CAPITULO 2

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Mí misma, no eres precisamente de las que vaya por la vida preocupándose por lo que dicen los demás. Así que, deja de mirarte en el espejo y muévete, porque si llegas tarde, en lo último que se van a fijar es en tu ropa. Estás perfecta, no vas a ir al matadero y todo va a salir bien. Ya lo verás. Después de estas lecciones de auto-ánimo, continúo terminando de prepararme, mientras mi pequeño "PUG", completamente CAFÉ (el más guapo del mundo), me persigue por toda la casa. En apenas unos minutos, con todo listo, consigo llegar a la puerta de la entrada, asegurándome con un rápido recuento, de tener conmigo lo necesario; mis documentos, mi bolso... Otro ladrido me sobresalta y rápidamente miro hacia la dirección que intenta guiarme... ¡¡Las llaves!! POCHE: ¿Qué sería de mí sin ti? ─lo acaricio con efusividad, mientras lame mi cara, contento. ─Deséame suerte ─le pido recibiendo un sonoro "Guau" por su parte.
Sonrío y le doy un pequeño beso de despedida. Abandonando seguida y definitivamente el departamento, para dirigirme esta vez sí, hacia mi destino. Conduzco el coche a una velocidad moderada que no me permita ser impuntual, y gracias al Universo, no encuentro demasiados semáforos ni obstáculos en el camino. Pero lo cierto, es que el centro al que me dirijo, está en un lugar algo alejado y tranquilo de la ciudad. No obstante, tardo aproximadamente treinta minutos en llegar. Aparco el coche donde puedo y me resulta inevitable respirar hondo, antes de decidirme a salir... Cuento hasta diez, con la intención de que mi cuerpo y mi mente lleguen a su máximo estado de tranquilidad (si es que es posible)... Y por fin, salgo del coche. 

Apenas tengo que caminar unos pasos para llegar a la puerta principal de la residencia. Si no fuera por el enorme cartel que hay en la entrada, con el nombre de la misma, cualquier persona diría que es un hotel o algo por el estilo. Numerosas ventanas adornan la fachada y una verja separa la calle, del edificio principal. Y además, un cartel de madera, perfectamente encajado sobre el césped, da la bienvenida al "Centro de Salud mental : La Cascada" Eso es... Una residencia de enfermos mentales. Este es mi destino. Aquí tendré que trabajar los próximos cuatro meses del resto de mi vida. En este lugar, que si no fuera porque conozco su actividad, incluso me otorgaría paz y tranquilidad por su apariencia. Que irónico. Atravieso la verja de la entrada y llego hasta la puerta principal del edificio, donde un hombre alto, vestido de guardia, vigila que todo permanezca en orden. El trabajador, simplemente me sonríe y después de corresponderle, continúo mi camino, dirigiéndome hacia la recepción, donde una chica teclea algo en el ordenador.

POCHE: Buenos días ─saludo intentando captar su atención, y por suerte, consiguiéndolo.
Xxx: Buenos días ─sonríe amablemente ─
¿En qué puedo ayudarla?
POCHE: Soy MARIA JOSE GARZON . Comienzo mis prácticas aquí hoy y... Xxx: ¡Oh sí! ─exclama interrumpiéndome, como si supiera exactamente quién soy
Xxx: Bienvenida, MARIA JOSE . La Doctora GALINDO, la está esperando en su despacho. Permítame un minuto, para advertirle que ya está usted aquí. No me da tiempo más que a ofrecerle una pequeña sonrisa a modo de respuesta, pues rápidamente, la chica presionó un pequeño botón del teléfono y esperó algunos segundos antes de comenzar a hablar por el micrófono que sobresalía de los auriculares.
Xxx📞: Doctora, la Srta. GARZON se encuentra aquí... ─mientras ella habla y me observa, continúo sonriéndole y acto seguido, echo un vistazo a mi alrededor, descubriendo numerosas pinturas de paisajes, océanos, árboles y todo tipo de imágenes relajantes
Sí... Muy bien ─finalizó la conversación, consiguiendo que devolviera mi mirada hacia ella. A continuación, abandona la tarima tras la que se encontraba y se dirige hacia un elevador que hay justo detrás de mí. Introduce una pequeña llave y vuelve a sonreírme.
Xxx: Tiene que subir al segundo piso, avanzar hasta el final del pasillo y la tercera puerta que encuentre, es el despacho de la Doctora. Hay un cartel en la puerta que lo indica, así que no tiene pérdida.
En cuanto asentí con una sonrisa, el sonido del ascensor, dio paso a que se abrieran las puertas y automáticamente me olvidé de cualquier pregunta que quisiera hacer.

REGRESA A MI.Where stories live. Discover now