Capítulo 25. Curiosidad.

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El estrepitoso ruido de las rocas chocando una contra otra, me irrita, quisiera salir de esta cueva cuanto antes. No tengo tiempo que perder en verdad, hay tanto que hacer, y estar aquí, solo y encerrado me hace pensar en ti, y odio eso, no me tomes a mal, no te odio a ti, solo odio este sentimiento que se acuna en mí.

Estoy exhausta, al fin terminé de armar mi bolso de ropas y provisiones, si bien solo serán dos días y dormiremos en la casa de los tíos de Andree, no puedo evitar pensar en el "por si acaso"

Me quedo quieta al observarme en el espejo, mi cabello está bien alto, sujeto a una goma y algunas mechas caen a los costados de mi rostro, pues he trabajado arduamente, pero realmente quedo hipnotizada mirando el collar que Hugo me había regalado.

Cada uno de estos días ha pasado conmigo, salimos, merendamos juntos, nos tomamos de la mano cuando caminamos, pero aún no nos hemos besado. Ojalá pudiera dar más de mí, pero me cuesta, cada que estamos cerca, entre caricias y juegos, algo se presenta, por lo general, el problema soy yo.

Y en días como hoy me siento culpable por ello, también insegura, pues, así como todos los días ha estado conmigo, siempre ha llamado Alexandra, a la misma hora, y estoy más que segura, lo hace a propósito.

Por otro lado, esta última semana me he alejado de Helios y de Andree, solo he hablado con Gizah evitando todo contacto con las personas que cuestionen mi noviazgo con Hugo, al fin y al cabo, es mi vida, y ellos son unos entrometidos.

Lo nuevo de estos días ha sido que he hablado y mucho con Dana, la hermana menor de Hugo, tiene muchas cosas en común conmigo, empezando con la música que escuchamos, la comida que nos gusta, increíblemente, pero fue muy divertido, salimos a merendar juntas, y lo mejor es que al ser Hugo quien me lleva y trae en el auto de sus tíos, me da tiempo de hablar con mi cuñada, e indagar sobre la vida de mi novio, a quien voy conociendo poco a poco.

Igual estas semanas fueron pesadas, pues he notado más ausentes de lo normal a mis padres, no hemos conversado mucho, siempre están ocupados, sí, es verdad, siempre fueron muy ocupados, y, es más, hubo meses en que se ausentaban por cuestiones de trabajo, pero esta vez, me duele más, quizá es solo la añoranza, o estoy muy sensible, exagerando, dramatizando de más todo esto.

Pero sí, los necesito más, ya que por las noches me despierto con miedo, como si alguien estuviera mirándome, o por las mañanas tengo un ataque de ansiedad, cosas que solo se me pasa cuando veo a Hugo llegando para llevarme al colegio.

Ya sé que es todo muy tonto debido a que he vivido cosas aterradoras cuando Ader aparece, pero teniendo en cuenta su desaparición, me da más miedo la inseguridad de no saber qué hará cuando nos volvamos a encontrar, o si se trate de otro ente que me está vigilando.

Voy al baño, y me doy una ducha caliente, en parte estoy muy casada, pero también entusiasmada; pues ya estamos a horas de la dichosa salida, si todo sale bien y si el lugar es tan fantástico como lo leí, volveremos en 2 semanas para el campamento con todos los alumnos del nivel medio.

Luego de mi ducha, voy hasta la cocina donde están mamá y papá, es hora de la cena, y todo huele delicioso, por el aroma sé que comeremos pasta, no discutan con unos descendientes italianos, si les parece pesado para la cena, solo hagan silencio y cómanla, es lo mejor que pueden hacer.

—Zafiro, ¿me haces el favor de preparar el jugo? — pregunta mamá revolviendo la olla.

—¡Claro! — camino hasta el extractor mientras busco unas remolachas de la heladera —¿Me llevan mañana al colegio? nuestro bus sale a las 7:15 y...

—No podremos ir— interrumpe papá quien está frente a su notebook —Le pedimos a Hugo que te lleve, después de todo pensamos que te gustaría la idea.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora