Los tres mosqueteros.

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 Los tres mosqueteros.

Mamá estaciona el auto frente a la casa de Maise, respiro hondo un par de veces y repaso todo el diálogo que ya tenía armado, aunque, sé que no es necesario

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Mamá estaciona el auto frente a la casa de Maise, respiro hondo un par de veces y repaso todo el diálogo que ya tenía armado, aunque, sé que no es necesario.

—Adelante, ve, cariño. Maise y tú son buenas amigas, puedo asegurar que son como hermanas —desvío la cabeza para mirarla. Me regala una sonrisa tierna y acomoda un mechón de mi cabello pasándolo tras mi oreja.

—Lo sé, pero tengo miedo de que se vuelva histérica. Ya sabe, es Maise.

Mamá ríe y niega con la cabeza.

—Ve, inténtalo. No dejen que su amistad se termine por unos malentendidos.

—Está bien, lo haré —me quito el cinturón para luego abrir el auto y salir.

—Estoy segura de que las cosas van a arreglarse. Y de ser así, te quedas por esta noche, ¿va?

—¿Y si no? —Cierro la puerta y me inclino para mirarla desde la ventana abierta.

—Entonces te regresas a pie o en bus —bromea y le sonrío nerviosa demostrando que espero que no suceda.

—Que linda mamá tengo, muy atenta —vuelve a reír y nos despedimos.

Una vez frente a la puerta, tomo el valor de tocar la puerta. Puedo ver desde las ventanas varias siluetas y escuchar la televisión de la sala.

Escucho unos pasos prevenir del otro lado y no tardan en abrir la puerta. Sonrío de oreja a oreja al ver a Rabee —el hermano mayor de Maise —.

Él y Maise suelen pelear bastante, sobre todo cuando se trata de alcanzar la última pieza de comida que quede en el plato. Ambos son parecidos, con ese cabello color oro, solo que Rabee tiene el cabello de un color mas intenso.

—¡Lara! ¡Mi novia de mentiras favorita! —Deja abrir la puerta por completo para acercarse y darme un fuerte abrazo sin aviso.

—Rabee —rio nerviosa al tenerlo muy cerca —o-oye, no siento mis huesos.

—¡Lo siento! —Me suelta y retrocede —me alegra verte, hace mucho que no vienes aquí. ¿Ya acaso me has dejado de amar?

Ruedo los ojos.

A decir verdad, por un tiempo Rabee me atrajo, no de manera física sino emocional. Estaba en secundaria y ese chico destellaba felicidad a donde se acercara, era como un chico de ensueño, pero yo lo veía de otra manera. Por supuesto, como el hermano mayor de mi mejor amiga, sin embargo, Rabee le encantaba coquetear conmigo solo para molestar a su hermana y decía que era su novia y pronto futura esposa.

—Es una tragedia, Rabee —encojo los hombros —pero hay alguien que me gusta mucho.

Ambos actuamos de maravilla. Él se hace al ofendido y ríe.

Y del caos nacen las estrellas #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora