Capítulo 3.

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No sabía ni el porque de mi furia, simplemente algo dentro de mi reaccionaba así. Aun así con los gritos de mis padres, fui hacia aquella mesa de donde provenía esa risa y me paré enfrenté de ellos.

Míriam, estaba nerviosa y eso podía verlo en su mirada, aquél tipo me miraba con el ceño fruncido y sin entender nada de lo que aquí pasaba.

-Buenas tardes. - fui el primero en hablar, mientras mis manos seguían cerradas en puños a cada lado de mi cuerpo.

-¿Qué haces aquí? - pregunto aquella dulce voz que tanto me gustaba escuchar.

-Nada, vine a comer con mis padres. -los señale y ella empezó a ponerse más nerviosa.

Ella nunca los habia conocido, sabía bien quienes eran pues obviamente son muy reconocidos por todo el mundo. Pero nunca había tenido el valor suficiente de presentarlos.

-Vaya, que bien. Aprovecha con ellos y luego nos veremos. -bajo su mirada y comenzó a jugar con la servilleta que tenía entre las piernas.

Se veía muy hermosa, llevaba un vestido corto de color rojo. Su cabello color castaño lo llevaba peinado en ondas ligeras y maquillada de una manera muy suave, luciendo aquellos ojos miel que ella tenía. A mis ojos era demasiado perfecta.

-¿Quién es este? ¿Por qué no se va? - su acompañante lo dijo con fastidio y mirándome ya harto.

La furia comenzó a subir de nuevo y trate de tranquilizarme.

-Alguien que a ti no te importa. - este se levantó de un salto de su silla y se me plantó enfrente.

-No me importas en absoluto, solo que estas arruinando la cita que estoy teniendo. - este que se creía con venir a hablarme así.

-Cuanto lo siento, de verdad. -me reí pues obviamente lo decía con sarcasmo.

De un momento a otro aquél imbécil me empujó haciendo que por minutos perdiera la estabilidad que tenía.

-No estoy para sarcasmos y mucho menos para soportar a idiotas como tu, así que haz el favor de largarte de nuestra mesa. - que conste que yo no había comenzado con aquella pelea y el que me estaba provocando era él. Me volvió a empujar y mire a Míriam, ella estaba preocupada por aquél espectáculo.

Ni siquiera volteaba a mirar a mis padres, con ese último empujón que me dio. Mi paciencia cayó por los suelos. Lo tome por las solapas de si camisa y me lo acerque lo suficiente. Estábamos haciendo una gran escena.

-Es la última vez que me empujas y me hablas con esa altanería, ¿entendiste? - mi voz sonaba amenazante.

-¿O si no que me vas hacer? -pregunto con una risa burlona y ya harto de su actitud.

-Nada, no te haré nada. -lo deje y cuando se estaba acomodando la camisa, cerré mi mano en puño y le di un golpe fuerte en la cara.

Ya me había cansado, mi mandíbula estaba muy tensa y cuando finalice con eso, la miré y ella negó con la cabeza.

-¿Qué te pasa, imbécil? - pregunto limpiandose la sangre que le habia sacado de la nariz. Estaba a punto de abalanzarse hacia mi, pero esa dulce voz nos detuvo.

-¡Ya fue suficiente! - alzó la voz y se puso de pie tomando sus cosas. - Deja de ser tan prepotente, ahora entendía porque no salía con hombres como tu. - señalo a su acompañante y se puso a un lado de mi. -¡y tú!, no tienes porque estar peleando por cualquier tontería. -estaba enojada, podía notarlo en como sus mejillas se sonrojaban. Mi familia se puso de pie y se colocó detrás de mi.

-Ya no hagas nada, hijo. Tranquilo. -mi madre me tomó del brazo y trato de tranquilizarme.

-Cuando dejen de comportarse como unos niños que resuelven los problemas a golpes, me avisan. -camino hacia la salida y de pronto se detuvo. -Bueno, tú, ni me busques. -lo señalo a él y yo quise sonreír.

