1 | Todavía lo recuerdo.

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Yo nunca esperé enamorarme de la chica que me atropelló con su motocicleta

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Yo nunca esperé enamorarme de la chica que me atropelló con su motocicleta. Todavía lo recuerdo, estuve cerca de morir por su culpa. Pero todo tiene una explicación, también un comienzo.

Quizás no debí salir de casa porque tenía muchas cosas por hacer, pero la insistencia de mi amigo me llevó al exterior en donde una gélida brisa invernal me recibió. Las noches estaban siendo más frígidas de lo normal, la niebla cubría todo a su paso y pronto caería lluvia en toda la capital. Debido al frío, un movimiento involuntario me llevó a acercar mis manos a la boca para proporcionarme calor con pequeñas exhalaciones, mientras comenzaba a caminar por la oscura calle.

No estuve mucho tiempo en soledad, porque un par de avenidas más adelante logré visualizar una figura masculina. Supe que se trataba de mi mejor amigo Holden, quien a pesar de estar casi cubierto de niebla, lograba reconocerlo por su pose despreocupada. Él me esperaba con paciencia, aun sabiendo que yo era demasiado lerda y debimos encontrarnos hacía ya bastante rato.

—Comenzaba a congelarme de frío, pero mira lo que traje para calentarme —fue lo primero que me dijo al llegar, con un tono de voz alegre y mostrando una botella de alcohol en sus manos que ya iba casi por la mitad, después le dio un sorbo.

Sus mejillas rojas me demostraban que el licor ya le había hecho efecto y yo hice una mueca de asco con mi nariz. A diferencia de él, a mí no me gustaba el licor.

Entonces comenzamos a caminar en dirección al lago, que en realidad se encontraba muy cerca y seguramente esa noche estaría lleno de personas. Mientras caminábamos, él bebió un par de tragos más y trató de persuadirme para que bebiera, pero me negué. Holden era esa clase amigo que todos tuvimos alguna vez. Borracho pero buen muchacho.

―Yo hoy no voy a tomar ―le advertí, pero pareció ignorarme y se detuvo a mitad de la calle.

―No sabes de lo que te pierdes ―intentó convencerme con su tono de voz algo ronco y pronunciando las palabras enredado. Algo me hacía creer que Holden terminaría borracho esa noche y yo cuidando de él―. ¿Me vas a despreciar un trago?

―Sí, obviamente.

Él no estuvo muy conforme con mi respuesta e incluso hizo un puchero, llenó sus mejillas de aire y se cruzó de brazos con la botella en mano. Su cabello se veía más oscuro de lo usual y sus ojos algo adormilados, lo típico cuando andaba un poco ebrio.

―Es la última noche de vacaciones, no puedes ser tan amargada ―se quejó, poniendo sus ojos en blanco.

―Yo no soy amargada ―le contradije, obteniendo una burla de su parte.

La verdad sí era un poco amargada, tanto que ya estaba arrepintiéndome de salir. De no ser por Holden seguro pasaría la mayor parte de mis días encerrada en mi casa, porque a diferencia de mí, él era algo sociable y le gustaba salir a divertirse a cada rato. Esa noche nos dirigíamos al lago de la capital, donde casi todos iban a celebrar el último día de vacaciones de mitad de año porque después las clases se robarían todo nuestro tiempo. Lo único que no me gustaba era el hecho de que en ese lugar solo había drogas y alcohol, pero Holden ponía de excusa que por ser nuestro último año de colegio debíamos hacer cosas de las que luego pudiéramos reír.

NavajaWhere stories live. Discover now