08. Thor

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Canción tras canción es reproducida dentro de las paredes de mi alcoba. Incremento el volumen del estéreo para callar mis pensamientos, no obstante, la acción es inútil. No puedo dejar de imaginarme mil y un escenarios de lo que podría suceder ahora que Sigyn ha regresado. Quiero creer que nada cambiara, que Loki y yo seguiremos manteniendo nuestra amistad, pero no estoy tan seguro si podrá ser una realidad.

Un bufido escapa de mis labios, apago la música en medio de un solo de guitarra y caminando con lentitud, quizá por temor a lo que pueda encontrar del otro lado, me aproximo a la ventana y abro las cortinas doradas teniendo así el panorama de la habitación de Loki. Él no se encuentra ahí, la puerta está abierta y aprecio la libreta que le regalé sobre la cama. Todo luce impecable, pulcro y en perfecto orden. Cierro las cortinas antes de seguir divagando, no prendo el estéreo porque por primera vez prefiero estar en silencio, tal vez así consiga ordenar mis pensamientos y comprender porqué más allá de un riesgo de perder la amistad de Loki, la llegada de Sigyn me afecta de una forma que no creí capaz.

Ella y yo nunca fuimos cercanos, me limitaba a verla cruzar la puerta de la casa de Loki y horas después irse con una sonrisa en el rostro. A veces abrazaba a Loki con tanta fuerza que parecía que él iba a romperse en cualquier momento, besaba sus mejillas a lo largo del día produciendo un sonido exagerado en su acción. En sus visitas, portaba un peinado diferente junto con vestidos con estampado de flores y una increíble emoción propia de una niña de su edad.

Solo una vez coincidimos en nuestro camino. Sigyn concluía su visita del día y esperaba sentada en la vereda a que su padre venga por ella. Yo salí a sacar la basura y fue cuando nuestras miradas conectaron. Sigyn no me mostró su típica sonrisa, sus labios formaron una mueca y susurró entredientes palabras que no pude diferenciar. Lucía enfadada solo con verme y cuando estaba a punto de preguntarle si había algún problema, un vehículo se estacionó en la carretera impidiendo mi acción. Observé a Loki salir de su casa y llegar corriendo a ella para entregarle la chaqueta que se había olvidado antes que ella se fuera. Sigyn lo abrazó como agradecimiento y me dio una peculiar mirada mientras lo hacía, luego subió al auto de su padre y este se fue perdiendo en la carretera hasta que fue imposible seguir viéndolo.

Tiempo después, en mi décimo cumpleaños preparé un regalo para Loki gastando un mes de ahorros en un cuaderno personalizado. Mamá me acompañó a comprarlo y se ofreció a envolverlo por mí, le respondí que deseaba hacerlo yo aún si no era un resultado perfecto y fue solo para poder escribir una nota entre sus páginas. Esperaba entregarle el obsequio antes que Sigyn llegara a su casa porque sabía que ella estaría ahí en un día tan especial, no obstante, mientras estaba rodeado de familiares y amigos, a través de la ventana vi el jardín de la familia Laufey y a Loki sentado sobre el cesped, esperando por alguien que al pasar las horas no llegó. Poco a poco fui testigo de como su emoción fue transformándose a decepción, confusión y al final en tristeza.
Logré escapar de la fiesta, subí hasta mi habitación obteniendo el regalo que escondí debajo del colchón, bajé con suma rapidez y una vez que llegué a la sala fui sigiloso para no levantar sospechas en mi padre que estaba conversando con uno de sus amigos. Crucé la vereda y aparecí detrás de la cerca blanca que nos separaba.
Cuando Loki descubrió mi regalo y observé sus ojos iluminarse luego de la sorpresa, me alegró tanto ser el causante de esa reacción. Me despedí y volví antes que notaran mi ausencia. Desde entonces, esperaba que Loki leyera la nota que escribí para él y que pronto podamos iniciar una amistad. El momento no llegó en esa semana, la otra, al termino del mes ni los que vinieron. Años tras año sin una respuesta que deduje que él no deseaba desobedecer a su padre o la única regla impuesta por él hasta que llegó una tarde extendiendo boletos del cine y pidiendo que lo acompañe a ver una película.

No podía decirle que no, no cuando yo mismo estaba aguardando impaciente que él se acercara y podamos al fin ser amigos.

Suelto un bufido, mi mirada se enfoca en el techo como si ahí estuvieran las respuestas a mis interrogantes. Camino por mi habitación y decido volver a colocar música, esta vez para lograr la calma que tanto necesito. Por segunda ocasión, apartó las cortinas de la ventana. Ahora si encuentro a Loki sentado sobre la cama mirando en mi dirección. Porta sus anteojos y en sus piernas yace el cuaderno verde esmeralda abierto en el medio justo donde dejé la nota hace siete años.

Nos miramos, pero ninguno dice una palabra. Intento descifrar cualquier emoción en su rostro, no obstante, él permanece neutral negándose a mostrar lo que siente. Mis manos arrugan la tela dorada, desesperado por saber que está pensando. Permanecemos en silencio durante minutos que parecen una eternidad. Ni él ni yo damos el primer paso a la plática hasta que me veo obligado a dar por terminado la conexión para no continuar con la incomodidad que se puede sentir a pesar de estar a unos metros de distancia.

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