego!

Una ciudad ardiendo

¡Veo fuego!

Dejando almas vacías

¡Veo fuego!

Sangre en la briza..."*

Un poco más recuperada Miriel pudo ver a varios de los rohirrim acabando con lo que había quedado de aquel grupo de orcos, pero también pudo ver que aquello le había costado la vida a dos jinetes de Rohan, era tan doloroso de ver que Miriel retiro la mirada lamentándose por ellos. Déor se acercó hasta ella aliviado de verla de pie y bien.

-¿Se encuentra bien?- le pregunto Déor acercándose a ella, Miriel asintió agradeciéndole por su preocupación.

-Estas sangrando- le dijo cuándo noto la herida en su brazo e inspeccionando la misma asegurándose de que no fuera muy grave.

-Mi lady debemos seguir avanzando- dijo él restándole importancia a su herida.

Continuaron el camino al palacio junto con el grupo que dirigía el capitán Cirion, esta vez a pie se encontraban mucho más expuestos a todos los peligros que acechaban ahí, a cada paso se encontraban con una amenaza diferente viniendo hacía ellos, y el calor de los incendios era sofocante. Miriel seguía de cerca a los dos guardias que hasta ese momento la habían mantenido a salvo, todo ahí era un infierno que saturaba cada uno de sus sentidos, Miriel no resistía tener que pasar junto a los cuerpos sin vida que se encontraban tendidos en medio del camino como si no fueran nada cada uno de ellos le dolía en el alma, aquello era tan detestable que le hacía hervir la sangre. Fue entonces cuando se encontraron frente a ellos con un grupo de personas que gritaban desesperados por ayuda en la planta alta de una vivienda en llamas.

-Es una familia, tenemos que ayudarlos- dijo Miriel, viendo como el fuego consumía rápidamente el lugar y e intento correr hasta ahí pero fue detenida por Idun quien al parecer había notado algo que ella no pues segundos después escucharon un fuerte crujido para que luego en cuestión de segundos el edificio se derrumbara frente a ellos. Miriel se quedó inmóvil frente a los escombros sin recuperarse de la impresión de lo que acababa de ver. Tirando de ella la obligaron a continuar, ya estaban muy cerca de las puertas del palacio y el rugido de la batalla que ahí se daba los alerto de que se encontraban realmente cerca.

-Esperemos que Edain hayan logrado llegar con la caballería por el otro lado- dijo el capitán Cirion

-¡Capitan!- grito uno de los soldados que corría despavorido hasta él- hay un grupo de Uruk-hai detrás de nosotros, nos pisan los talones.

Miriel pudo ver el horror en el rostro del capitán al escuchar tan malas noticias.

-¿Qué tan cerca?- pregunto el capitán Cirion.

-Llegaran aquí en un par de minutos, no son muy numerosos pero avanzan desbocados.

-Los retendremos lo más que podremos- le hablo a sus hombres, para luego dirigirse a Miriel- Váyase Mi lady, trate de llegar al castillo, estará a salvo ahí- Miriel se preparaba para protestar pero Cirion hablo antes que ella- Por favor hágalo... Déor e Idun irán con usted.

Miriel negaba con la cabeza sin poder decir una palabra, sus ojos abiertos y cristalizados veían a los hombres frente a ella y se sintió débil por no ser capaz de verlos morir, pero es que no lo entendía, no podía entender lo que pasaba, todo era tan repentino y atroz. Déor tiraba de Miriel obligándola a caminar, insistiendo que se dieran prisa para alejarse de ahí, se escabulleron sigilosamente por las desoladas calles hasta que al fin llegaron a la explanada frente a las puertas del palacio, convertida en un campo de batalla, donde se daba una brutal y salvaje lucha entre hombres y orcos, era aún más caótico y despiadado que lo que habían visto en la ciudad, los rugidos el sonido de las espadas chocando y las flechas volando era aterrador, y entonces en medio de todo ese caos pudo ver a sus amigos peleando con fuerza y sin descanso pues el enemigo era numeroso, más de lo que cualquiera pudo haber imaginado, Miriel busco con la mirada desesperada hasta que al fin pudo ver a Legolas, que lanzaba flecha tras flecha derribando orcos, el corazón de Miriel casi se detiene cuando un orco se acercó demasiado como para que Legolas lo golpeara con el arco partiéndolo a la mitad, dejo caer los pedazos al suelo y llevo sus manos a la espalda sacando dos dagas justo a tiempo para recibir otro par de orcos que trataron de embestirlo.

Born to Die (Terminada)Where stories live. Discover now