CAPITULO 96: Forever and aver and ever, the end

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Miriel inspiro profundamente llenándose los pulmones con la cálida y agradable brisa salda. Abrió los ojos despacio como si temiera despertar de un sueño maravilloso, y es que ahí estaba frente a ella por primera vez en su vida, el océano. Se extendía mucho más allá de lo que alcanzaba a ver y los últimos rayos del atardecer bailaban sobre el agua que se mecía suavemente. Una sonrisa se dibujo en su rostro cuando sintió como el agua había llegado hasta sus pies causando un cosquilleo.

-¿Qué te parece?- Miriel escucho la voz de su esposo que ahora se encontraba junto a ella.

-Es fascinante- contesto ella dedicándole una brillante sonrisa- podría quedarme aquí por horas solo contando las olas- Legolas sonrió de vuelta, su mirada se iluminaba al verla tan feliz.

-Caminemos- le pidió.

Pasearon por la orilla disfrutando del agua y la vista, con el cielo tan azul como no lo habían visto en mucho tiempo y aquellas marcas extrañas eran casi imperceptibles. Miriel aun no podía creer lo maravillosas que habían sido esas semanas. Pasaba el día conversando con Rosie, acompañándola al mercado, jugando con los pequeños niños que correteaban por todo el lugar, y cuando conoció a Merry y Pippin quedaron absolutamente encantados con ella y estuvieron más que felices de mostrarle todo el lugar. Con todo ese ajetreo y diversión casi olvidaba que Legolas y ella aun no tenían idea de que harían a continuación, y cada vez que preguntaba Legolas contestaba con vaguedad. Se había comportado muy extraño todo ese tiempo, hasta este día en que la había llevado a esa playa. Era una bahía solitaria y pacífica oculta entre terreno montañoso y un bosque denso bastante inaccesible. Completamente desértica pensó Miriel o al menos hasta que estaban por llegar al final de la misma. Ahí pudo ver una pequeña cabaña de madera gris rodeada por una pequeña cerca.

-¿Quién vive aquí?- preguntó Miriel algo extrañada poco antes de llegar hasta la cabaña.

-Nosotros- contestó Legolas con una sonrisa, mientras tomaba la mano de Miriel entrelazando delicadamente sus dedos y dándole un ligero apretón, se miraron uno al otro con los ojos tan llenos de amor que brillaban como si tuvieran las estrellas del cielo en ellos.

Todo se sentía tan irreal y tranquilo como un sueño, el más maravilloso de todos, se sentía como si toda la oscuridad y sombras que los habían envuelto y arrastrado se desvanecieran como humo, y ahora con el horizonte despejado lo único que había frente a ellos era esa pequeña cabaña de madera.

***

Y así, hicieron de esa solitaria costa su hogar. Pasaban los días tranquilos sin nada más que la compañía del otro mientras hacían las actividades más mundanas, de vez en cuando visitaban la comarca y se reunían con sus amigos para tomar el té o cenar. Conversaban y reían sobre nada recostados cerca de las olas mientras el verano se enfriaba, era hermoso, la manera en que la calma de una vida normal se asentaba en ellos. Nadie más salvó Sam conocía el lugar donde se escondían, y había jurado no decírselo nunca a nadie más. Aun que no es que fuera del interés de muchos, para la mayoría no eran más que un par de campesinos cualquiera. Ahí no eran el hijo ni la hija de nadie, sin nombre, por primera vez en su vida eran completamente libres. Ahora el único recuerdo del mundo que habían abandonado era una sombra en el cielo al este, y los entristecía pensar en aquellos que habían dejado atrás pero les gustaba pensar que de esta manera todos estaban mejor.

El verano y el otoño pasaron en un parpadeo y todo era de lo más tranquilo y feliz, incluso cuando parecía que se precipitaba un crudo invierno. Diciembre llego y la comarca casi ni se inmuto pues no se trataba más que de un gentil frio que no amenazaba en lo absoluto sus cosechas. Sin embargo ocasionalmente llegaban rumores de tierras lejanas al este donde un despiadado invierno como no se había visto en mil años causaba estragos.

Born to Die (Terminada)Where stories live. Discover now