Cruzamos la sala y llegamos al comedor, donde una mujer de pelo negro largo, ojos verdes y al parecer de unos treinta y pico de años físicos, aparecía mirándome con una sonrisa plantada en el rostro.

—Skyler, hola, un placer conocerte, soy Madeline, la madre de Chase —me abrazó con fuerza. Madeline con solo verla irradiaba simpatía, así que ahora comprendía a lo que Chase se refería cuando me hablaba de ella.

Madeline me generaba confianza. Aunque eso no significaba que no me daba vergüenza esto de las presentaciones.

—Chase dijo que eras bonita, pero no pensé que lo eras tanto.

—¿Chase dijo que soy bonita?

—Sí, cuando le pregunté cómo eras, porque ya lo conocerás, siempre es muy cerrado en todo. Hay veces que aquí ni habla, ya te imaginarás —se separó de mí.

—Mamá —Chase la regañó.

—¿Qué? —miró a su hijo—. Es la verdad, eres muy cerrado, Chase —respondió ante la mirada de mi novio.

—No lo soy —negó.

—Sí, sí lo eres —concordé con Madeline.

Chase rodó los ojos y me acercó hacia él para pegar mi espalda a su pecho y rodear mi cintura y con sus manos firmes.

—¿Dónde está papá?

—Aquí estoy, hijo —dijo una persona a nuestras espaldas.

Cuando nos dimos la vuelta, vi que el padre de Chase se apoyaba en el marco de la entrada del comedor y sostenía una sonrisa bastante falsa en su semblante. Sus ojos bajaron a los míos de una manera malintencionada.

Caleb White era igual de alto que Chase, pero si Chase con solo mirarte mal era aterrador, ni hablar de Caleb. Claramente mi presencia allí a él no le gustaba en lo absoluto y eso me ponía incómoda. Sabía que yo no le agradaba por ser una Rice, pero no pensé que se pondría todo tan tenso.

—Skyler, ¿cómo estás? —preguntó, y no pude evitar pensar que, si le decía que me estaba muriendo, él le pondría feliz—. Soy Caleb, el padre de Chase —se acercó a mí y, al contrario de Madeline, solo tomó mi mano para estrecharla.

Pero tampoco es como si yo esperaba que me abrazara.

—Estoy bien, gracias —contesté—. Un gusto.

Caleb pasó por mi lado con si nada y entró en la cocina. La recordaba bien porque el día de la fiesta que los White organizaron, Chase me había traído para darme de beber.

Caleb me miró con recelo y me urgieron las ganas de escribirle un texto a Ryan para que me recogiera y fuésemos a cenar a otra parte. La idea de cenar con mis hermanos, con Sara y mi amigo Jason, comiendo papas fritas y tomando un refresco se veía muy tentadora.

Crucé miradas con Chase y vi la rabia aparecer en sus ojos.

Madeline se fue con Caleb.

—Chase, no pasa nada, déjalo estar.

—Recién te ha visto y ya ha empezado a comportarse como un idiota.

—No ha hecho nada malo, Chase.

—Por favor, Skyler, viste cómo te mira.

—No quiero que pelees con él. No por mí. Y no ahora. Tengamos una noche en paz, ¿sí?

—Hola, Sky —le voz de Nate no dejó que Chase respondiera.

—Hola, Nate.

—¿Ha pasado alguna cosa? —preguntó por la mirada de Chase.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora