16 | Todo es mi culpa.

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Estaba abrigada con una ligera chaqueta, pero eso no era suficiente para calmar el frío en mi cuerpo, sobre todo si me encontraba en un lugar poco conveniente para entrar en calor

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Estaba abrigada con una ligera chaqueta, pero eso no era suficiente para calmar el frío en mi cuerpo, sobre todo si me encontraba en un lugar poco conveniente para entrar en calor. Con mi mano sostenía un vaso de café caliente y le daba pequeños sorbos de vez en cuando, tal vez para no quedarme dormida en las incómodas sillas.

La inquietud era indescriptible, el hospital estaba casi vacío y el silencio no ayudaba con mi desesperación. Hacía menos de dos horas una ambulancia llevó a Valentino, inconsciente y cubierto de sangre

Aún sentía las ganas de vomitar, mi corazón apretado y el bullicio de las personas no dejaba de repetirse en mi mente. Las enfermeras decían que iba a estar bien, que la herida era grande pero no corría peligro, por la mañana le darían de alta. Aun así yo no dejaba la preocupación de lado ni me quitaba la culpa de encima.

Lo peor de todo era tener que ver a la familia de Valentino, totalmente desesperada. Su hermana mayor, su madre y su padre se mostraban angustiados debido al incidente. Yo nunca había cruzado palabras con esas personas, pero los conocía porque la señora era compañera en el trabajo de mamá. Elizza, la única hermana de Valentino, nos miraba como si sospechara algo, frunciendo el ceño.

En el hospital nos encontrábamos Rhea, Holden, Liz y yo. Cada uno con una mueca de preocupación, Rhea aún no se atrevía a hablar y yo solo deseaba que el chico estuviera bien. También llegaron varios amigos de Valentino, quienes nos miraban con muchísimo enojo, principalmente a Rhea.

Supe que estaba amaneciendo cuando el sol comenzó a colarse por las ventanas del hospital, mis ojos ardieron a causa del sueño y fue inevitable no soltar un bostezo. Ya me sentía mucho más tranquila porque Holden me dio un té, pero la preocupación no se iba.

Todo empeoró cuando Elizza quiso hablar conmigo, llevándome hasta una zona del hospital donde nadie pudiera escucharnos. Sentí que todo en mi interior se revolvió cuando ella me miró de forma amenazante. Era muchísimo más alta que yo, con toda la seguridad de que iba a intimidarme.

—Estabas allí, ¿Cómo fue que pasó?

Su pregunta fue exigente, deseaba saberlo todo. Pero yo no era capaz de contarle toda la verdad, no me sentía del todo bien como para decirle lo que verdaderamente pasó en ese club nocturno al que esperaba nunca volver.

—Una chica quebró una botella en su cabeza.

—¿Quién? —insistió, mostrándose enojada.

—No lo sé —le mentí, con un tono nervioso—. Todo pasó tan rápido, yo...

—Nadie te revienta una botella en la cabeza sin motivos.

Aquello fue lo último que dijo antes de dejarme sola para encaminarse de regreso a su lugar. Elizza no era una tonta, seguro debía sospechar que algo más pasó. Pero yo nunca le diría que fue Rhea quien lo hizo para defenderme de su hermano. Me quedé allí, completamente sola. Pensaba en toda la locura que ocurrió esa noche, en los problemas a los que me enfrentaría con Frederick cuando se enterara de todo y en el odio que me tendría Valentino después de eso. También sentía miedo de que algo así volviera a pasar, la sensación de alguien besándome a la fuerza fue horrible.

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