Día 18

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Caminé por las tiendas de ropa junto a mi tía, ella estaba fascinada con los vestidos, pero también los pantalones largos de moda. Sus expresiones siempre variaban entre el asombro, la felicidad y el deseo. Me hizo pasar de tienda en tienda para comprarme montones de ropa y a pesar de que insistí en que no eran necesarias, insistió en que debía llevármelas. Realmente creo que es una aficionada a la moda.

—Se nota tu amor por estas prendas —dije agotada, cargando pares de bolsas en ambas manos. —me sorprende que salieran en buen precio, ¿no es demasiado para una marca tan reconocida?

—Bueno querida, trabajé como asistente del gran Nathan Faure-Dumont y era obvio que tendría beneficios después de tantos años a su lado... seguimos siendo buenos amigos, me dijo que si un día decidía volver me recibiría con los brazos abiertos

—Espera, ¿Trabajaste en su agencia? ¿¡Y por qué renunciaste!? Según sé, es en pasarelas gigantescas, eventos de meses y viajes extravagantes, ¿No crees que tu decisión fue precipitada? —dije ahogada en asombro, pero ella se limitó a reír en voz baja

—Puede que lo parezca Bridget... pero necesitaba un respiro y lo quería para ti

—¿Y eso como por qué? —aullé aún más sorprendida. —Es... es-

—Quería pasar más tiempo contigo Bridg... darte las atenciones que merecías. Y solo podría hacerlo si sacrificaba algo como mi trabajo —estaba por protestar, pero ella me interrumpió. —para mí, lo más importante eres tú... ni las grandes pasarelas, ni los diseños extravagantes, ni las fiestas de ricos valen tanto como tú en mi vida, así que renunciar no fue algo de pensarse

—Si fue por mi accidente... ya no deberías considerarlo mucho, ahora estoy mejor

Pero ella negó en repetidas ocasiones.

—Me siento bien así... de hecho, me siento mucho mejor

—Ya veo... —dije desanimada, ella pellizcó mi mejilla y se echó a reír

—¿Qué pasa con esa expresión? Puede que yo no trabaje ahí, pero puedo introducirte fácilmente a esa industria, seguro que te gustará ¿no lo crees? Nathan no es un tipo complicado... al menos no la mayor parte del tiempo —dijo entre risas. —es dedicado y seguro hará un gran trabajo contigo

Le miré avergonzada.

—¿De qué hablas? Es demasiado

Ella soltó carcajadas al ver mis mejillas rojas y continuó así la mayor parte del camino. Estuvimos dando vueltas en la parte superior de la tienda, sonreía cada que anuncios enormes publicitarios brillaban y el olor de la comida llegaba a mi nariz. La música era lo más agradable del sitio, una variedad entre lo melodioso y lo romántico.
Quería darme un golpe en la frente cada que la vocecita en mi cabeza decía "Sería increíble ver este sitio junto a Yadiel" tenía que dejar de pensar en él de algún modo. Pero siempre que había un punto de aflicción en donde él pudiera encajar perfectamente, regresaba a mí. En ocasiones el viento se deslizaba sobre mi palma, me hacía cosquillas, pero francamente... quería que su mano estuviera sobre la mía. Sus dedos entrelazados con los míos.

Resoplé, frustrada.

Me di golpecitos en la cara y miré hacia las decoraciones cerca de una fuente. Grande fue mi sorpresa al ver muchas flores amarillas atadas con listones rojos, daban una imagen vívida al panorama elegante. De no ser por esas flores, ni siquiera las luces harían resaltar a la escultura del centro. Un ángel con facciones delicadas como un mismo jade, pestañas largas similares a un par de abanicos rizados y los pómulos frágiles como porcelana. Extendía su mano hacia abajo, lugar de donde salía el agua.

35 días contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora