7 | Vamos a dormir juntas.

48.5K 4.3K 6K
                                    

Nunca imaginé subirme a la misma motocicleta con la que días antes fui atropellada, pero bueno, los caminos de la vida no son como yo pensaba

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Nunca imaginé subirme a la misma motocicleta con la que días antes fui atropellada, pero bueno, los caminos de la vida no son como yo pensaba.

La última vez que subí a una moto fue por insistencia de Holden, pues su padre tenía una que vendió poco después de que casi termináramos en el hospital. Por eso sentí un miedo inmenso y me aferré fuerte a su chaqueta. Creo que hasta el momento en que ella comenzó a conducir, fui consciente de la locura que estaba cometiendo. Andaba en moto con una chica casi desconocida, decían que era peligrosa y ni siquiera tenía una idea de a qué lugar nos dirigíamos.

Nos alejamos del puente, Rhea conducía a alta velocidad y yo ni siquiera era capaz de pronunciar media palabra. Cuando el viento comenzó a sacudir nuestros cabellos, la adrenalina se disparó por mi cuerpo y entonces olvidé todo en ese instante, dejándome llevar por ella sin importar las consecuencias que podía tener más adelante.

Me gustaba la sensación de hacer algo nuevo, de conocerla a ella por mi propia cuenta. Decían que las conversaciones en la madrugada eran las mejores, ¿por qué nadie hablaba de las decisiones que tomabas a esa hora? Esas sí que iban en contra de todas reglas y dudaba mucho que alguna otra cosa se sintiera mejor.

Estuvimos andando en la moto por al menos media hora, tomando una calle que daba a las afueras de la capital. Supuse que íbamos hacia algún lugar desconocido, pero poco después ella se detuvo en una casa pequeña. La zona se veía casi abandonada, con pocas casas o edificios cerca. Y por alguna razón me daba cierto aire de antigüedad.

Supe que ahí vivía ella cuando sacó unas llaves y se hizo paso en el interior, invitándome a entrar. Lo primero que percibí fue una mezcla de olores como licor, café y marihuana, había un par de sofás viejos, una televisión en muy mal estado y muchas cosas tiradas, desde ropa hasta comida. A un lado había un pequeño pasillo con dos puertas, al otro lo que parecía ser una cocina.

―Siéntate ―me dijo, señalando uno de los sillones mientras ella recogía un poco―. Ignora todo este desastre, es que no importa cuánto ordene porque Fyodor siempre va a desordenar.

No quise decir nada sobre el desorden, porque en eso no nos parecíamos ni un poco. Yo estaba acostumbrada a la limpieza por insistencia de mi madre, pero tampoco iba a juzgar la forma en la que ella vivía. Aunque debía admitir que en un primer vistazo el ambiente me generó desconfianza, nunca antes estuve en un lugar donde hubiese tanto alcohol o drogas, pero quería creer que no estaba bajo ningún peligro.

―¿Quién es Fyodor? ―quise saber, levantando una ceja.

―Mi primo ―me respondió ella.

―Oh, ¿vive aquí también?

―Sí, pero hoy no está ―soltó un suspiro, como si agradeciera la ausencia del chico.

―¿Y tus papás?

―Ni idea, ni siquiera los conozco.

ª

Ella lo dijo con tanta tranquilidad que hasta me sorprendí, más cuando se encogió de hombros restándole importancia.

NavajaWhere stories live. Discover now