Libre para sentir y decidir

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Cuando la tierra pudo respirar del calor que emanó de la guerra, el mundo entero azotó cada rincón con helada, nieve y ventiscas que congelaban cualquier retazo de piel que estuviera al descubierto. Los elfos se resguardaron en sus hogares, muy junto al fuego, y lamentaron sacrificar algunos árboles para obtener calor en sus cuerpos.

Los caminos se cubrieron de un manto blanco, los ríos se congelaron y las cascadas de Rivendel detuvieron su cauce formando bellas aunque heladas figuras de agua detenida. El silencio hizo que cualquier pisada o movimiento de hoja resonara entre los salones avisando a todos de su desplazamiento y Elrond abrió los ojos a ese mundo.

Una noche, solo una noche había bastado para detener el curso del tiempo de Imladris, pero afortunadamente, había comenzado la tormenta justo después que los muchachos lograran arribar a su hogar en completo despojo de sus facultades mentales. Tal vez si no hubiera sido por el frío en su habitación, Elrond hubiera dormido todo ese día sin interrupción. Pero allí estaba, medio sentado en medio de su cama, acurrucándose bajo la capa que cubría y abrigaba torpe su torso desnudo.

El hijo de Eärendil removió sus ojos parcialmente cerrados por la molestia de la luz de día colándose por su ventana, y no necesitó más que dos segundos para verse inmerso entre las paredes de su habitación sin recordar cómo había llegado. La cabeza le retumbaba como tambores de una batucada de orcos y el cuerpo ya empezaba a mostrar sus primeros signos de la guerra finalizada. Ahora que había conseguido un par de horas de sueño en su cama y había podido dormir sin tener que mantener el oído agudo por una emboscada, los músculos se le habían relajado, la tensión había bajado, y eso escocía como un millón de agujas. Incluso mover sus piernas sobre la cama le provocaba fatiga y dolor.

De todas formas, el silencio y el frío lo perturbaron un poco, y se deslizó como pudo hasta su armario para escoger la ropa más abrigada. Envuelto en su capa y con la ropa limpia colgando del brazo, salió de la habitación con rumbo a las termas que habían aprovechado como un regalo de la naturaleza para hacer el sistema de baños de las habitaciones de los nobles. Comprobando que nadie estaba allí, Elrond se despojó de sus ropas y se zambulló despacio en uno de los piletones circulares naturales donde permaneció unos cuantos segundos absorbiendo las propiedades del agua cálida y agradeciendo por estar vivo y de regreso en su hogar.

Al finalizar todo su ritual de higiene se vistió y caminó hacia la lavandería para dejar lo que los elfos de servicio no habían encontrado por el pasillo la noche anterior. Le pareció extraño no oír ni una sola voz en todo su trayecto, como si todos los elfos aun durmieran o estuvieran escondiéndose de él y cuando pasó junto a la habitación de Morwenna la encontró con la puerta abierta y todo ordenado, pero sin rastros de la princesa. El resto de las puertas, excepto la de Lindir, estaban cerradas, pero su amigo tampoco estaba allí. 

Cuando bajó al salón, los elfos que se refugiaban de la helada lamentaron que las pérgolas exteriores no tuvieran puertas y Elrond también, pero a pesar de los saludos, ni un rostro conocido le dio la bienvenida... ¿Dónde estaban todos?

Decidió que antes de seguir buscando se dirigiría a las Casas de Curación para tomar un poco de té de jengibre de sus anaqueles, reservado para aquellos elfos que gustaran de pasarse de copas seguido. Los hijos de Eru solían tener muy buena tolerancia a los vinos, pero cualquier otra bebida alcohólica podía liquidar sus buenos hígados y en Imladris había una política bastante permisiva, así que cualquier bebida podía entrar al reino y ser ingerida por los elfos, pero así también, la medicina para contrarrestar sus efectos tenía que abundar entre los curanderos.

Allí fue donde Elrond se detuvo súbitamente y las manos le sudaron un poco, pues creyó que estaba atendiendo a una premonición tan vívida, que estaba presente ante sus ojos.

Hasta el fin de los días, Morwenna | #Wattys2022Where stories live. Discover now