26 | Está en el hospital.

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Recuerdo que algunas veces, más de la que quisiera en esos momentos de soledad, extrañaba las tardes en las que mi madre me recogía del colegio para ir de compras juntas, a tomar un café, ver una comedia romántica en el cine o simplemente estar en...

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Recuerdo que algunas veces, más de la que quisiera en esos momentos de soledad, extrañaba las tardes en las que mi madre me recogía del colegio para ir de compras juntas, a tomar un café, ver una comedia romántica en el cine o simplemente estar en un parque admirando el atardecer. Ahora que esos momentos habían regresados, me sentía completa.

Ambas caminábamos por las calles de la capital a paso lento, curiosamente el verano empezaba a asomarse en esa calurosa tarde. Una cierta brisa despeinaba nuestros cabellos, mientras que pequeños rayos de sol nos daban en el rostro. Mi cabello castaño tomaba un brillo más intenso de lo habitual.

Mamá aprovechaba el día para lucir su nuevo tinte cobrizo en el cabello, se había hecho unas hondas y realmente le quedaban espectacular. Verla tan alegre me daba vida, más aún cuando notaba ese brillo en sus ojos. Deseaba que nunca nadie volviera a quitárselo.

A mi lado ella era mucho más alta, pero también porque usaba unos tacones de plataforma. Llevaba puesto un vestido ceñido al cuerpo, con un escote resaltado que le quedaba muy bien. En sus manos cargaba varias bolsas, porque estuvimos comprando algunas cosas en las tiendas.

Mamá me ayudó a escoger mi vestido de graduación.

Era algo poco extravagante, de hecho, lo consideraba muy usual. Marrón oscuro, ajustado en la parte superior, volado de la cintura para abajo e incluso algo corto. Yo no acostumbraba a usar vestidos de ningún tipo, prefería que la ropa cubriera la mayor parte de mi cuerpo, pero lo compré solo porque la ocasión lo ameritaba.

¿Y cómo no iba a ponerme un vestido después de las indirectas de Rhea? No quise pensar en eso, porque me resultaba fácil ruborizarme al recordar todo lo que pasó días antes, pero es que sus palabras tampoco salían de mi boca.

Rhea no era de esa clase de persona que te podías sacar fácil de la cabeza, por eso agradecí el momento en el que llegamos a una cafetería, o de lo contrario seguiría pensando en todas esas cosas que me obligaban a sonreír con malicia. Mierda, es que tampoco podía olvidarlo así tan fácil.

—¿Tienes calor, Juleth? —me preguntó mamá en cuanto ocupamos un espacio en la cafetería—. ¿O por qué estás tan roja?

Ay, si supiera seguro que le daría un infarto.

—Hace calor, sí...

Para mi suerte un mesero llegó a atendernos, mamá pido una rebanada de pastel de chocolate, yo por mi parte pedí un panecillo de vainilla. Ambas decidimos tomarnos un café. El chico anotó todo con paciencia, fue amable y nos trajo agua fría para después marcharse de nuestra mesa. La cafetería era bonita, se sentía muy cálido estar allí. La ventilación ayudaba bastante para que el calor se fuera de mi cuerpo, al mismo tiempo intentaba distraerme con las servilletas de la mesa. Mamá envío un par de mensajes en su celular, después alzó su vista para mirarme.

—Estás nerviosa —dijo, como si fuera algo demasiado obvio.

—Creo que es por la graduación —intenté mentir con lo primero que se me ocurrió, mostrándole una sonrisa forzada.

NavajaWhere stories live. Discover now