37. Loki

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Epílogo 1/4

Asiento con la cabeza ante las explicaciones, alguien me extiende el cráneo de utilería que sostengo en la diestra a la altura de mi rostro. Hay una cuenta regresiva, la voz del director para comenzar con la obra y por supuesto, digo las líneas que aprendí de memoria desde hace tanto tiempo, estas fluyen con completa naturalidad, al igual que las expresiones apoderándose de mí acorde al personaje interpretado. Al concluir, hay aplausos de los presentes, respondo con una ligera reverencia.

—Excelente último ensayo.

Poco a poco nos vamos dispersando. Me aproximo al perchero, agarro el abrigo y lo pongo encima de mis prendas. Me despido de los otros actores mientras mis manos se ven enfundadas por guantes negros para resguardarse del frío nocturno e invernal. Afuera, la avenida me recibe en completa tranquilidad apenas interrumpida por pasos ocasionales de los transeúntes. Iluminado por los faroles públicos, es hora de comenzar otro trayecto, coloco auriculares en cada oreja, procuro que el volumen no sea tan alto y así, con la música como única compañía que existe para mí, muevo las piernas siguiendo el camino que sé de memoria por mis años viviendo en la ciudad.

En algún punto de mi caminar, debo detenerme para responder una llamada, la cual solo está llena de monosílabos de mi parte. Dos afirmaciones, una negación para uno de los socios de mi padre, cuelgo dejando a mitad de oración la propuesta del hombre al otro lado de la línea, no deseo ni pienso escuchar insinuaciones o intentos de coqueteos que están lejos de dar fruto alguno. Bufo con fastidio sabiendo que mi ánimo acaba de cambiar radicalmente, mi buen humor de hace instantes se esfumó por completo. Apago la música, muevo el celular junto con los audífonos al bolsillo delantero del pantalón y así, reinado por el silencio, termino el recorrido.

Al llegar a destino ya tengo las llaves en la diestra, coloco la correspondiente en la cerradura, una vuelta después me recibe el interior del apartamento. Enciendo las luces de la sala para no tropezar con las cajas que hay en la entrada, bostezo mientras acudo a mi habitación donde caigo sobre el mullido colchón. Mi plan de dormir se ve interrumpido por la llamada entrante, visualizo la pantalla y al nombre de mi padre en esta, contesto en altavoz para poder escuchar con atención en lo que me cambio por unas prendas más cómodas y adecuadas para estar en casa y relajarse.

—¡Loki! —Es lo primero que exclama al ser atendido, parece que lleva un par de copas encima.

—¿Estás celebrando? —cuestiono quitándome primero los guantes, sigue la bufanda y el abrigo que llevo encima.

—¡Acabamos de cerrar un acuerdo importante!

—Eso parece —respondo distinguiendo el bullicio de fondo, a las personas felices, la música, el sonido que producen las copas al encontrarse una con otra en un brindis-. ¿Por qué no llamaste? —suelto en tono divertido abriendo los botones del pantalón de mezclilla que es reemplazado a la máxima brevedad por la parte inferior del pijama.

—Lo hice.

—No es cierto.

—Bueno, fue Fandral, pero dijo que no le diste tiempo para invitarte. Sé más cortés, Loki o va a pensar que eres un viejo amargado cuando en realidad tienen la misma edad.

—Papá, sabes que yo no...

—Lo sé —interrumpe, seguido de esto hay una pausa que supongo usó para ingerir otro trago de alcohol—. La próxima oportunidad yo mismo me encargo de la llamada. Por otra parte, ¿te encuentras bien? —debe alzar el tono de su voz porque la celebración aumenta su volumen.

—Lo estoy —digo quitándome la camisa, agarro la prenda que voy a usar, me detengo en el espejo solo para visualizar la cadena que adorna mi cuello y que no he dejado de usar durante años. Muevo la cabeza de un lado a otro para dispersar pensamientos, termino de vestirme y prosigo—. Mañana es el estreno de la obra que te platiqué hace unas semanas, ¿puedes venir?

