03. Loki

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El comienzo de la clase se ve interrumpida por la persona en el umbral de la puerta que pide disculpas una y otra vez. Él explica que olvidó colocar la alarma y que estaba cansando por el viaje de retorno de las vacaciones que se olvidó de todo lo demás. El profesor emite un gruñido pero le cede el ingreso con la promesa que no volverá a suceder. Desde mi asiento, emito una pequeña risa que pasa desapercibida por no ser tan audible. Thor se sitúa a mi lado y por más que quiero voltear en su dirección, quedo estático en mi sitio preguntándome a mí mismo por qué motivo prefirió estar en los asientos de adelante antes que irse al fondo como suele hacer desde hace años. Por el rabillo del ojo puedo ver como su grupo de amigos lucen igual de desconcertados que yo, extrañados por no tener a Thor con ellos listos para ser los causantes del bullicio que anima a otros estudiantes y genera molestia en los mayores. Recuerdo a Thor como el chico problema, salvado la mayoría de ocasiones por su padre. A mi mente viene una imagen suya del año pasado gritando en pleno examen que no había estudiado nada por asuntos familiares o todas aquellas veces que solo conversó con sus amistades en medio de una importante clase. Era un constante dolor de cabeza, no obstante, ahora se encuentra a poca distancia, sereno, con la vista fija al frente y oyendo todo lo que el maestro tiene por decir.

¿En qué momento cambió?, ¿o esta repentina actitud solo es causada por el último año de secundaria? Hace solo un par de semanas, Thor era el mismo de siempre, actitud despreocupada, calificaciones promedio, ahora parece que las cortas vacaciones de mitad de año le han hecho recapacitar originando un cambio que está sorprendiendo a más de uno de los presentes.

Juego con el lápiz entre mis dedos olvidando lo que el maestro explica con tanto entusiasmo, no oigo el discurso a los alumnos, solo aprieto con fuerza el objeto que este casi termina partido en dos. Pronto todo a mi alrededor deja de cobrar sentido hasta que el timbre que anuncia el receso me libera de mi trance. El resto de mis compañeros no tardan en emprender la huida con pasos apresurados que van hacia la salida y se pierden en el pasillo. Camino con tranquilidad después de haber ordenado mis pertenencias, Thor aún permanece en el aula, quizá para hablar con el profesor. Sin darle más importancia voy a la biblioteca donde no tardo en escoger un libro, sentarme y apreciar la lectura y el silencio que reina en el lugar. Los veinte minutos libres me parecen dos o tres, suceden con tanta rapidez que sin poder creerlo ya estoy de regreso al salón donde Thor continúa en la misma posición, como si nunca se hubiera ido en primer lugar. Desde mi asiento lo observo garabatear las hojas de su cuaderno, coloca su nombre en las esquinas junto con un rayo que parece su sello personal porque lo veo en cada uno de sus útiles.

El resto de la clase transcurre con normalidad, cuatro horas más de estudio, donde en los últimos minutos, los demás ya están guardando cuadernos y lápices en sus mochilas. Cuentan en murmullos los segundos que quedan. El último timbre del día suena en cada rincón junto con las exclamaciones de alivio. El maestro se despide también dejando escapar un suspiro de cansancio. Cuelgo la mochila en mi hombro dispuesto a irme, si no tardo en llegar a casa, existe la posibilidad de encontrar a papá y compartir un momento grato con él sin molestos celulares de por medio.

—Loki —dice Thor detrás mío. Sé que no puedo ignorarlo o pretender no haberlo escuchado. Después de todo, solo estamos los dos. Doy media vuelta para poder verlo y soy recibido por el intento fallido de una sonrisa que está lejana de ser o parecerse a la que recibí ayer de la misma persona.

—¿Sucede algo? —cuestiono elevando una ceja, mis zapatos dan toques sobre el suelo.

—Olvídalo. Lamento quitarte tu tiempo -Su boca permanece abierta, sin embargo, no añade más a su respuesta. Asiente con la cabeza y se adelanta dejándome confundido. Parecía entusiasmado.

○●○

No hay nadie en casa. Solo silencio y una nota sobre el microondas para darme a entender que la comida se encuentra adentro lista para ser calentada, pero he perdido el apetito. Subo las escaleras a mi habitación donde lanzo la mochila al colchón, elimino la corbata, camisa y el resto del uniforme que termina sobre la alfombra y sin prisa me doy una ducha apropiada donde siento gotas de agua recorrer mi espalda hasta perderse en las baldosas bajo mis pies. No me molesto en vestir una toalla. Voy dejando un camino de gotas en el corto tramo que existe desde el baño hasta la cama. Ahora solo porto ropa interior y una camiseta verde que me queda una talla más grande en la cual comienzan a notarse las marcas de agua que caen de mi cabellos. Me acuesto golpeando mi cabeza con la mochila y de inmediato siento un bulto en uno de los compartimientos que suelo dejar vacío. Extrañado me apresuro a abrir el cierre encontrando al causante, mi tacto toca la superficie de un libro, el mismo que quise comprar ayer y que por falta de dinero, no pude. Lleva una nota adhesiva encima de la portada donde no se ve nada más que la imagen de un rayo. Sin firma, algún mensaje o nombres de por medio, pero no hay necesidad. Sé quien ha sido.
Porque solo a una persona le pedí acompañarme al cine, solo una me vio en la biblioteca, lo que me sorprende es que me haya prestado la debida atención para darse cuenta que, el libro que ahora sostengo entre mis manos pero que ayer estaba en un sitio distinto, lo quise desde que lo vi porque se trata de uno de mis escritores favoritos. ¿Fui demasiado evidente o Thor es alguien atento?

Por puro acto reflejo, mi vista se posiciona en mi ventana donde aprecio la de mi vecino, las cortinas ajenas están cerradas tal y como las recuerdo desde la infancia negándose a mostrar el interior de la habitación. En aquella ocasión, el detalle que ha sido el mismo por más de una década cambia cuando su dueño abre las cortinas doradas recibiendo de inmediato rayos solares en su rostro. Thor me está observando con la que ahora si es una radiante sonrisa y solo en ese instante, me percato que estoy semidesnudo con apenas una camiseta para cubrirme. Me acerco a la ventana para cerrar las cortinas, pero él comienza a hablar, expresiones en su rostro que no puedo distinguir por no tener puestos mis lentes y sin ellos, resulta toda una proeza averiguar lo que está haciendo. Su voz es lo único que escucho en la distancia que nos separa.

—¡Espero te haya gustado mi regalo! —exclama usando las manos alrededor de su boca como un megáfono.

—¿Por qué? —interrogo. Mi voz es fuerte sin llegar a ser un grito. Tengo el volumen necesario para dejarme oír.

—Te debo dieciséis regalos en total. Por todos los cumpleaños que me perdí.

—Quince —corrijo, mis dedos aprietan la tela de la prenda que llevo puesta—. Me diste un presente por mi décimo cumpleaños.

Thor no responde y me esfuerzo por ver su rostro logrando apreciar un poco de sorpresa. Tal vez pensó que yo no lo recordaría o no le daría la debida importancia. Si tan solo él supiera que no lo he olvidado.

—Lo recuerdas —articula después de minutos sin palabras.

—Lo hago. Siempre lo he hecho —confieso cerrando las cortinas para ocultar mi vergüenza. Siento que soy un libro abierto, fácil de leer y deducir y lo odio, odio que mis sentimientos sean tan notorios por eso me esfuerzo por ocultarlos porque no quiero derribarme como una torre de naipes y mucho menos que Thor sea el causante.

Forelsket |Thorki|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora