Día 19

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El camino fue silencioso, no había música en el fondo, ni siquiera la respiración acortada de ambas por lo ocurrido. Las gotas continuaban deslizándose con sutileza en el exterior del cristal y el parabrisas moviéndose de un lado a otro, tratando de dispersarlas. Desde adentro, las luces lucían distorsionadas, como los pensamientos en el interior de mi cabeza, pero a diferencia de las luces estos eran monocromáticos y tropezaban el uno con el otro.

Había hecho algo terrible... algo que había conllevado la vida de alguien más, incluso... el encarcelamiento de alguien que desconocía por completo. Enterré mis uñas en el pantalón, me dolía pellizcarme, pero sabía que era la única manera de retener las lágrimas que habían estado acumulándose. Antes pensaba en la carrera constante de las gotas en el vidrio, la manera en la que se desviaban de su trayecto y al final su manera de descender, ahora pensaba en que mis lágrimas se encontraban en esa situación. Buscaban no ganar la carrera contra las gotas del cristal... si lo hacía, si me derrumbaba, seguro que mi tía haría de todo para restarle importancia.

Consolarme por medio de "no hagas caso, todo está bien" aunque yo sabía que eso era mentira. Una vil y cruel mentira.

Sea lo que sea que haya cometido, debe ser espantoso como para que ahora exista todo este caos a mi alrededor, mi casi muerte había traído cientos de problemas, por una parte... personas tristes, seres cercanos que buscan lo mejor para mí, que a pesar de no recordarlos luchan por prevalecer a mi lado y yo no puedo simpatizar con su dolor porque no sé quiénes son. Y por otra, la más cruel... es que un par de hermanos estaban peleados, un chico en la cárcel y un par de estudiantes expulsadas. Tragué la saliva amarga acumulada en mi garganta y esperé hasta que llegamos a casa.

Al llegar, mi tía no hizo nada por tocar el tema y a decir verdad, una parte de mí lo agradecía, pues no quería saberlo realmente, al menos no desde su punto de vista, pues seguro lo disfrazaría de sonrisas nerviosas o regaños. Sostuve las bolsas que me correspondían y ascendí a mi cuarto, las luces se apagaron tan pronto llegamos, ella se encerró en su habitación y yo en el mío. No había —o quizá sí —mucho de qué hablar. Al menos, no ahora.

Dejé las bolsas bajo mi escritorio, me senté en la silla de mi tocador y rompí en llanto. Trataba de hacerlo lo más quedito posible para que ningún quejido perturbara la habitación de mi tía, hundí mi rostro entre ambas palmas y recargué los codos sobre mis rodillas. Quemaba por dentro... ardía con fuerza desde la boca de mi estómago hasta el exterior. Las lágrimas que pretendía cubrir se habían vuelto saladas, demasiado espesas junto a mi saliva. Tan solo rogaba porque la misericordia extendiera aunque sea, la punta de sus dedos sobre mis hombros y me reconfortara con un "todo estará bien" y aunque no fuera cierto, pudiera aceptarlo como una flama cálida en mi corazón. Mis sienes dolían, estaban hinchadas por el dolor. No podía ver con claridad el panorama a mi alrededor, pues todo se distorsionaba gracias a las lágrimas. Estaba agradecida por la lluvia de afuera, de no ser por ella mis lamentos sonarían con más fuerza y cualquiera podría oírlos. Hiperventilé en varias ocasiones hasta que al final mantuve la línea equilibrada de mi respiración. Limpié mis párpados y soné mi nariz, la impotencia se estaba apoderando de mí cada día que pasaba. Mi tía no me dejaba tener el celular en las noches, pero hoy era ese día inevitable. Así que deslicé mis dedos por la pantalla y entré al buscador de internet, ingresando "Pierre estudiante".

Esperé a que cargara, una vez que lo hizo lo primeros resultados fueron los del periódico.

"Detenido por... abuso sexual"

"Estudiante detenido después de intento de..."

"Caso causa conmoción en la Universidad de... se exige encarcelamiento"

Estaba por abrir uno de los artículos cuando un golpeteo en la ventana me sobresaltó. El teléfono se resbaló de mis manos un par de veces, pero fui rápida al borrar todo y dejarlo sobre la mesa. Carraspeé y avancé hasta la ventana, nerviosa de pensar que habían sido las ramas altas del árbol. Deslicé la cortina, un ramo de girasoles me hizo frente y tras el un chico cabizbajo. Abrí la ventana por completo.

35 días contigoWhere stories live. Discover now