Capítulo 7. Helios

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Hugo no volvió a mandar ningún mensaje, así que yo comencé a perderme de nuevo en la música que sonaba en mis auriculares. Estaba disfrutando al máximo de la melodía, hasta que algo explotó mi burbuja.

Siento que las sábanas de la cama son estiradas para abajo, pareciera que alguien, o varias personas la tomaran, pongo en pausa mi reproductor y observo aterrada lo que ocurre. Oigo un chirrido horrible desde fuera de mi habitación, se siente como si unas manos se hubieran apoyado sobre las ventanas y comenzara a arrastrarlas sobre el vidrio. Estoy sumergida en el pavor, no puedo ni gritar.

Intento levantarme, y es en ese instante, en que por primera vez sentí el miedo real a la muerte.

Alguien me tomaba del cuello con fuerza, intentando abrir de nuevo mi herida, solo puedo describir a ese alguien presionando su dedo sobre esa cicatriz.

Cuando estaba segura de que lo iba a hacer, Berenice llega corriendo, casi como si la hubiera llamado, sus ojos están llenos de terror, pero sea lo que sea que pasó en esta habitación, se detuvo cuando ella entró.

Me mira con curiosidad y se sienta en la butaca consternada, como si intentara descifrar algo, yo tengo las manos frías, y no puedo dimensionar si lo que pasó fue real, o lo estaba soñando.

—No puede ser... —Toma mi mano, y luego toca mi frente, yo sigo desorientada, quizá y acabo de despertar —¿En verdad te están siguiendo a ti?

El rostro de Berenice está lleno de duda, ella tampoco cree lo que está sucediendo, pero me doy cuenta de que esta mujer sabe algo sobre este fenómeno que acabo de presenciar. Se muerde el labio inferior y me mira fijamente a los ojos, intentando de resolver algún paradigma.

—Berenice, ¿sabes qué fue lo que pasó? — levanto mis manos a modo de interrogantes, yo quiero saber de qué habla ella, y que me explique todo lo que acabo de vivir.

La mujer frunce el ceño, se levanta de la butaca, abre la ventana y vuelve hasta mí, mira al techo, como pidiendo ayuda, o en busca de alguna respuesta.

—Esto, en definitiva, Zafiro es una novedad... —Suspira y me vuelve a mirar—. Son sombras; debieron sentir algo hacia ti, no sé, quizá olieron tu miedo, o...no, no, la verdad no entiendo por qué vinieron a ti. No me tomes a mal, pero no eres especial para ellos, es decir, no, no siento que seas diferente.

— Ok, no entiendo, explícame primero ¿Qué pasó, y qué son esas cosas, por qué querían matarme? —Me paso la mano en la cara, y de golpe me levanto de la cama, al fin siento mis piernas, en verdad quería pisar el suelo.

—Nada, Zafiro, son restos de energía, retazos que ruedan buscando con quien conectarse, te hablaría de mucha FÍSICA cuántica si intento explicarte, pero créeme, ¿sí? No te volverán a molestar.

—¡Ahhhh! —exclamo mientras desordeno mi cabello.

Absolutamente nada de lo que ella me dice me tiene sentido, y si, si no hubiese experimentado lo que experimenté tampoco iba a creer lo que acaba de pasar.

—Berenice, necesito respuestas.

La mujer viene hasta mí y me invita a sentarme a la cama con ella.

— Lo que acaba de pasar, no tiene sentido —Una sonrisa se escapa de su rostro —.Tras este mundo Zafiro, existen cosas que no se pueden explicar, yo solo puedo decirte lo que sé—mira mis manos, y se da cuenta que he empezado a temblar, ella toma aire y continúa — Tú no los ves, yo sí, esas cosas las llamo sombras, existen desde tiempos remotos, ellas se forman por la negatividad del ser humano, no son almas, no son seres tan siquiera, ellas son golpes de energía densa y destructiva, como la antimateria, solo que no tienen el suficiente permiso nuestro para esfumarnos. Ellas buscan a esas personas híper sensibles para mostrarse, y no, no estoy hablando de algo sobrenatural, te estoy hablando de ciencia, pura y real.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora