14. Loki

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En clases, los rumores se hacen presentes, no escucho nada de lo que personas que no conocen a Thor tengan que decir sobre él, incluso he llegado a ignorar las miradas de Sigyn, no quiero hablar con nadie sobre las verdaderas razones por las cuales Thor no asiste a la escuela o porque no ha regresado a casa durante unas tres semanas. Cada día se vuelve más extenso, observo la ventana de mi habitación demasiadas veces en cualquier momento libre que tengo, imagino a Thor desde el otro lado sonriendo, saludando y haciendo señales al tratar de enviarme un mensaje, no obstante, solo es eso, un pensamiento que no se transforma en realidad. Tampoco he recibido más llamadas suyas o un mensaje contando que está sucediendo ahora que las preguntas son mayores a la cantidad de respuestas. Y no es solo el hecho de sentir que poco a poco, la desesperación y ansiedad aumentan al no tener noticias suyas, sino como esto ha afectado la relación con mi padre. Él y yo hemos cortado la poca comunicación que aún solíamos conservar, pocas veces lo he visto en casa y cuando llega es en plena madrugada solo para desaparecer a las primeras horas de la mañana. He tenido que acostumbrarme al nuevo cambio, callado, sin oponerme yendo en contra de mi fuerte actitud quizá porque no deseo problemas o provocarle malas memorias a mi padre que involucren a una persona que ya no está con nosotros.

Cuando el timbre suena anunciando el receso, soy el único que permanece en el salón. Leo el libro que Thor me regaló luego de nuestra primera salida. La nota adhesiva con un rayo en ella se encuentra en la primera página como el constante recuerdo de un momento que debía valorar más. Avanzo dos líneas antes de elevar la mirada al ver como mi lectura ha sido interrumpida por un brazo extendido en mi dirección. Distingo el girasol envuelto en papel depositado sobre la carpeta y a la mano femenina que lo sostiene. Jane no dice palabra alguna, me observa unos segundos, una diminuta sonrisa se dibuja en la comisura de sus labios y sin darme explicaciones, casi corriendo, acude a la salida donde desaparece al mezclarse con los estudiantes que caminan por el pasillo.
Doy miradas alrededor, sin acabar de creer lo que acaba de suceder o buscando a alguien escondido en cualquier rincón listo para reírse por lo que supongo es una broma de muy mal gusto, sin embargo, en cuanto sostengo la única flor entre mis manos y leo la nota adherida a ella, sé que no es así. Me quedo admirando la caligrafía desigual que he sido capaz de reconocer a la perfección, solo se encuentra mi nombre en el pedazo de papel junto con el dibujo de un rayo. Vuelvo a mirar a mi entorno, esta vez con la esperanza de verlo en el umbral de la puerta, sonriendo, diciendo que ha regresado y dándome las explicaciones que tanto he esperado, pero el salón continua vacío como al inicio.
Guardo la flor en mi mochila de la manera más delicada que me es posible, no quiero miradas curiosas en mi dirección cuando los demás retornen de su receso, intento enfocarme en la lectura, no obstante, es difícil. Solo espero los minutos que faltan para la reanudación de clases y en cuanto el timbre suena observo a mis compañeros ingresar al aula, busco a Jane Foster, visualizo como actúa con normalidad, sentándose y prestando atención al profesor que es el último en hacer notar su presencia.

El resto de las clases transcurren con completa normalidad. He pensando incontables ocasiones en la flor que guardo en mi mochila, en la nota que llegó con ella y al autor del detalle. Al anunciarse la salida, permito que Jane pase delante mío y solo entonces, cuelgo la mochila en mi hombro derecho y emprendo la marcha siguiendo sus pasos. Nuestros caminos coinciden hasta cierto punto, ella se despide de una amiga y es cuando me aproximo para encontrar la respuesta a una de las tantas interrogantes que he ido acumulando conforme las semanas.

—Foster —digo quedándome a su lado. Voltea en mi dirección y por más que ella intente cruzar la calle, el semáforo se encuentra en verde y el tráfico aumenta—. ¿Puedo saber…

—Solo accedí a cumplir un pequeño favor —interrumpe mordiendo sus labios en clara señal de nerviosismo—. Solo… —calla de forma abrupta, pienso que tal vez está luchando contra sus pensamientos, sobre que puede decir y que no—. Escucha, Loki, él se encuentra bien, ¿es todo lo que debe importar no?

—¿Por qué no me lo dice él de manera personal?

—Thor lo contará cuando deba hacerlo. Su situación es… —Existe otro silencio y por más que el semáforo ha cambiado a rojo, ella permanece en el mismo sitio—. ¿Conoces el mito griego del girasol? —interroga, una leve sonrisa se asoma en su rostro y antes de que tenga la opción de contestar, cruza la calle y se pierde una vez más entre la gente.

Al llegar a casa, lo primero que realizo es subir a mi habitación y con delicadeza, abro la mochila soltando un suspiro al comprobar que la flor no se ha maltratado en el trayecto. Esta es depositada en un florero con agua. Obtengo el celular de mi bolsillo, escribo lo que estoy buscando y leo el resultado.

"En la mitología griega, la ninfa Clytia se enamoró locamente del dios del Sol, Apolo, el cual no sentía lo mismo por ella. A Clytia se le partió el corazón y murió de pena, convirtiéndose en un girasol que seguía al sol allá donde fuera. No quería perder de vista a su amor, el Sol".

Finalizo y no tardo en enfocarme en el nuevo detalle que adorna mi escritorio, la nota con la que vino es situada dentro de la libreta que fue un regalo por mi décimo cumpleaños. Me encuentro releyendo aquello que Thor escribió en una página y que yo tardé años en darme cuenta que existía cuando las voces provenientes de la calle me distraen. Me aproximo a la ventana para ser testigo de los prominentes gritos que esboza Frigga al descender del vehículo. Insulto tras otro es dicho mientras golpea la puerta de la casa, llama a su aún esposo en un tono de voz que no la escuché usar con anterioridad. Al tener a Odín frente a ella, los gritos no cesan, pero si disminuyen un poco su intensidad. Frigga se encuentra furiosa, contrario a Odín que permanece sereno.
Y en cuanto ella se percata que estoy siendo observador en su escena, señala en mi dirección y la reprimenda toma otro rumbo teniéndome a mí como protagonista. Su voz ha vuelto a ser audible y en la distancia, distingo cada palabra dicha.

—¡No puedes hacerle eso a ninguno de los dos, Odín! —vocifera perdiendo la paciencia—. ¡No es justo! ¿¡Cuánto más piensas ocultarlo!?

Si parece que voy a recibir alguna clase de respuesta a cualquiera de las preguntas que mantengo, esta se desvanece en el preciso instante que mi padre ingresa y me exige que abandone mi alcoba. Quiero negarme, pero la mirada que ofrece me dice que no escuchará ninguna de mis oposiciones. Obedezco oyendo un último grito antes que papá me acompañe a un sitio en la casa libre del bullicio.

Una frase que será difícil de olvidar, más interrogantes en un asunto que no consigue la aclaración a las dudas.

—¡Deben saberlo! ¿¡Laufey y tú piensan callar toda la vida!?


•••

Ahora si comienza lo interesante.
Y también, habrán más capítulos desde la perspectiva de Loki antes de retornar a Thor. 
  

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