10 | ¿Me estás evitando?

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Caminaba llevando conmigo una sombrilla para cubrirme de la ligera llovizna mañanera, curiosamente el día amenazaba con estar más lluvioso que los anteriores del mes

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Caminaba llevando conmigo una sombrilla para cubrirme de la ligera llovizna mañanera, curiosamente el día amenazaba con estar más lluvioso que los anteriores del mes. Al poco rato de andar por las calles, me vi obligada a detenerme en la primera cafetería para comprar un café y tostadas. Quise quedarme a disfrutar mi bebida en la comodidad del interior, pero no tenía mucho tiempo por lo que tuve que pedirlo para llevar.

Como era de costumbre, desperté tarde y perdí las primeras clases, creo que se me había vuelto un mal hábito dormir de más. Ahora iba con prisa hacia el instituto, solo me limitaba a seguir mi camino, ya luego tendría tiempo para lamentarme de mis desgracias. Por suerte llegué pronto, agotada y sin muchas ganas de entrar a mi salón.

No supe si fue buena o mala suerte, pero en cuanto iba a entrar al salón otra chica también lo iba a hacer y de forma abrupta acabamos chocando nuestros cuerpos. Lo peor no fue el impacto ni el susto, sino que acabé derramando todo mi café caliente en su ropa.

—¡Lo lamento! —intenté disculparme por todo ese desastre, realmente estaba muy avergonzada.

La chica tenía una mueca de dolor en su rostro, porque seguramente la había quemado un poco, e intentaba limpiarse la bebida mientras contenía las lágrimas. Por suerte llevaba puesto un abrigo grueso, pero ahora estaba totalmente sucia y yo me sentía muy estúpida.

—Descuida —trató de decir, con un tono de voz suave y mirándome por encima de sus lentes redondos.

Supuse que ella era de mi edad, aunque mucho más pequeña que yo. Algunas veces la vi por los pasillos pero nunca cruzamos palabras, en realidad parecía ser muy solitaria.

—En serio no era mi intención —solté, apenada. Me sentía totalmente mal, más aún con su rostro triste—. Déjame ayudar a limpiarte.

Ella accedió, juntas caminamos hacia los baños de chicas. Allí le ayudé a limpiar su abrigo con agua, aunque quedó hecho un desastre, entonces tuvo que quitárselo por completo. Intenté darle el mío porque el día estaba frío y yo había arruinado el suyo, pero ella se negó a aceptarlo alegando que se encontraba bien y no era necesario.

—No somos compañeras, ¿por qué ibas a entrar a mi clase? —quise saber en cuanto recordé ese pequeño detalle, mostrándome un poco extrañada.

—Me cambiaron de grupo —explicó, con una mueca incómoda en sus labios.

La chica me contó que en su grupo anterior la molestaban muchísimo, tanto que a veces lloraba. Tenía mucho miedo de quejarse, pero lo hizo, al final la cambiaron de grupo y suspendieron a quienes la acosaban. Supuse que estaba sola o no tenía amigos, por lo que me ofrecí a acompañarla en clases, no solo por lástima sino también porque me pareció agradable.

Se llamaba Liz, era un poco tímida pero bastante agradable, justo de esas personas que lograban agradarte a la primera impresión. Su cabello negro azabache estaba cortado por sus hombros, totalmente liso. Además, seguro que tenía algún problema en su vista, porque usaba unos lentes redondos que agrandaban sus ojos pero también resaltaban sus pómulos.

NavajaWhere stories live. Discover now