Día 14

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Perduramos gran parte de la noche así, conversando sobre temas triviales y algunas cosas que experimentamos juntos en la universidad. Al parecer, su hermana y yo cursábamos el mismo ciclo escolar, él es mayor que nosotras por lo que rara vez nos lo encontrábamos en los pasillos, pero siempre hallaba la manera de vernos y charlar con nosotras. Cuando le hice mención de que mi tía por fin había accedido a mi petición de ir a ver a su hermana, se emocionó bastante. Tenía una sonrisa llena de entusiasmo, sin embargo, me advirtió que su hermana tenía una actitud bastante hostil debido al incidente de los últimos meses. Así que de antemano me pidió disculpas por si el comportamiento de ella se salía de control.

Más que apenado parecía triste, pero le resté esa sensación al tocar su hombro y decirle que todo estaría bien, después de todo... no es como si su hermana fuera una persona agresiva. Me dedicó una media sonrisa antes de retirarse y después dijo "gracias".
Aún insisto en que esa palabra se atasca en la punta de mi lengua, tengo la necesidad de decírsela a Yadiel, es una sensación que no puedo explicar, pero es como si esa palabra buscara salir de golpe, de manera involuntaria aunque siempre termina almacenada dentro de mí como una palabra ronca.
Sé que debería sentirme satisfecha cuando pasa tiempo conmigo, especialmente porque lo hace gran parte del día, pero... cuando debe despedirse, cuando toca ese pequeño momento de decir adiós...

Duele. No quiero dejarlo ir.

Sus dedos se escapan de los míos como viento, se pierde la calidez de su palma sobre mis nudillos, y aunque me reconforta pensar que solo se va un momento, algo dentro de mí insiste en que no debo dejarlo partir. Tan solo... quiero que continúe a mi lado como siempre lo hace.

Bueno, quizá y solo quizá... es puro egoísmo mío.

Al amanecer mi tía se apresuró en preparar la comida, cuando estábamos desayunando me dijo con firmeza "Hoy te llevaré con Cassie, pero ya te he dicho... que si te dice algo no debes dudar en decírmelo. Si se torna brusca entonces llámame, ya tienes nuevo celular, y cuando termines espérame en el parque para recogerte"

Me sorprendió lo "accesible" que se había vuelto. Puede que aún desconfiara de mí, pero un avance era un avance. Me llevó hasta el hogar de Yadiel y se retiró a su trabajo. Toqué la puerta, estaba muy nerviosa por cómo iba a ser recibida. Para empezar, el lugar no parecía muy bien cuidado, algunas plantas del jardín ya estaban secas y otras muy maltratadas por culpa de algunos gusanos. No creo mucho en eso de supersticiones o intuiciones sobre cosas extrañas, pero definitivamente el ambiente se siente pesado, como si algo malo hubiese en esta casa. Me sentía incómoda al estar frente a la puerta, incluso un miedo irracional recorrió toda mi espina dorsal. Creo que ahora entiendo porque Yadiel no gusta de estar en su casa la mayor parte del tiempo y también comprendo que ahora viva con Jof. No lo juzgo... por el poco tiempo que llevo esperando a que me abran la puerta ya me quiero ir.

Estaba por girar sobre mis talones al no ver una respuesta, hasta que una adorable chica de ojos pardos y gigantes como los de un búho, además de una larga cabellera rizada castaña, me recibió. Su ropa era colorida y casual, me sorprendía lo blancos que eran sus tenis.

—¿Bridget? —dice sorprendida, me analiza de pies a cabeza, escéptica — Oh Dios mío Bridget... realmente estás aquí... —abrió la puerta rápidamente y extendió sus manos hasta las mías. Las pupilas oscuras se fragmentaron y el borde de sus ojos se volvió brilloso.

Me quedé helada en cuanto un par de lágrimas se le escaparon. Deslizó sus dedos por el dorso de mis manos y después de examinar fijamente mi rostro, me rodeó con ambos brazos. Acurrucó sus mejillas en la curva de mi cuello y se soltó a llorar.

—¡Bridget! ¡OH Bridget! ¡Supe que habías despertado, pero cuando quise ir me negaron la entrada! ¡Bridget! ¡Bridget! ¡Estoy tan feliz de verte!

35 días contigoWhere stories live. Discover now