10. Thor

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Es la madrugada del sábado, las sábanas se hacen a un lado y en medio de la oscuridad, obtengo y coloco mis zapatillas. En completo silencio, procurando ser ágil cual gato, abro la puerta de la habitación y despacio, bajo las escaleras que llevan a la estancia principal la cual dejo para ser recibido por la repentina corriente de aire que desordena mis cabellos ya hechos un desastre. Del bolsillo de la chaqueta que me puse encima de la pijama extraigo una linterna que empleo para alumbrar la habitación de Loki. Prendo, apago y vuelvo a prender el interruptor del objeto. Aguardo jugando con una pequeña piedra que encuentro en la acera a la cual pateo de un pie a otro y algunos pocos minutos después, Loki se encuentra cruzando la autopista que nos separa. Sonríe con señales de sueño aún en su rostro en cuanto ha llegado a mí.

—Hola —saluda sin borrar el gesto que me es imposible imitar con más intensidad. Es entonces que me pregunto a mí mismo por qué mi acompañante no suele sonreír con regularidad porque es en definitiva, de las sonrisas más bonitas y radiantes que he tenido la suerte de presenciar.

—¿Todo en orden?

—Papá continúa durmiendo sin saber que estoy aquí afuera en plena madrugada.

—Es divertido, ¿no crees? —pregunto comenzando a caminar con Loki siguiéndome—. Romper la única regla que se supone no debemos quebrar.

—Podemos culpar a la adolescencia porque después de todo, ¿qué sería de esta etapa sin un poco de rebeldía? —responde acelerando sus pasos, casi corriendo, hasta llegar al pequeño parque que hay en el vecindario.

Loki se sienta sobre el césped invitándome a realizar lo mismo con una señal de su mano y en cuanto accedo a su petición, su cabeza descansa sobre mi hombro en un movimiento que me provoca sorpresa por la cercanía que hemos ganado en tan solo unos segundos. Él eleva la mirada al firmamento, a la luna llena que nos ilumina, yo opto por verlo a él aprovechando lo cerca que estamos uno del otro. Sus ojos color esmeralda brillan haciéndole competencia a las estrellas, observo el perfil de su nariz, sus pómulos definidos y al sonrojo que hay en ellos, sus labios delgados y la poca piel expuesta de su cuello. Percibo detalles que durante dieciséis años no causaron el menor interés en mí, pero que ahora me parecen dignos de pronunciar en voz alta como hacen los poetas al esbozar palabras de  amor para su musa.

"Amor".

Me detengo en aquella palabra, analizando su significado aprovechando el silencio instalado debido a que ninguno de los dos ha empezado una conversación. Doy una y mil vueltas al asunto, pensando si alguna vez me he enamorado de la forma más sincera que pueda tener a esta edad y termino dándome cuenta que nunca he experimentado tal sensación que se ha retratado a la largo de los años tanto en libros como en películas.

—Thor —susurra Loki cambiando su posición. Lado a lado, hombro con hombro. Voltea a verme elevando la comisura de sus labios, retoma su atención al frente permitiendo que un suspiro escape de sus labios—. ¿Alguna vez has tenido miedo de lo que pueda llegar a suceder?

—¿A qué te refieres? —cuestiono viendo a sus manos, demasiado cerca de las mías, sentir el césped sobre el que está sentado.

—Quiero decir, somos jóvenes, impulsivos, estúpidos, creemos que tenemos al mundo a nuestros pies y que somos capaces de lograr todo, pero sabemos que no siempre es así.

—¿Te consideras un joven estúpido, Loki?

Una risa como respuesta, un leve golpe en el pecho diciéndome que deje de bromear. El contacto no concluye, su mano está posada sobre mi corazón sintiendo los latidos del órgano vital y en un movimiento impulsivo, mi diestra se sitúa encima de la suya. Loki muestra sorpresa en su rostro.

–¿No sueles tener miedo de arruinar lo que más valoras?

Una pregunta más que viene en un murmullo. Nuestras miradas se conectan. Océano contra esmeralda y cada uno de los dos tratando de descifrar, sin mucho éxito, los misterios, sentimientos y respuestas en los iris del otro. Cuando estoy a punto de hablar, Loki da por terminada la conexión tanto de ambas miradas como de nuestros tactos.

—Será mejor volver antes que sea demasiado tarde —dice levantándose y eliminando suciedad de sus pantalones. Camina dándome la espalda, pasos lentos que esperan que le dé el alcance, no obstante, sigo en mi misma posición.

—¡Loki! —grito generando su atención. Sigue de espaldas, pero ha detenido su caminar—. Si no lo intentas, ¿cómo estás seguro que no puede funcionar? 

Está mirando en mi dirección, con el viento moviendo sus cabellos negros en una escena digna de fotografiarse. Al principio, no hay ningún tipo de reacción y entonces, sus labios se mueven, el tono de voz es débil que no llega hasta mis oídos. Solo diferencio una de las palabras en su frase.

“Tú”.

Permanece estático y yo aprovecho para ir a su encuentro. Frente a frente, nuestros ojos se vuelven a buscar. En medio de una escena alumbrada no solo por la luz de los faroles sino por la que emite la propia luna o incluso los astros que a su vez realizan el papel de únicos testigos, llevo mi tacto a su mejilla acariciando con la yema de mis dedos el sonrojo presente que solo aumenta ante mi movimiento, desciendo hasta su cuello desnudo, marcando la lluvia de lunares que encuentro en mi camino, me muevo hacia su nuca sintiendo las hebras de cabello suaves como seda y a la piel que se eriza ante mi toque. Las palabras han quedado olvidadas por un instante y de todas formas, no estoy seguro de lo que deba decir ante una situación como la que estoy viviendo. Mi mano libre se encarga de delinear la comisura de los labios entreabiertos y experimentar el suspiro que escapa de ellos. La distancia se ha reducido, atrayendo su cuerpo al mío más y más hasta que nuestras respiraciones se mezclan hasta ser una sola.

Y tan pronto como he decidido besarlo, él reacciona.

Retrocede antes que mi acción sea llevada a cabo, continúa mirándome pero ahora con un nuevo sentimiento. Y si al anterior no pude descifrarlo a aquel menos. Niega repetidas veces.

—No —esboza plasmando un corto beso en mi mejilla. Su aroma inunda mis fosas nasales, su cabello provoca cosquillas en mi mejilla.

Loki concluye el gesto, dando media vuelta camina hacia su hogar y esta vez, no hago nada para retenerlo.

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