Día 9

86 7 2
                                    

Hoy me detuve en una banca bajo el árbol, justo frente al parque. Una hoja avellana cayó sobre mi cabeza, y en cuanto miré hacia arriba otra cayó pero esta vez en mis manos. La contemplé un momento, era ocre y tenía unas cuantas manchas oscuras, además de las pequeñas grietas que la partían débilmente.

Era triste pensar que su vida había llegado a su fin, se había caído de ese gran árbol frondoso y ahora... a nadie le importaría. Ya no era bonita, estaba rota y no tenía ninguna función.

Acaricié sus orillas, era rígida por fuera, pero muy débil por dentro. La coloqué sobre mi libreta, estaba a punto de desecharla cuando un soplo tras mi oreja me sobresaltó, sacándome un grito del susto. Seguido del ello vino una risa traviesa.

—Hey Bridget ¿Por qué tan sola?

Guardé silencio y bajé la mirada. El pálpito de mi corazón me ensordecía. Era una sensación con la que tenía que lidiar en ocasiones cómo esta.
Dónde tú corazón de globo está siendo perturbado por cientos de agujas, cada una más amenazante que la otra. Hay ruido que no puedo contener, mis nervios me traicionan, quiero respirar y solo termino ahogándome.
Odio abrumarme por cualquier contacto, esa impotencia de no poder sostener la mirada y entablar una conversación sin tener miedo. Creo que todo el mundo va a lastimarme, pero el monstruo dentro de mí lo hace mil veces peor.

—¿Y bien?

—Yo... —mi voz se entrecortó, se hizo débil. —Yo... ya me iba

—¿Bridget?

—Adiós

Iba a levantarme, pero él me sentó de inmediato en cuanto puso sus manos sobre mis hombros. Lo miré directamente y aquel brillo ámbar de sus ojos se incrustó fuertemente en mi pecho. Tragué saliva con dificultad, mis mejillas estaban rojas.

—Déjame ir, por favor —mascullé mientras mis ojos se empañaban

No, mierda... no quería eso.

—Bridget...

—Yadiel, por favor

Él me miró como si... como si estuviera triste.
Oh Dios... ese monstruo está intentando salir para lastimar a los que me rodean, no saben cuánto lo siento. De verdad, lo lamento tanto.

—Vi que estabas dibujando

—N-No... y-yo estaba... e-estaba escribiendo

—¿Escribes? —dice abriendo los ojos de par en par

—N-No... d-digo, estaba viendo las hojas, es todo

—Bridget, sé que no somos muy cercanos —sonríe nervioso

—Yadiel, tengo que-

—Quiero platicar contigo, ¿podemos?

Estaba dudosa, la voz en mi cabeza no iba a detenerse a menos que tomara las pastillas que tenía en mi cajón. Mis labios temblaron, quiero platicar con alguien, pero realmente ¿Me lo merezco?

—Vi que... qué estabas viendo una hoja seca, es muy linda ¿No?

Me quedé perpleja, eso no tiene ningún sentido.

—No es bonita, está muerta...

—Sigue siendo bonita

—Te equivocas, está seca, rota y es débil... no tiene ninguna función, ¿Cómo podría ser bonita?

35 días contigoWhere stories live. Discover now