La capa de Eärendil

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Para su corta edad, la velocidad y destreza de Lindir para atravesar el bosque saltando entre las ramas con las manos ocupadas y entre risas apagadas de sus compañeros, era envidiable.

Su cabello castaño oscuro volaba en el viento, dejando un aroma a nueces en el aire que alborotaba a su paso.

—Sí sabes que va a matarnos cuando salga, ¿Verdad? —comentó agitado Narbeth, un elfo rubio de la edad de Lindir, corriendo su lado con un par de botas en sus manos.

—Se lo merece por esconderme el arco antes del entrenamiento y hacerme creer que lo había perdido. Fui la burla de todo el campamento. —respondió su compañero y soltó una carcajada intentando recoger la capa que se traía hecha una madeja en sus manos.   

—Solo imagínalo de regreso a esta hora, cuando todos en el reino están retornando a sus hogares. —rió Haemir, el tercero del grupo, quien cargaba las armas de Elrond siguiendo el rastro de sus otros dos camaradas. Los tres elfos se perdieron en el follaje.

Mientras tanto, Elrond, hijo de Eärendil, refregaba una esponja natural en su pierna izquierda para exfoliar bien su piel. Luego de una ardua jornada entrenando a los soldados del rey, silbaba despreocupado lavándose el cuerpo, sin advertir que sus aprendices habían aparecido por la costa robando todas sus prendas, incluyendo sus armas. 

El elfo de lacio cabello azabache y ojos color gris azulado ignoraba que al finalizar su baño no tendría prenda alguna con la que vestir su cuerpo, y debería valerse de la naturaleza para encontrar con qué cubrirse de camino a sus aposentos. Inocente de su destino, masajeó su melena sedosa y se sumergió en las frescas aguas del río para enjuagarse...

Debajo del agua, sus ojos se abrieron de golpe dando lugar a la imagen de una doncella de largos cabellos lacios color sol y tersa piel blanca. La dama estaba envuelta en túnicas claras, y sus pies besaban el césped, girando hacia un lado y otro, paseando despreocupada, admirando las diferentes flores del lugar. El paisaje de fondo era de un verde muy brillante y se le hizo conocido... ¿Era acaso el jardín del rey?

Lejos de allí, en las habitaciones de los nobles, Oropher caminaba a su encuentro con Gil-Galad. Era ya el segundo día de su estadía en Forlindon cuando finalmente el monarca de los Noldor había concedido un par de horas de su agobiante rutina para tratar asuntos con él. 

Al doblar a la derecha del estrecho pasillo, Oropher chocó de bruces con Lindir, quien se detuvo en seco mientras los mapas del mayor rodaron por el suelo. El joven abrió los ojos con pavor como si acaso hubiera visto un dragón. En efecto, el Sindar rubio no era una escamosa calamidad que echaba fuego, pero su expresión seria era severa y atravesaba el alma de cualquier criatura que se atreviera a sostenerle la mirada. Narbeth y Haemir, detrás de Lindir, bajaron la vista y esquivaron a los elfos disimulando haber visto el choque de ambos. Se perdieron juiciosos por el pasillo, mientras su amigo pedía disculpas, alternando entre levantar y devolver los mapas a su dueño, sin dejar caer el abrigo de Elrond que aun cargaba y Oropher no tardó en notar.

Tal vez el antiguo elfo Sindar pasara por alto el detalle en los cuerpos de sus allegados; no recordaría luego de un tiempo su color de ojos, el largo de su cabello, su estatura, o su contextura física, pero había algo que jamás olvidaría... Sus prendas de ropa. Oropher sentía un profundo interés por la moda, y si una capa o túnica era de su agrado, no olvidaría jamás a quién se la había visto puesta.

—¿No es esa acaso la capa de Eärendil? —inquirió enarcando una ceja sobre la tela que Lindir llevaba en las manos. 

—Sssss-Sí, señor. —contestó temeroso el muchacho.

—Mhh. —emitió Oropher y continuó su camino una vez que el elfo le devolviera todos los pergaminos.

Lindir se perdió trotando apresurado por aquel pasillo. Sus mejillas estaban encendidas en fuego por la vergüenza, y sus amigos, llorando de risa escondidos tras una pared, no se lo dejarían olvidar nunca. 

Hasta el fin de los días, Morwenna | #Wattys2022Where stories live. Discover now