Deshonrando a tu vaca.

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Deshonrando a tu vaca.

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He perdido la noción del tiempo estando tumbado en la cama observando el techo como si fuera una de las siete maravillas del mundo y es que la verdad me estoy tomando un descanso para no perder los estribos con la tarea de matemáticas que dejé a medias en el escritorio. Por supuesto no puede faltar la música de fondo como parte de la relajación. Es inevitable mover los dedos de las manos siguiendo el ritmo de la música, la letra es tan pegadiza que la canto en voz baja para evitar molestias. En otra circunstancia cantaría a todo pulmón, pero no quiero que después los vecinos levanten una queja en mi contra.

Aunque no es un delito cantar.

De repente me pongo de pie y tomo la guitarra que permanece en un rincón de la habitación guardada en la funda para cuidarla. ¿Saben cuántas veces he golpeado mi pobre guitarra? ¡Muchas! Y en todas me termina doliendo el alma por culpa de mis descuidos. Sin embargo, mi vieja amiga ha resistido bastante. Tiro la funda sobre la cama y comienzo a imitar el sonido de la guitarra eléctrica que está de fondo.

Siento una liberación emocional, como si estuviera enseñando mi niño interior imaginando que está dando un concierto.
Cuando era pequeño mamá siempre me llamaba la atención por utilizar sus ollas, cucharas y sartenes como instrumentos. Mis hermanos eran parte del desastre musical.

En serio extraño esos tiempos.

—Pero, ¿¡qué!?

Mi show se ve intervenido por un asombrado Fred quién sigue con una mano sobre la perilla de la puerta. Me quedo estático sonriendo de manera avergonzado y regreso por el celular y pauso la música.

—Lo siento —digo.

—No sé qué es lo más perturbante: tú saltando como loco por toda la habitación o esos pantaloncillos con estampado de cohetes espaciales.

Bajo la mirada para comprobar su acusación y suelto una carcajada. He olvidado ponerme los pantalones.

—Hermano, eres todo un caso —ruedo los ojos y camino en dirección al armario para vestirme. Mientras tanto, Fred le echa un vistazo a la habitación como si nunca la hubiera visto. Da media vuelta sobre sus talones para enfrentarme —deberías estar repasando para tu examen. Solo te quedan dos días y... ¡Boom! Te vas a Suecia.

—Ya sé —me restriego las palmas sobre la cara y bufo —nada más me estaba divirtiendo un poco, ya sabes, liberando la tensión. ¿Has venido para comprobar si estoy estudiando?

—¡Claro que sí!, aunque también para jugar Xbox con Harry, así que... —se encoge de hombros mientras reprime una risa —son dos pájaros de un tiro. ¿Qué?, ¿por qué me miras así?

—Eres un traidor. Estás aquí por el Xbox —lo fulmino con la mirada y aprovecho para retomar la tarea —estás deshonrando a tu vaca.

Dije haciendo referencia a la película de Múlan.

Y del caos nacen las estrellas #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora