Rafael Valtersen, no está preparado para poner en riesgo su vida por un partido de fútbol americano. Sabe que es más hueso que carne y su mundo gira en su vía de escape: la música, donde puede viajar a otro espacio y tiempo.
Lara Foster, no es la pe...
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Richard y su grupo de trogloditas aparecen en el pasillo haciendo demasiado escándalo, antes de que cruce cerca de mí, me apresuro a meter unas libretas a mi mochila y cierro el casillero para luego salir de ahí.
Si Fred estuviera aquí le cerraría la boca arrojándole una libreta en la cara, no es la manera correcta, pero enserio moriría por verlo en primera fila. Sin embargo, el día de hoy él ha pescado un resfriado tremendo lo cual ha preferido no asistir y aprovechar para dormir todo el día. Así que estoy solo.
Y pasar el rato con Julie y sus amigos que me acosan, no están en mi lista.
Perfecto, solo queda una única opción, ir a la biblioteca.
Me apresuro doblando la esquina y subiendo las escaleras, escucho mi nombre ser gritado a lo lejos hasta escucharse con claridad por los pasillos, me volteo para ver el dueño de la voz que logro reconocer. Lara me saluda con un ademán caminando en mi dirección, su uniforme se ve bastante impecable y el color rojo oscuro de su labial es bastante llamativo.
En ocasiones siento que estoy siendo acosado por su parte, aunque creo que yo también lo he hecho (una vez), pero fue solo curiosidad. Admito que hay algo en ella que me causa una confusión intergaláctica y quisiera descubrir lo que es. Tengo que ser discreto y actuar como si nada estuviera pasando dentro de mi cabeza.
—¿Rafael llamando a casa? —Esfumo mis pensamientos para aterrizar en este mundo.
—¡Ey!, hola —me rasco la nuca nervioso—que alegría verte —alza una ceja confundida y siento que he metido la pata —me refiero a que... bueno, estoy alegre porque es un día soleado, sí.
Debo evitar hablar de más y mantener la boca cerrada. Lara no tarda en reaccionar y reírse de mi locura.
—Sí, es un bonito día soleado, de eso no tengo quejas. Qué bueno que te encuentro, desde hace rato trataba de dar con tu paradero, esta escuela es muy grande.
¿Eh?
—Aquí me tienes, ¿para qué soy bueno?
—¿Te gustan las obras de teatro? —Lara une sus labios para formar una sonrisa, pestañea varias veces esperando mi respuesta y se mueve cambiando el peso de una pierna a la otra.
—¿Qué si me gustan?, ¡me encantan! Es decir, sí —me encojo de hombros.
—Eso es música para mis oídos, Rafa. Ahora, como parte de mi participación en el área de teatro por ser los últimos días de la semana cultural, quiero invitarte el día de hoy después de clases a una función que será presentada en el auditorio.
—Eso suena genial, ten por seguro que estaré ahí.
—¡Perfecto! ¡Gracias! —Me toma por sorpresa cuando se lanza sobre de mí pasando sus brazos alrededor de mi cuello sin dejar de saltar de la emoción. Al percatarse de su reacción, se aleja unos centímetros de mí y se aclara la garganta —Um, yo, lo siento. Me pone feliz el hecho de que alguien vaya a vernos. No a todos en la preparatoria se les hace interesante asistir a una obra de teatro.
