Capitulo 38. Hazme el favor

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No sé cuánto tiempo ha pasado, si he dormido o si no, solo siento el cuerpo pesado y como si el ambiente a mi alrededor hubiera cambiado. La música sigue, y abrir mis ojos parece todo un desafío en este momento, pero debería de abrirlos.

Cuando los abro, me doy cuenta de que mi habitación está más oscura<< ¿ya anocheció?>> Miro la pantalla del celular y el brillo me enceguece.

Al fin puedo saber al menos qué música estoy oyendo All of me, sinceramente, ya no tengo ganas de oír nada, así que lo apago.

Me destapo la sábana y descubro que efectivamente ha caído la tarde. No he comido nada al parecer. Si Berenice se entera de esto, estoy segura de que se enojará conmigo, pero en verdad, no sentí pasar las horas, y realmente es extraño que nadie me haya despertado.

Me siento en la cama y observo más allá de la ventana, solo puedo distinguir los rayos naranjas del sol que se están ocultando tras el cerro, así como la punta de los cocoteros que puedo ver desde aquí.

Y es cuando me pregunto por qué no recuerdo haber soñado nada. Quizá el cansancio, o la forma en que desperté.

Miro alrededor y me doy cuenta de que sobre mi mesita de luz hay un sándwich de verduras, parece reciente, y al lado un vaso de leche, ok... Creo que aún falta pulir el concepto de vegetariana/intolerante a la lactosa en esta casa, pero al menos comeré algo.

Cuando tomo el sándwich veo que Liza entra en mi pieza con una jarra de jugo, ella trae una sonrisa en el rostro, y la veo algo cansada, en el cuello tiene una raspadura, al igual que en los codos, sus brazos están amoratados, y el cabello lo trae en un moño.

Se acerca hasta mí, dejando en la mesita de luz la jarra y un vaso pequeño que no había visto.

— ¿Cómo estás? — Pregunta mientras se sienta en mi cama y me pasa su mano en la frente, para ver si tengo fiebre, pensar que ella es menor que yo, pero me trata como si fuera su hermanita.

—No te hago gracia, veo que has entrenado duro— le digo cuando le doy un bocado a mi sándwich, y en verdad está delicioso. Mientras que mi hambre resulta ser que estaba tan solo escondida entre mi sueño.

—Solo he hecho los primeros circuitos... hoy caí junto al jaguareté... Fer me ayudó bastante, pero le pedí que no interfiriera y bueno allí me raspé. Pero conseguí domar a la bestia.

—Debió ser difícil domar a ese felino. — Digo sorprendida.

—Me refería a mi hermano, el jaguareté ha sido pan comido...— Al menos ha salido una risa desde el fondo de mi alma. No pensé reírme tanto.

— ¿Causando líos de nuevo no? — pregunto casi arrepentida de terminar mi bocadillo, en verdad tengo más hambre, pero me conformaré con el jugo de la jarra, el cual me sirvo mientras Liza me mira curiosa.

—Solo está de mal humor... creo que lo estás obligando de nuevo a hacer algo que no quiere.

Me encojo los hombros, pues no sé por qué, quizá sea por el hecho de que tendrá que dormir en mi pieza, pero yo no lo estoy obligando, es él quien puso esa regla, que creo no hace falta seguir, ya estoy bien, y el reforzó la seguridad, así que, no entiendo por qué lo hace.

Liza se levanta y toma el plato en el que estaba el sándwich y me vuelve a dar una sonrisa.

—Iré por tu cena, imagino que estas hambrienta, has dormido todo el día. — Muevo enérgicamente mi cabeza, cuando una duda atraviesa mi cabeza.

—Liza... ¿él está por aquí? Digo, tu hermano ¿está abajo?

Ella sonríe de nuevo y mueve la cabeza para confirmar mi pregunta. Sin decir nada, voltea y sale de mi pieza. Ahora, por primera vez caigo en la cuenta de que jamás me puse el sostén, y debería hacerlo pronto, aprovechado que estoy sola.

La Piedra y El Sol [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora