La maldición de ver el futuro

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Morwenna acababa de secar su cabello cuando vio la imagen de Thranduil a través del espejo de su cómoda. Los ojos de la elfa estaban hinchados y rojos, lo que provocó que su hermano se acercara con prudencia dibujando una mueca compasiva con sus labios. Abrazó a su hermana por detrás y se permaneció unido a su espalda por unos minutos.

—Elena te lo dijo, ¿No? —Thranduil asintió al instante—. Creí que enviarías a Lis.

—Lis no sabe nada de esto. —afirmó el Sindar.

—¿Aun no le dices? —preguntó Morwenna sorprendida—. He llorado por quinientos años y ella ha atendido mis depresiones en silencio por lo menos en los últimos cien y jamás hizo una sola pregunta. Creí que lo sabía. Ella solo... Ha venido aquí a consolarme... Todo este tiempo. —La princesa se detuvo pensativa—. ¡Ha de creer que estoy loca! —resolvió.

—¡No! —Thranduil sonrió compasivo y besó la mejilla de su hermana antes de sentarse junto a ella—. En el fondo creo que lo sabe, pero no se atreve a preguntar por quién lloras. —comentó buscando el peine sobre la cómoda.

—¿Debería contarle? Es decir, ¿Crees que le importe? —consultó la rubia sintiendo las cerdas suaves del peine en su cabello.

—Ella es parte de nuestra familia ahora, y nos ama, por supuesto que le importará lo que te ocurra. Pero si no eres tú la que comienza a hablar, ella no preguntará. Morwe... Tal vez no lo hayas notado, —insinuó el elfo con suavidad, comenzando a trenzar el cabello de su hermana—, pero desde que te subiste a ese caballo en Lindon que no has vuelto a abrir la boca sobre ese tema. Y yo tal vez no supiera nada del amor en ese entonces, o incluso continúe sin saberlo... Cada día aprendo algo nuevo sobre los sentimientos junto a Liswen, pero lo que sí sé, es que mientras no lo hables, no lo superarás.

Morwenna permaneció en silencio mientras su hermano acababa de trenzar su cabello. Al finalizar, la elfa se miró en el espejo y descubrió un elegante peinado.

—Si no estuvieras destinado a llevar una corona, podrías haberte dedicado a ser peluquero del bosque. —alabó con una sonrisa, admirando la perfección de su trenza.

—Agradezco tu cumplido, pero no me cambies de tema, Morwe...

—¿No es exactamente lo que tú hiciste al llegar a Forlindon mientras yo te hablaba de amor? —Le recordó ella. Thranduil frunció el ceño con fastidio—. En ese tiempo nada querías saber de eso... Bien, ahora soy yo la que no quiere saber. —informó seria.

—No es amor lo que estás sintiendo, Morwe... —murmuró Thranduil. Su hermana irguió el cuerpo, tensa.

—¿Ah, no? ¿Y qué es entonces? ¡Porque no dejo de pensar en él! —Estalló—. ¡No puedo quitarlo de mi maldita cabeza! ¡Nada! ¡Ni su imagen, ni sus palabras, ni la manera en la que me trató esa vez!

Morwenna se levantó de la cómoda y caminó lejos de Thranduil, sintiendo que todo el cuerpo le dolía. Ya no solo estaba duelando esa relación con sus sentimientos, sino que el pesar comenzaba a pulular en su cuerpo.

—¡Y no puedo entenderlo! ¡Eso es lo que me duele! ¡Lo que más me duele! ¡Aquí! —exclamó llevándose la mano al pecho—. No puedo escribir este dolor en una carta, enviarlo con él y mitigar lo que siento con su respuesta. —sollozó. Thranduil acudió a ella y envolvió en sus brazos.

—Yo... No sé lo que ocurrió, —mintió—, y no puedo asegurarte que lo olvidarás, porque esa es la parte horrible de nuestra naturaleza... Solo nos enamoramos una vez, pero no siempre somos correspondidos en ese amor. Aun así tienes que poder seguir viviendo. No puedes dejar que el recuerdo de Elrond te consuma en vida solo por su rechazo.

Hasta el fin de los días, Morwenna | #Wattys2022Where stories live. Discover now