13. JOEL y la escalera oscura.

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—¿Eres religioso?

—Sí, papá.

—¿Me la quieres chupar Daniel?

"Dilo, dilo. Joder, Joel. Chúpasela a este viejo o todo se irá al carajo".

—Sí, papá.

El hombre tiró de su cruz hacia abajo y él se arrodilló.

Sacó la lengua como lo hacía para comulgar.

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Con un café delante las penas son menos penas, eso siempre decía su madre.

Pero Joel tenía frente a él una taza de café con leche y seguía notando sus amarguras meciéndose en su interior, paseando al ritmo de una marcha de semana santa. Casi le parecía escuchar el son de esa procesión acompañada de tambores y cornetas.

Joel ya no era quién solía ser, de eso estaba seguro, y ya no sabía quién era.

Llevaba varias semanas pisando los pasos que un cadáver había dado, follando con quien follaba, hablando con quien hablaba, comiendo donde comía... Y él, echaba el vuelo de su reciente libertad en aquel perpetuo funeral.

Sentía que conocía a ese pobre chico al que nunca había conocido, y le amaba.

Por Dios que sentía un cariño real y sincero hacia su recuerdo oyendo hablar a las personas que sí eran sus amigos de como, sin lugar a dudas, Sky era demasiado bueno y tonto para este mundo cruel.

Y por primera vez en su vida, y a pesar de ser el triste sucedáneo de un fantasma... viviendo tras su sombra, Joel se sentía libre.

Ya nunca se preocupaba de fingir ser algo que no era, aunque no supiera exactamente en qué se había convertido.

¿Qué era él? Sol decía que un psicópata, él no estaba seguro. En su completa indiferencia hacia los demás nunca había sentido el impulso de hacer daño a nadie, ¿No era eso lo que hacían los psicópatas?

Lo que sí sabía era que poquito a poco, pasito a pasito iba bajando una escalera oscura que ya no sabía como subir... de modo que la seguía bajando, dispuesto a que le llevase donde le llevara. Y si perdía pie en el siguiente escalón, y si se precipitaba a la muerte... pues se moría y santas pascuas.

"Ya ves tú el drama".

¿Iría al infierno? Posiblemente. No era tarea suya juzgar si tenía cabida en las tierras del Señor.

El libro del Apocalipsis bien lo decía "Nada manchado entrará en ellas".

Y él estaba manchado, completamente embadurnado de pecado. 

Pero Dios comprendería el motivo.

Cuando Joel muriese miraría a San Pedro a la cara, y le diría con voz firme que no se arrepentía de nada, que estaba dispuesto a pagar por cada una de sus penas en el purgatorio hasta limpiar su ser imperecedero de todo mal, que asumiría el castigo impuesto para obtener la redención. Y la Trinidad sabría que él creía y servía a Dios aunque hubiese regalado a trocitos su cuerpo y su alma para hacer cumplir la ley del Talión.

IF IT HADN'T BEEN FOR LOVEWhere stories live. Discover now