Día 5

95 9 2
                                    

"¡Tú eres tan irritante! ¿¡No puedes simplemente dejarme solo!? ¡Cada día te soporto menos!"

"¿¡Por qué siempre tienes que ser tan necio!? ¡Eres tan egoísta!"

"¡Eso no es verdad, la única egoísta aquí eres tú! ¡Tú y siempre tú! ¡Solo llegas a gritarme!"

"¡Te victimizas! ¡Siempre haces eso y estoy cansada! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Ya no quiero verte nunca más!"

"¡Pues así será porque ya estoy cansado de ti! ¡Piérdete de una vez! ¡Ahora déjame solo, porque me irritas cada vez que te veo!"

"¡Escúchame! ¡Solo escúchame! ¡Detente por favor! ¡No quería decir todo aquello!"

"Pues lo hiciste... y tus palabras jamás podrán ser borradas."

No debías, ¿Por qué lo hiciste? ¿Cómo puedo recuperarte? Es tarde, ya es tarde... vuelve, vuelve por favor, ¡Vuelve! ¡Vuelve a mí por favor! ¡Lo siento! ¡LO SIENTO! ¡Nunca quise que te fueras! ¡Jamás lo quise!

"Si tan solo pudieras escucharme ahora..., ¿Estás... escuchando ahora?"

—¡Bridget!

Desperté de golpe de aquella pesadilla. Mi corazón daba golpes intensos contra mi pecho, era inusual. Era simplemente ¡Imposible! Desde que desperté del coma mi único sueño se basaba en el mismo sitio, con las mismas flores y cristales rotos, pero en esta ocasión, solo en esta, una pequeña puerta se abrió frente a mí y aunque lo dudé, una voz me decía que debía avanzar. Pero cuando entré en aquella habitación blanca, los gritos que al principio eran inentendibles pronto se volvieron hostiles y llenos de rabia. Podía escuchar objetos arrojarse contra las paredes, macetas, cuadros y libros. Había dos siluetas distorsionadas, una sobre la otra, devorándose con gritos e insultos.

Pensé en un principio que la discusión era mía, pero al escuchar las voces me percaté de que no era así. Sino más bien... era Yadiel y otra persona. Extrañamente, más que sentir miedo sentí tristeza, mucha melancolía dentro de mí.

Me dolía tanto el pecho que no podía respirar.

—¡Bridget! ¡Oh Dios mío Bridg! ¿¡Estás bien!?

Miré la silueta frente a mí. Mantenía sus cejas unidas, llenas de desesperación. Me sostuvo de ambos hombros y respiré profundo apenas logré calmarme.

—Cielos, ¿¡Qué estabas soñando!?

—¿Qué hice?

—¿Ah?

—¿Por qué tuve ese sueño? —mis ojos se cristalizaron. A pesar de que esa discusión no era mía y ni siquiera había rastro de mi voz, me sentía mal

Muy, muy mal. Culpable.

—Yadiel, ¿Qué fue lo que hice? ¿Quién era yo antes de la amnesia? —mi voz se ahogaba, se sentía como un nudo rasposo tallando mi laringe

La sensación amarga se deslizaba como un líquido ardiente por toda mi garganta, a su paso sentía que no podría resistir más y lloraría. Realmente, aquellos gritos habían perforado dentro de mí como cientos de estacas.

—¡Tú no has hecho nada malo! —gritó Yadiel. —Ya te lo he dicho, ¡Nunca has hecho nada malo! ¡Siempre has sido buena! El único problema, ¡Son las personas!

—¿P-Por qué... por qué lo dices?

Hundió sus labios y se separó de mí.

—No tiene importancia, solo olvídalo, ¿quieres? Lo único importante aquí, es que tú estés bien

35 días contigoWhere stories live. Discover now