20. Thor

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Estoy a punto a punto de llegar a la habitación de madre para preguntarle si necesita algo, cuando esta se abre y el rostro de Loki aparece ante mi visión. Él no dice nada, guarda un papel en el bolsillo de su pantalón, acomoda la mochila que lleva a sus espaldas y comienza a caminar hacia la salida ignorando mi presencia.

—Loki —lo llamo en cuanto sus pasos están cerca de mi posición. Tomo su brazo preguntándole que ha sucedido y recibo como respuesta una mirada de desprecio y un golpe en la mejilla que estoy seguro dejará una marca. Él aprovecha mi desconcierto para liberarse de mi agarre y antes que tenga tiempo de reaccionar, corre hacia la salida abandonando la casa sin decir nada. Con el latente dolor en mi rostro, me dirijo hacia la habitación de madre quien me recibe con una expresión que he sabido distinguir con el pasar de los años. Es la que usa para dar malas noticias.

—Sabe la verdad, Thor. —Hay silencio entre los dos porque no sé que responder ante lo dicho—. Pensé que se lo dirías tú, lo habías prometido.

—Creí que podía, pero yo… —muerdo mi labio inferior con tanta fuerza que siento el sabor metálico de la sangre—. No pude, ¿sabes lo feliz que ha sido Loki todo este tiempo? No lo he visto esbozar ese tipo de sonrisas nunca.

—Hijo...

—Sé que hice mal, pero no encontré la manera de decirle que nuestros padres se amaban, que la historia que tanto ellos trataron de evitar, se volvió a repetir con nosotros, que convertimos amistad en amor como hicieron en su momento Laufey y Odín. Lo que es peor, no fui capaz de confesarle que tenemos una hermana.

—Y que su madre está viva.

—¿La madre de Loki…

—¿No lo sabías, verdad?

Niega con la cabeza, mis manos se cierran en puños debido a la impotencia porque de haber sabido esa verdad, lo hubiera contado todo sin dudas de por medio. Heimdall fue capaz de relatarme la historia, pero obviando un detalle que hubiera cambiado mi decisión de callar. Siento lágrimas en las mejillas que se unen al ardor del golpe recibido minutos antes. Madre abre sus brazos y no hago más que ir a su encuentro y abrazarla con cuidado mientras siento sus manos en mi cabello y palabras de consuelo susurradas en mi oído, sin embargo, estoy consciente que las cosas entre Loki y yo han cambiado por mi culpa.

○●○

He llamado a Heimdall quien no ha puesto objeción en acudir a casa y poder cuidar a mamá, me ha dicho que yo debo retornar a clases y yo he colgado en cuanto lo escuché. Ahora estoy esperando su llegada con la mejilla roja, la culpa en mis espaldas y el corazón hecho pedazos, él no tarda en llegar, corto su saludo y no me acercó para recibir un abrazo, me limito a pedirle que cuide bien a madre y que me mantendré en contacto, abro la puerta y me marcho hacia la consecuencia que trajo mi silencio.

○●○

Llegar a casa es agotador, me he bajado calles antes para poder caminar sumido en mis pensamientos que son interrumpidos al sentir una mirada a lo lejos y no me cuesta mucho distinguir a Laufey de pie en el umbral de su puerta principal con odio que irradia a mi dirección. Mis manos se forman puños, suspiro para calmarme hasta que escucho su voz y volteo por puro acto reflejo.

—Tenía razón al final —dice con ese tono de voz elegante pero mezclada con rabia—. Eres igual a tu padre, no haces más que destruir todo, la sangre podrida de Odín corre por tus venas y es algo que no puedes cambiar.

Lo estoy observando sin decir palabra y quizá eso lo desespera, saber que el chico al que tantas veces llamó un rebelde sin solución no le responde a gritos a un adulto como se supone que debería. Me mantengo quieto, mis puños se relajan en una acción que no pasa desapercibida por él. Laufey me enseña una débil sonrisa antes de lanzar su siguiente misil.

