Salvadora.

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Salvadora

—Debo felicitarte por tu puntualidad —le comento a mi mejor amigo, Daryl, quién está apoyado en una columna

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—Debo felicitarte por tu puntualidad —le comento a mi mejor amigo, Daryl, quién está apoyado en una columna. Deja su libro cuando nota mi presencia y se acomoda las gafas —¿te caíste de la cama?, porque me has ganado.

Le sonrío. Por su parte, bufa como toro.

—Mi padre me ha traído de milagro. No es como que yo quisiera estar aquí esperando a mis mejores amigas entre la marea de estudiantes —arruga la nariz. Su cabello castaño lo lleva alborotado —da igual, ser puntual es lo tuyo y no pienso llevarme el mérito.

A veces Daryl suele comportarse como un pesado, sin embargo, es todo un amor cuando quiere. Me encantaría seguir hablando del tema, pero llega a mi memoria los billetes que me debe por arriesgar mi pellejo.

Hace dos noches vi mi vida pasar sobre mis ojos. Los jugadores no me taclearon, pero sí me alzaron como si fuera un trofeo antes de poder escabullirme, no me quedé el resto del partido.

—¿Y los billetes? —le pregunto haciendo un gesto con los dedos frotándolos —tenemos un trato, Landvick, no creas que se me ha olvidado.

Daryl evita hacer contacto visual, aplana los labios y yo frunzo el ceño.

—¿De qué billetes hablas? ¿Puedes refrescar mi...? ¡ah! —mi puño se ha impactado en su brazo.

—Recuerda que soy una gran amiga, he sacrificado muchas cosas por ti cada vez que tienes una cita sabiendo que las chicas no se interesan por ti, te he ayudado en detención y...

—Agh, ya entendí el punto, Lara —de mala gana lleva una mano hacia los bolsillos de sus pantalones —solo estaba jugando, un trato es un trato.

—Que sea el doble de lo acordado —achico los ojos y extiendo la mano —por poco y visito la sala de emergencia.

Mi amigo no rechista. Asiente y me entrega varios billetes que acepto de manera gustosa.

Cuando guardo el dinero en mi mochila, otra melena de color rubio cenizo se integra al grupo y no parece muy feliz.

Maise Sinason, mi mejor amiga.

—Por las barbas de Merlín, Mais. Pareces salida de The Walking Dead —comenta Daryl con gracia y recibe una mirada amenazante por parte de la rubia.

—Cierra el pico cuatro ojos o sentirás la furia de mi puño—deja de mirarlo y se voltea hacia a mí relajando su rostro —no es una gran idea dejar un ensayo de cuatro hojas a lo último y ver una serie a medianoche.

Sus ojeras apenas son visibles por el polvo de maquillaje que se ha puesto, su cabello lo trae despeinado y parece que la solución para no peinarse ha sido usar una gorra.

Los tres comenzamos a caminar directo a las puertas de la escuela. La marea de alumnos se hace presente, no nos queda remedio que esquivarlos e ignorar las malas caras.

Y del caos nacen las estrellas #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora