18 | Estás celosa.

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Era casi de madrugada cuando recibí una llamada de un número desconocido en mi celular

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Era casi de madrugada cuando recibí una llamada de un número desconocido en mi celular. Hice mi mayor esfuerzo para contestar, después de dar un bostezo y pestañar un par de veces. Primero me asusté muchísimo al pensar que podía tratarse de algo malo, pero cuando escuché la voz de Rhea, después de tantos días, sentí mucha paz.

—Te estoy esperando afuera de tu casa.

Aquello fue lo único que me dijo, después me colgó.

Yo pensé que nunca volvería a experimentar esa sensación de mariposas en el estómago con una persona y me equivoqué. Eso fue lo que sentí cuando escuché su voz nuevamente, pero aún más cuando pude verla desde mi ventana al otro lado de la calle, esperando por mí mientras se fumaba un cigarrillo arrecostada a su moto.

No dudé en salir, tampoco me preocupé en pedir permiso porque era fin de semana, eso quería decir que mamá y Frederick se encontraban en el pueblo, muy lejos de mí. Entonces me abrigué y crucé la puerta de mi casa. El exterior me recibió con una iluminación natural, la media luna alumbraba las calles mientras que el viento revolvía mi cabello en todas direcciones. La rubia batallaba por mantenerse peinada, pero eso claramente le resultaba imposible. El frío no me importó, porque en ese momento lo único que me interesaba era ver de nuevo a Rhea, luego de tantos días con su ausencia.

—Quien pudiera verse tan bien a las dos de la madrugada —me halagó, mirándome de pies a cabeza, cuando estuve frente a ella.

Lo decía como si ella no se viera espectacular con aquella gabardina negra y el cigarrillo en sus manos, dando ese aire de misterio y maldad.

Yo seguro parecía una guayaba aplastada.

Ni siquiera me dejó hablarle, porque segundos después casi me subió a rastras en su motocicleta. Dejó a un lado el cigarrillo para comenzar a conducir hacia cualquier dirección, yo solo me dejé llevar sintiendo el frío en mi rostro mientras me aferraba a su cuerpo rodeándola con miz brazos.

Ahí supe lo mucho que la había extrañado.

La capital de madrugada casi parecía aterradora, las calles cubiertas de niebla mientras la soledad le acompañaba. No había tanta iluminación y el único sonido que se escuchaba era el de la moto de Rhea conduciendo a altas velocidades por la carretera húmeda.

Poco después llegamos al lago de la ciudad, el lugar donde todo comenzó.

Ambas caminábamos con nuestros brazos entrelazados. Meses atrás jamás habría imaginado que saldría con la misma chica que me atropelló, hasta parecía absurdo, pero allí estaba con ella. La brisa gélida de invierno azotaba nuestros cabellos, el frío nos impregnaba en el cuerpo a pesar de que ambas llevábamos gabardinas largas. Al encontrarnos cerca del lago, la temperatura solía ser más baja.

Nuestros pasos dejaban huellas en el suelo conforme avanzábamos, íbamos por un camino rodeado de árboles secos y sin hojas, que ahora estaban cubiertos de gotas de agua. De vez en cuando, al hablar, el humo a causa del frío salía de nuestra boca y se mezclaba con el aire, simulando el de un cigarrillo, solo que este nos obligaba a temblar o abrazarnos para proporcionarnos calor. Aquella madrugada el lago más grande y famoso de la capital se encontraba totalmente vacío, no había ninguna fiesta clandestina o personas bebiendo alcohol como era costumbre.

NavajaWhere stories live. Discover now