Salió con aquellas últimas palabras. Aquél tipo me miro con odio y se sentó para pedir la cuenta. No me importaba quedar en ridículo, pero este tipo con prepotencia no sabía con quien se metía.

-Ve con ella, hijo. No dejes que se vaya sola. -mi padre me tocó el hombro y me miro serio. -Ya hablaremos después tu y yo. -asenti arrepentido. Tome mi saco y fui hacia la salida. Esperaba encontrarla.

-Christian, me recuerda tanto a ti. - miré como mi hijo salía por aquella puerta y negué con la cabeza. - Mi hijo parece estar enamorado de aquella muchacha.

-Esta enamorado y celoso. Pero los problemas y celos no se resuelven así. - me abrazo de los hombros y me recargue en el.

-Lo que hace el amor. -Clara rodo los ojos y ambos reímos.

-Ya llegará la persona indicada para ti, cielo. -acaricie su mejilla.

-Míriam, espera. - grite y ella dejó de caminar para quedarse ahí.

- ¿Qué quieres?- por su respuesta parecía estar enojada.

-Siento mucho todo aquello. -la miré arrepentido y tome sus manos. Mientras que aquella brisa del viento, hacia que su cabello se despeinara.

-No lo sientas, mejor dime porque lo hiciste. - fruncio su ceño y quito sus manos de las mías.

-Yo... -el motivo no salía de mi y realmente estaba muy confundido. Ni yo entendía porque lo había hecho.

-Si, siempre igual. Cuando tengas la respuesta del porque lo hiciste, me buscas. - dio media vuelta y siguió caminando.

No queria que se fuera de esa forma, muy dentro de mi sabía porque lo había hecho, pero me daba mucho miedo lastimarla.

-De acuerdo. - grite y ella se detuvo. No giro para mirarme y yo cerré los ojos para volver a hablar. -Estaba celoso, ¿de acuerdo?- mi voz fue bajando su tono. Sus tacones se escucharon y se acercó lo suficiente a mi para poder sentir su aroma, para poder olerla.

-¿Por qué lo estarías? - su cercanía me estaba poniendo nervioso. -Yo que sepa, no somos nada y tu no sientes nada por mi. - con aquellas últimas palabras se alejó de mi y yo al mi sentirla de inmediato abri los ojos.

Yo realmente no sabía que decirle o que responder, sabía que tenía razón pero algo me decía mi corazón que no la dejará ir.

-No te vayas. -tome su mano y nuestras miradas se cruzaron. Ella negó, queriendo zafarse de mi y yo me negaba a dejarla ir.

-Sueltame, por favor. -suplico en un susurro. Un asomo de lágrimas ví por sus ojos y no pude resistirme. La jale hacia mi, dejando que nuestros cuerpos estuvieran pegados el uno con el otro, nuestros corazones se sincronizaron.

-Me haces perder la cabeza, me vuelves loco, te lo juro. - le acaricie la mejilla y ella cerro los ojos al tacto.

Acerque mis labios a los de ella y justo cuando estaba por besarla, ella se separó de mi. Eso me dolió. Mis brazos quedaron laxos a cada lado de mi cuerpo.

-No puedo, lo siento. - se alejó intentando correr y se subió a un taxi para así perderla entre la multitud.

-No puedo perderla. - negué y entre de nuevo al restaurante, encontrandome con mi familia.

Llegada ya la noche, los pensamientos me invadieron y de algo estaba muy seguro.

Aquella mujer que tanto me amaba, no podía perderla. No podía ser un cobarde y dejarla ir. Tenía que ser un verdadero hombre.

Me puse una chaqueta, tome las llaves de mi carro y fui a buscarla.

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¡Hola! De nuevo yo, la inspiración ha Estado fluyendo y me encanta. Gracias por las personas que leen mi historia, no saben cuanto las amo y las aprecio.

Así que no quise fallarles y aquí tienen un capítulo nuevo.
En Instagram deje saber quiénes eran los personajes, espero les guste y si tienen alguna otra sugerencia en cuestión de chicas o chicos, háganlo saber pues siempre me encanta leerlas.

Un beso.
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