¿Solamente tienen que ser malteadas?

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¿Solamente tienen que ser malteadas?

¿Solamente tienen que ser malteadas?

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Nunca imaginé que pudiera ayudar a alguien que tuviera un remolino de caos en su interior. ¿Alguna vez se han detenido a pensar que hay en la mente del otro? ¿La estará pasando bien? ¿Ha tenido un buen día?

Ahora he comenzado a cambiar mi punto de vista con respecto a las personas que me rodean y debo ser más consciente al momento de hablar con alguien sin soltar una que otra incoherencia. Bueno, así suele ser la Lara extraña que abunda en mi interior, como si tuviera dos caras, lo cual me estremece de tan solo pensarlo.

Culparía la libertad que me ha dado el teatro, pero no quiero ser egoísta. Me he sensibilizado logrando demostrar abiertamente como soy y lo que soy en esta vida.

Así como he logrado dominar ciertos miedos, puedo ser de ayuda para Rafael, tal vez se siga sintiendo inseguro de sí mismo, lo cual es algo muy sorprendente para mí, está bien, no conozco a ciencia cierta la historia que hay detrás de él, pero sin importar que diga: que no es buen chico, me ha demostrado lo contrario.

Quiero ayudarlo a que se quiera a sí mismo.

No sé si nuestros caminos es estar juntos, pero sea como sea, él ha llegado a mi vida como una estrella y estoy dispuesta a que siga brillando.

En esta vida todos necesitamos un empujoncito para seguir adelante.

—¿Puedo saber al menos a dónde vamos? —Miro detenidamente los gestos que realiza Rafael ante su impaciencia y le regalo una sonrisa como respuesta lo cual causa que forme un puchero con los labios y hunda los hombros.

Nos encontramos en la estación central de la ciudad en la espera del próximo tren.
Detenidos en medio de la multitud que va de un lado a otro, presenciamos en varias pantallas por encima de las taquillas los horarios de salida y llegada del transporte.

—Faltan diez minutos para la próxima salida —le murmuro.

—¿Con destino a...

—A lo desconocido —mi sonrisa se hace aún más grande y bato las pestañas rápidamente —relájate, solo estoy bromeando. Te aseguro que te va a encantar cuando lo veas y te hará sentir mejor.

—No tienes que hacer esto por mí —insiste y opto por una posición más firme.

—Rafael Valtersen cada vez que te sientas culpable por algo tendrás que invitarme a una malteada —él abre la boca para protestar, pero de inmediato lo piensa y dice:

—Entiendo, pero, ¿solamente tienen que ser malteadas? —Su pregunta me ha pillado desprevenida y es él quién sonríe ahora.

No sé si su mensaje ha sido en doble sentido y prefiero no preguntar mientras mis mejillas arden de la vergüenza.

Y del caos nacen las estrellas #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora