Capitulo 42. Tan ingenua como siempre

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"De latir se cansó su corazón, de tanto llorar su risa naufragó, de tanto buscar un gran amor, de amarse a ella un día se olvidó. Su camino nunca encontró, quedaba tanto por andar que ella decidió volar y se marchó para encontrar la sonrisa que perdió y se durmió para dejar ya de llorar y se marchó, quiso volar, ahora es brisa, ahora es paz y se marchó y ahora tiene un nuevo hogar: la eternidad"

Mago de Oz

Despertar en mi cama, como aquellos tiempos en que dormía en el sofá y despertaba en mi habitación, antes pensaba que era magia, hasta que un día me di cuenta de que sí era magia, la magia que me daba el amor de mi padre, quien me llevaba en sus brazos, dándome un beso en la frente, la magia que me dejaba volar y ser feliz, la magia que me brindaba la seguridad de que ellos me amaban.

Pero ahora, estoy segura de que llegué hasta aquí en los brazos de un Helios enojado y preocupado a la vez, pero no es lo mismo. La vida no es la misma.

Si hay algo que odio es ser débil, a pesar de que esta es la primera vez que caigo en cama luego de tanto tiempo, esto solo comprueba mi inutilidad, y lo poco que he crecido en comparación al resto, aunque debo admitirlo, hoy Helios me salvó gracias a que comprendía lo que le trasmití, creo que a pesar de la gran pelea que vendrá, eso nos convierte en un buen equipo.

—Como siempre todo mal, todo mal— La voz de Gizah no me inmuta, más hace que sonría

—Sí, creo que ya no cambio Gizah—dije tocándome el pectoral derecho con la mano izquierda, la herida sigue allí. — ¿Cuánto tiempo estuve así? — pregunté levantándome de la cama.

—Dos horas, si no es menos... Amiga, déjame decirte que mi hermano está hecho una furia, al igual que Andree, tienes una facilidad para sacar de casillas a las personas.

Por supuesto que tengo esa facilidad, así que me río en mis adentros por ello, es la primera vez, después de casi un mes, que Gizah me vuelve a decir amiga, tanto tiempo que pasamos juntas, pero seguía percibiendo su enojo, parece que ahora, es otra.

—A pesar de lo que ellos digan, déjame decirte que es admirable lo que hiciste hoy, Zaf, me alegra mucho saber de que, al fin, hiciste algo desinteresado, de que, al fin, utilizaste lo tuyo para salvar una vida.

— ¡Ja! —suelto con un dejo de ironía— eso no es lo que me van a decir Berenice, Helios y Andree, pero te agradezco Gizah, agradezco que me dediques esas palabras.

Ni bien terminé de decir eso, Gizah vino hasta mi cama y me dio un abrazo, uno que me sacó el aire del cuerpo, pero que oxigenó mi alma. Cuanta falta me hacía esto, cuanta falta me hacia el calor y el amor de mi amiga.

Cuando ella me suelta, veo a Dara parada en mi puerta, en verdad, ella no me hace falta.

—Mmmm Zafirito, ¿con que te hirieron? ¿Te has desmayado de nuevo? — su tono es sarcástico, y para ser sincera, ahora que la veo parada ahí con la ropa reglamentaria, a ella no le quedan para nada bien las remeras de Helios, no, no.

— ¿Qué quieres rata inmunda? —pregunta Gizah sin pelos en la lengua, ¿y yo? Sentí placer, pero a la vez vergüenza ajena, no esperaba que reaccionara así.

—Cuñada, por favor, deja de ser tan cariñosa, no queremos que tu hermano crea que me amas más de lo que él me ama a mí... y contigo no quiero nada, es con la damisela herida con quien quiero hablar.

—No tengo tiempo para tus lamentos— dije tomando mi sábana, para acostarme de nuevo.

A pesar de que mi mensaje era claro, ella se adentró a mi habitación, cerrando la puerta, para tenernos a Gizah y a mí como únicas testigos.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora