Día 10

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—Me sobreprotege, te lo digo en serio —resoplé, abrazándome a mí misma

Yadiel recargaba su cintura en la espalda del asiento del parque, estaba cruzado de brazos y con la ceja alzada.

—Es que no lo entiendo —dije. —no me deja salir ni a la tienda sola, le da bastante pavor que sujete las llaves del coche y siempre suele ocultar muchas cosas de mí sin darme explicaciones

—Bueno Bridget, después de tu accidente todo el mundo se volvió eufórico, pero no entiendo... si me dices todo esto, ¿cómo es que estás aquí?

—Pues... —sonreí nerviosa. —me escapé cuando ella durmió, me di cuenta de que deja las llaves escondidas en todas partes, pero hoy las dejó sobre el refrigerador y aproveché para venir aquí... sorpresa mía cuando te encontré subiendo a mi hogar

Negó con la cabeza y me miró desaprobando mi conducta.

—No puedes hacer eso, ¡Está mal! Aunque me halaga que ahora estemos aquí, no quita que lo que has hecho esté mal. Imagina que te ocurre algo, tu tía no podrá venir corriendo hasta aquí por ti, además, tampoco puedes enojarte con ella por si llega tarde a tu rescate, es tu responsabilidad si algo te pasa y ella no lo sabe

Le miré avergonzada porque aunque no me gustara admitirlo tenía razón, no podía tomarme tan a la ligera sus avisos cuando recién salía del hospital y no recordaba nada de lo que fui. Pero por otra parte, me sentía sofocada porque no importaba cuán mínima era mi intención de salir, mi tía hacía de todo por reprimirme. Por recomendación del doctor debía estar al aire libre, un par de veces a la semana para despejarme... aunque claro, eso no ocurría gracias a ella. Hasta ahora, el panorama más amigable que había visto era el color crema de las paredes de mi habitación. No podía siquiera asomarme al garaje porque mi tía hacía escándalo y me preguntaba por absolutamente TODO. Ya fuera el motivo de mi conducta o las decisiones que tomaba. Lo que hacía no tenía una razón, solo lo hacía y ya. Era como preparar café, ¿Por qué usé la taza verde y no la amarilla? Solo la usé porque ahí estaba, no por otra razón cósmica. Y eso era algo que mi tía no podía comprender.

—La tomaré en cuenta... —musité. —pero a veces... desearía que, así como ella quiere que yo sea honesta, también lo fuera conmigo. Siento que... cuanto más le pregunto el porqué de su actitud, más lo evade con sonrisas nerviosas. A veces, he tenido la sensación de indagar en lo que fue de mí, quien era...y especialmente... mi accidente, Yadiel, ¿Tú crees que si investigo-

—No —respondió con dureza. —no puedes leer cualquier cosa, confiarías en las palabras de personas o sitios absurdos. Además, hablando de eso... será mejor que cualquier cosa que consultes me la hagas saber

—¿Por qué?

—Porque debo protegerte —explicó firme. —incluso lo que escribas, antes de hacerlo por favor dímelo antes

Lo miré sorprendida. Al parecer, mi tía no es la única que tiene esa actitud sobreprotectora conmigo.

—Bridget, yo... sé que puedo parecer duro y sé que también te frustras al no entender, pero por favor... quiero que comprendas que todo lo que tus seres queridos queremos es protegerte. El hecho de que casi perdieras la vida nos volvió locos... —dijo en un hilo de voz. —especialmente a mí

Suspiré con pesadez. A decir verdad, seguía sin comprender muchas cosas, pero pensé que si insistía en pelear y exigir solo retrasaría el proceso de la verdad.

—Cuando estés lista, las respuestas vendrán a ti Bridget... pero por el momento, por favor, haz caso a mi palabra

Me encogí de hombros.

35 días contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora