Untitled Part 84

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—Oh... —Aziraphale levanta las cejas al verle

—¡Ah! —él vacila. El ángel le sonríe un poquito sin poder evitarlo—. No te has... cambiado

—Asumí que así querías que fuera... aunque no estoy seguro de verme bien.

—Es tu ropa y tu cuerpo —ojos en blanco.

—¿Eso es que no me lo veo?

—No.

—¿Bien o mal?

—No creerás que te ves tan mal si no te has cambiado.

—Pues... —se sonroja un poco y se ajusta la pajarita. Crowley se sonroja un poco cuando ve que la mueve.

Aziraphale se humedece los labios con la mirada de Crowley. Ya, ya. Todos sabemos que son capaces de generar bastante tensión sexual. No es necesario presumir.

Es que la estúpida pajarita. Carraspea y se gira buscando donde dejó ayer las llaves del coche.

—¿En dónde desayunaremos?

—No sé, vamos a investigar que hay en este pueblo.

—Espero que haya mucho y nos encante.

—No lo creo... estás muy acostumbrado a vivir en el centro de la ciudad más grande del país.

—Igualmente esta es nuestra casita de campo... a menos que ahora quieras venderla para adquirir una con una estrella de rock.

—Ah, ya veo que sí que va a venir aquí a cenar todo el mundo. ¿Qué día va a ser el feliz evento?

—¿Qué feliz evento? ¿Tú con el músico de segunda?

—Tú, cenando con un montón de gente rara que no te caerá bien.

—¿Por qué estás tan agresivo? —protesta ella como si no estuviera agresiva. Ya, ya lo sé.

—¡Pues porque vas a tu bola!

—¡Solo estoy nervioso y no me gusta pelear! —protesta lloriqueando.

—Eso sí que no me lo creo.

—Me gusta discutir, no pelear y que te enfades y enfadarme y... no me gustan tus otros amantes —se le acerca un poco

—Entonces no les invites a cenar.

—Vale... vale. Vale. Nada de cenas con él —ojos en blanco—. Pero no me digas que no querrías conocer a Óscar si estuviera vivo.

—Claro que no, fijo que sería insoportable.

—Crowley! —Ojos en blanco, el nombrado se ríe y ella le mira y es que... se le escapa la sonrisa—. Te estoy hablando en serio, no me mientas

—No te miento, yo también hablo en serio.

—De que te iba a parecer insoportable, es verdad, pero eso no quiere decir que no quisieras conocerle.

—¿Para qué? Aguantaros a los dos haciendo chistecitos sobre el oporto y quien sabe que más —arranca el coche una vez están los dos dentro.

—Por pura curiosidad. Por ver como... te trata, que hace, como le llamas, como te llama, como te sonrojas... Ugh.

—¿Sonrojarme yo?

—Sí que te sonrojas de manera muy sexy.

—¿Por él?

—Ah... no. Por mi —Aziraphale sonríe y se le echa encima lo bastante como para que tenga que abrazarla.

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