Una vez que salieron de la tienda con el nuevo vestido de Victoria, él insistió en llevarla hasta su casa, haciéndole nota que el viento era cada vez más violento y que de seguro la tormenta la alcanzaría en el camino. Ella accedió, no deseaba que su vestido se arruinara.

Cuando llegaron a la lujosa mansión, Victoria lo invitó a tomar té a modo de agradecimiento. Tadeus aceptó gustoso, estaba decidido a cortejar a la joven y hacerlo de público conocimiento. En cuanto descendieron del carruaje, una fuerte lluvia los atrapó, obligando a ambos jóvenes a correr hasta el interior de la casa. Rieron al verse empapados y desaliñados como consecuencia de la tempestad que se había desatado.

Al escuchar las risas, el padre de Victoria no tardó en hacerse presente en la entrada. Cuando llegó, el joven estaba colgando su tapado para que se secara. Victoria le sonreía con un brillo especial en sus ojos.

—Oswald Jansen —se presentó el padre de Victoria.

—Sir Tadeus Virtanen —le correspondió el joven.

Ambos caballeros se retiraron a la sala, mientras Victoria fue a cambiarse el vestido empapado. Su madre no tardó en alcanzarla en la habitación para indagar acerca del caballero que acababa de conocer.

—¡Es guapo! —exclamaba Anne Jansen.

—¿Lo es? —simulaba no haber notado los atributos masculinos de Tadeus.

—¡Claro que sí! —su madre mostraba un gran entusiasmo.

—Sí, lo es. ¿Crees que mi padre notó mi interés? —preguntó con angustia y cierto temor.

—No debes temerle, hija. Él no es el enemigo —contestó entre risas, acercándose a su hija.

Victoria se arregló, colocándose su nuevo vestido para impresionar a Tadeus, él había demostrado interés y la había cortejado, inclusive. Una vez que estuvo lista, se reunió a beber un té bien caliente, como el clima ameritaba. Tadeus no tardó en sentirse cómodo junto a la familia Jansen. Victoria y él eran la combinación perfecta.

Cada tanto, los jóvenes intercambiaban miradas cómplices y sonreían al hacerlo. Luego de aquel hermoso encuentro familiar, y de la aprobación por parte del señor Oswald Jansen, el joven se retiró a la posada donde se alojaba.

—Me parece un excelente caballero —refirió Oswald Jansen—. Tiene mi aprobación.

—Pero debes esperar un tiempo para contarle lo que somos en realidad —se adelantó a decir Anne Jansen.

—De acuerdo —Victoria sonreía, estaba feliz por la aprobación de sus padres.

Y así, los días fríos terminaron dando paso al canto de los pájaros y las flores con fulgurosos colores que adornaban la ciudad. Los jóvenes estaban cada vez más enamorados, el romance florecía con cada día y los envolvía mágicamente en un bello halo de pasión.

Pese a que Tadeus sabía que no podía hacer oficial aquel compromiso con su padre, estaba dispuesto a desposar a la joven que amaba con locura.

Llegó el día en que Tadeus le ofrecería matrimonio a la joven. Ensayó por semanas, restándole importancia a su doctorado y a las obligaciones que tenía con su padre. En cuanto Victoria entró a la habitación donde él se hospedaba, los nervios se apoderaron de él. Trató de evadir el momento por el cual había estado esperando hasta que llegó a la conclusión de que no podía postergarlo más, no iba a permitir que la ocasión se le escapara de las manos.

Se arrodilló ignorando el nerviosismo inicial y tomó la mano de Victoria, sonriendo al encontrarse con sus ojos. Ella le correspondió del mismo modo, imaginando lo que vendría a continuación.

Alissa ✔️Where stories live. Discover now