Capítulo 60. Es Sol

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En menos de 2 segundos, ambos estábamos en la cueva del cerro del norte, el cuál hoy está en los planes de Helios para recuperar a Fran, y si es posible destruir a Ader. Aquí se supone ya no debe estar nadie, pero sinceramente pensé en encontrar a Andree, quien quizás me reprenda por haber corrido en el bosque como lo hice, pero no, quien estaba hizo que me diera náuseas, y ganas de volver a bosque.

Dara nos mira con detenimiento, y puedo notar el odio en sus ojos, como si me incrustara en el pecho dagas con la mirada, se muerde el labio, y sé que también la lengua para no decir nada. Lo más probable es que haya esperado aquí para poder hablar con Helios a su regreso, con esperanzas de volver con ella.

Mi reacción es inmediata, sí, en teoría Helios ama a alguien más, pero ha convivido demasiado con Dara, lo más lógico es que vaya por ella, así que aflojo mi agarre, pero él no me suelta, ni siquiera la mira. Sé que está mal, que no debería estar contenta, pero lo estoy, ver al fin el lado sensible y débil de Dara, quien es una fuente de ponzoña pura, me hace pensar que, así como Helios parece un niño hoy, Dara al fin parece humana.

Al cabo de unos minutos ella suelta la mirada, y sale de la cueva con lágrimas en los ojos, debería afligirme la escena, pero qué rayos, no sentí ni pena, ni compasión.

— ¿Sabes que me acabas de utilizar? — pregunto mordiéndome la lengua también porque no quiero decir nada que denote mi felicidad.

— Muy por el contrario — Responde él sin soltarme la mano— fuiste tú quien me utilizó, yo no tenía intenciones de hablar con ella, nuestra pelea ha sido definitiva y sin vuelta atrás, lo sabe... pero al fin y al cabo, es mi amiga, tarde o temprano volveré a hablarle, pero tú no eres nada suyo, más que su enemiga desde la infancia, y me utilizaste para tu felicidad... sin necesidad de hacer un solo movimiento o decir una simple palabra, no te culpo por ello.

— ¿Es tan evidente que me alegra verla así? — Pregunto sonriendo.

— Tanto que no sé si llamarte la atención o dejarlo así. — Él soltó mi mano delicadamente, así como dejo salir aire de sus pulmones. Comenzamos a caminar y noté que no se sentía para nada bien.

— ¿Por qué no vas tras ella? — Pregunto con un nudo en la garganta, después de todo, fueron novios.

— Porque debe entender que ya no correré tras ella, y que lo nuestro ya no va— responde pasándose la mano en el cabello— La protegeré siempre, porque le hice esa promesa— continúa — pero, así como prometí eso... también le dije que no me buscara más hasta que resuelva mis problemas.

— ¿La chica que te gusta y no quieres admitir que te gusta? — Helios comienza a toser con fuerza, evidentemente esa no era un pregunta que debía hacer, se supone que yo no sabía eso, que no tenía idea.

Nos paramos en seco en la entrada o en este caso la salida de la cueva a media luz, a media oscuridad, él seguía tosiendo, ya rojo de tanto intentar meter aire a sus pulmones, rodé los ojos y comencé a dar palmaditas a su enorme y marcada espalda.

Intentó reincorporarse varias veces, pero cuando me miraba volvía a su crisis, por último, se tiró al suelo sentándose, llevando la cabeza hacia atrás, metiendo aire de manera suave y relajada a sus pulmones.

— ¿Cómo lo supiste? — pregunta con la garganta raída, yo le ofrezco la mano y lo ayudo a levantarse del suelo, es bastante pesado y macizo, pero logré levantarlo.

—Emmm eso no importa— digo al fin.

— ¿Sabes quién es? — yo niego con la cabeza y él suelta aire con fuerza— ¡Gracias al cielo!

—Wow— digo intentando no sonar ofendida, al fin y al cabo, ese no era mi asunto— ¿Entonces es un secreto de estado?

—Algo así...

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora