Antes de Celebrían, las más bellas palabras en los labios de un joven Elrond pertenecieron a otra princesa.
Morwenna, hija de Oropher, llegó una vez a las tierras de Forlindon acompañando a su padre y a su hermano, Thranduil, a una audiencia que su...
[N.A.]: La entrevista está armada como un capítulo más, con diálogos entre los personajes e intervenciones mías. Cuando los diálogos sean los míos, estos aparecerán en negrita, al igual que las preguntas que hicieron ustedes, que además estarán iniciadas por este símbolo: ✦. El resto de los diálogos, lo de los personajes, aparecerán normalmente. A su vez, cuando este símbolo aparezca [*], significará que esas preguntas pertenecen a las ganadoras de la dinámica que hice en Instagram hace unos días. Al final de la entrevista, aparecerán debidamente señaladas en agradecimiento. ¡Muchas gracias por leer y apoyar esta historia! ¡Que disfruten la parte final de la entrevista!
ENTREVISTAS EN ARDA II
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Luego del intervalo, las luces se encendieron nuevamente en el salón blanco y el público regresó, junto con los elfos, que dejaron sus tentempiés en una gran mesa al costado del salón y se sentaron en sus lugares, algunos todavía tomando té o un poco de agua.
—Muchas gracias por la paciencia, espero que este intervalo les haya servido para estirar las piernas, conocerse entre ustedes, o ponerse al corriente. ¡Prosigamos con la entrevista!
✦ Celebrían, al haber crecido al lado de un ser como Galadriel, te has formado y convertido en una persona inteligente, capaz y astuta. De todas las enseñanzas y ejemplos que hizo y te enseñó Galadriel ¿Cuál es el que más valoras de todos ellos? Para poner un ejemplo. Si de todo lo que aprendiste de Galadriel solo pudieras quedarte con un solo "valor/apreciación/ejemplo/saber" de ello, cuál sería y por qué?
—Sea bienvenida, Lairelen nuevamente a nuestra entrevista —saludó amable la muchacha—. Su pregunta me agrada, pero... ¿Realmente podría escogerse una sola enseñanza de mi madre? Tal vez me encuentro yo muy orgullosa de sus consejos e instrucciones, y definitivamente me siento honrada y afortunada de ser su hija... Mhh... —Pensó removiendo sus ojos a un lado y otro con la vista en el suelo—. Su mayor enseñanza... fueron un conjunto de enseñanzas —resolvió conforme—. Me ha instruido en la curiosidad. Me ha dicho que nunca me limite, que si acaso deseo aprender sobre algo, busque la forma y si aquello que es de mi interés además resulta sumamente útil, más ímpetu debo poner. Pero, antes de todo aquello, me enseñó que antes de salir al mundo a adquirir más conocimientos o compartir los propios, una debe transformarse en una dama íntegra, y para ello, debe aprender a valerse por sí misma, para depender lo menos posible de otras criaturas, y estar preparada para poder ofrecer ayuda. No encuentro consejo más útil que ese, porque de no haberme interesado por aprender tareas básicas, que ella y mis doncellas me han inculcado desde que tengo memoria, y haber, a partir de esos conocimientos, comenzado a nutrirme con otros más complejos, no me hubiera atrevido a cruzar los bosques y las montañas para ir con milord, ¡O no hubiera sobrevivido un solo día! —corrigió asombrada recordando todo lo que había vivido con una risa simpática pero algo de nerviosismo—. La tierra había temblado... Y las montañas, los ríos y los caminos se habían perdido, escondido o movido, por lo que años y años de estudios de mapas no sirvieron de nada... ¡Y milord Eärendil no estaba en el cielo para guiarme! —acusó llevándose la mano al rostro, sonrojada y sonriente—. Podría haber sido aperitivo de animales salvajes, o haberme quebrado una pierna cruzando los ríos repletos de piedras y más o menos profundos que antes, ¡O haber muerto de hambre o envenenada! —exclamó con un horror que le dio gracia al final—. Pero me consideré lo suficientemente lista para acudir sola. Y no soy tan ingenua como para decir que todos mis pasos dados y los años de instrucciones y todo aquel consejo de mi madre sobre la "dama íntegra" me hicieron cruzar las montañas como un héroe derrotando una bestia con gracia y elegancia... —ironizó y se rió cubriéndose la cara con una mano—. Oh no, no, lloré muchas veces caminando y descubriendo que había perdido una tarde desplazándome en círculos, me caí trepando, me asusté de tonterías y creí que me perseguía una bestia que resultó ser el caballo de la princesa Liswen... —enumeró abochornada—. No fue fácil, pero todo lo que había aprendido me sirvió para sobrevivir y llegar a salvo. Y luego para traer seguridad y tranquilidad a los moradores de Imladris... y continuar aprendiendo, por supuesto. La voz de mi madre repitiendo aquellos consejos me hizo compañía y me sigue alentando, es... ese es el consejo que más estimo de ella.