—No me lo perdería.

—¿Cómo está Hela?

—Viene ocasionalmente de visita —ríe tal vez recordando una anécdota reciente y de la que parece no querer contar—. Estaremos mañana los dos, por ahora, debo ir a casa y descansar.

—¿Quién te va a llevar?

—Fandral no tiene ni una gota de alcohol en el organismo, ¡ven aquí muchacho!

Hay ruido de algunas sillas, después otra voz en la llamada que suelta una risa sutil.

—Hola Loki, yo me encargo de esta situación.

—Gracias.

—Es una lástima que no hayas venido.

—Quizá en otra oportunidad.

—Voy a colgar, ¿de acuerdo? No te preocupes por Laufey.

—Bien, llamaré luego.

Finalizo la comunicación, veo la pantalla durante segundos hasta que se apaga y queda solo mi reflejo en su lugar. El collar plateado sobresale quedando a la vista, siento el accesorio entre mi tacto, por unos minutos, me dedico a marcar y remarcar los detalles que voy encontrando usando tan solo la yema de los dedos. Escondo el objeto debajo de la ropa tal y como he hecho desde hace un año. Me acuesto en la cama, me refugio entre sábanas para conciliar el sueño que no tarda en acudir a mí.

○●○

Despierto producto del timbre resonando en casa rincón. Aparto sábanas hechas un desastre durante el transcurso de la noche, acudo al llamado solo para encontrar a un muy sonriente Tony Stark detrás de la puerta.

—¡Adivina qué!

—¿Estoy en un sueño o por qué estás tan alegre por la mañana?

—¡Loki!

—Buenos días para ti también. Adelante, puedes pasar.

—Tengo algo importante que decirte.

—Gracias por preguntar como estoy.

—Primero tienes que escucharme.

—Mañana se estrena otra obra de teatro en la que soy el actor principal, gracias por el interés.

—¡Loki! —exclama de nuevo, pero esta vez tomándome del brazo para poder sacudirme—. ¡Voy a casarme!

Parpadeo repetidas veces asimilando la noticia que acaba de darme, mis reacciones deben ser muy expresivas por la manera en la que Tony ríe.

—¿¡Qué tú qué!? —suelto al fin provocando otra carcajada.

—No lo creías viniendo de mí, ¿no es verdad? Pero estuve pensando, hemos estado juntos desde hace tanto que esto parece lo correcto, perdí el miedo al compromiso, en especial tratándose de él.

—Espera, ¿fuiste tú quien realizó la propuesta?

—¿Creíste que fue Steve?

—Es el más cursi y empalagoso de los dos, supuse que fue él.

—¡Te sorprendí! —exclama moviéndose por el interior como si se tratara de su propia casa, va a la cocina y llena un vaso con agua—. Está de más decir que eres uno de los invitados —articula cuando ha bebido la mitad del contenido—, pero también vine para realizar una advertencia.

—Steve lo invitó a él, ¿verdad?

—Sí, sabes que no puedo hacer nada contra eso.

—No te preocupes, era de esperarse.

—¿Puedo preguntar qué sucedió entre ustedes?

—Distancia.

Me limito a responder con una palabra que resume toda la situación a la perfección, Tony realiza un gesto con los labios porque no sabe que decir o hacer ante lo dicho, termina el líquido, lava el vaso y lo deja con otros platos.

—¿Todo bien?

—No me perdería tu boda, Tony, menos por un tema personal.

Él sonríe con más tranquilidad, se despide mencionando que nos vemos más tarde en el teatro. Cierro la puerta, permanezco de pie delante de esta, en el espacio de la casa donde me encuentro no se escuchan nada más que los fuertes latidos de mi corazón. Mis labios evocan en un susurro un nombre que no me pertenece, pero que he dicho incontables veces como si tratara del mío y esto no hace más que revivir una clase de nerviosismo que creía extinto.

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