19 | Nos colamos en una fiesta.

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Holden y yo estábamos escondidos comiendo pollo frito

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Holden y yo estábamos escondidos comiendo pollo frito.

En la parte trasera del colegio siempre estaban los grupitos problemáticos haciendo cosas que no se deberían hacer en horas de clases. Estar ahí se sentía como si estuviéramos cometiendo un crimen, mientras que Holden parecía muy relajado. No supe en qué momento mi mejor amigo lo compró, pero me llevó casi a rastras para que nadie más nos pidiera.

Así de invivible era Holden.

Si se trataba de compartir, él era un experto en no hacerlo. Yo tenía suerte porque era casi la única persona a la que le convidaba de sus cosas, en especial la comida. Pensándolo bien, no recordaba a Holden compartiendo ni siquiera un lápiz con alguien más que no fuera yo.

Mientras masticaba una papita frita, él procuró hablarme en voz baja para percatarse de que nadie más lo escuchara;

—Juleth, ¿a dónde te gustaría que te llevaran en una cita?

Hice una mueca de confusión al escuchar su pregunta, pero él evitó hacer contacto visual conmigo, como si acaso eso le generara muchas emociones las cuales no quería demostrar. Yo bebí del refresco gaseoso para no atragantarme, después le contesté con mucha seguridad;

—Cualquier lugar está bien, excepto comer pollo frito cerca de un basurero.

Hice una mueca de asco, porque eso era muy desagradable. Cerca de nosotros había moscas volando alrededor de un basurero, un poco más lejos un chico bebía de una botella que de seguro era alcohol. Holden dejó salir una risa e intentó no botar la comida de su boca.

—¿Por qué preguntas?

—Invité a Liz a salir, pero aún no sé a dónde puedo llevarla.

Por poco acabé escupiendo el pollo.

—¿Vas a tener una cita con Liz? —exigí saber, quedando boquiabierta por el asombro.

De inmediato su rostro se enrojeció y pareció estar algo nervioso.

—Eh...no es una cita exactamente... —trató de retractarse, jugando con sus dedos.

—Pero si acabas de decir que era una cita —obvié, recordándole las palabras que él mismo dijo segundos antes.

—Bueno...tal vez si sea una cita —admitió, mostrando una media sonrisa.

Yo traté de contener un grito de la emoción, pero fue imposible.

—¿¡Te gusta Liz!? —acabé gritando.

Holden me tapó la boca con sus manos llenas de pollo, se veía asustando, observando a su alrededor para percatarse de que nadie estuviera viéndonos o escuchando nuestra conversación. El chico a lo lejos ni siquiera se percató de nuestra presencia.

—¡Shh, baja la voz! —me advirtió, obligándome a hacer silencio—. No me gusta, solo me llama la atención.

—¿Seguro?

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