—Creo que entiendo al fin porque Frigga se fue, yo tampoco soportaría mucho tiempo vivir en la misma casa que Odín o contigo sabiendo que los dos son una copia exacta del otro. Podridos hasta la última célula.

Apenas avanzo dos pasos cuando una fuerte mano sobre mi hombro me lo impide. Padre está a mi lado con la misma ira en su mirada que Laufey.

—¿No deberías meterte con alguien de tu edad? —comienza avanzando dos pasos adelante—. ¿o es que tienes miedo de perder bajo las mismas condiciones que te ves obligado a buscar alguien menor y en desventaja?

—¿Alguien de mi edad? Puedo buscar a Frigga entonces, tal y como tú hiciste con Farbauti, ¿te parece justo eso?

Existe un poco de tristeza en la mirada de Laufey al mencionar lo que sucedió hace años y no sé si sea por su esposa o por mi padre.

—Serían igual de condiciones, ¿verdad, Odín?

—Laufey…

—¡Cállate! No quise escucharte hace años, menos ahora. Vete a tu casa y no aparezcas de nuevo —concluye con un suspiro, da media vuelta para ingresar a su propio hogar dando por terminada una discusión que no pasó a mayores.

Padre dice que debemos ingresar, que pedirá comida y podremos hablar de todo. Sabe que hay problemas y yo no pongo excusas. Él se adelanta mientras yo me quedo en la vereda con la mirada que se eleva hasta la habitación de Loki dándome con la sorpresa que él se encuentra ahí. No está mirándome por más que ruego entre susurros que lo haga, minutos después, voltea y desaparece tal y como hizo su padre minutos antes.

○●○

La comida se ha enfriado con apenas la mitad de su contenido, padre lleva el vaso a sus labios pero no da ningún sorbo, el envase vuelve a estar en la mesa. Nos miramos esperando que cualquiera de los dos comience la plática, pero él sabe que no seré yo quien lo haga.

—Hijo, sé que nada de lo que diga cambiarán las cosas que sabes ahora.

—No lo hacen —respondo arrugando la servilleta—. Solo, quiero saber por qué.

—La ira es el peor de los sentimientos, realizas acciones de las que te arrepientes hasta el punto de querer retroceder el tiempo y borrar lo que hiciste mal.

—Pero no tendrías una hija de hacerlo.

—Lo sé. Nada arreglará los errores que cometí con Frigga, contigo o incluso con Laufey.

—Ustedes…

—Cosas del pasado, Thor —menciona tajante y sé que es un tema que debo evitar—. Todo eso ya no existe. Aunque es irónico, ¿sabes? Pasar tanto tiempo evitando verlo y terminamos viviendo uno frente al otro, había olvidado la rabia que sentía hasta que él apareció de nuevo, no es ninguna excusa para las acciones que vinieron después y lamento mucho haberte inculcado el odio hacia alguien que no lo merecía. Loki y tú no tienen nada que ver con nuestros asuntos, tal vez lo entendí demasiado tarde.

—La hija que tienes, ¿cómo se llama?

—Hela, su madre decidió el nombre, tiene doce años. Las visito a veces cuando miento diciendo que tengo una reunión o viaje de negocios, a decir verdad, es muy parecida a Loki, nadie podría negar el parentesco que comparten.

—¿Crees que podría conocerla?

—Sí —responde dejando ver sorpresa en su voz, tal vez porque esperaba que yo estuviera molesto y sin querer saber nada de mi hermana.

—¿Ahora? —interrogo al darme cuenta que aún es temprano. Padre me ofrece una extensa mirada que no sé bien que quiere transmitir, luego se concentra en un punto en la pared y pronto me enseña las llaves que obtiene del bolsillo de su pantalón.

—No hay problema, yo lo he hablado sobre ti más veces de las que recuerdo.

Asiento con la cabeza, obtengo la casaca de mi mochila y le aviso que ya podemos irnos. Trato de aparentar serenidad pero por dentro muero de nervios, enterarme de una hermana e ir a visitarla son cosas muy distintas y no sé que reacción podría esperar de su parte.

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