El departamento es increíble, tiene un toque minimalista. Las paredes blancas, con un par de cuadros abstractos y luces amarillas, en la sala hay un sofá en forma de U frente a una pantalla gigante, frente al sofá hay una mesita de color negro al igual que el sofá, a un costado hay una maceta de vidrio con una planta de bambú dentro de ella, detrás del sofá están acomodadas tres guitarras, dos acústicas y una eléctrica, cada una en su pedestal.

— Vives aquí... — susurro para mí pero sé que él me escucho.

— Bienvenida a mi humilde morada —dice Santiago y deja las llaves en la mesita del medio camino hacia el sofá que se ve demasiado cómodo para sentarme — Espera — Thiago me para — Estas mojada... — si estoy mojada y es por su culpa ¿En serio no me dejara sentarme porque estoy mojada? — Dame un minuto — comenta antes de desaparecer.

Y me quedo en la sala, sin poder sentarme porque no soy digna para su fino tapizado...
Es absurdo, doy vueltas por el departamento y lo veo regresar con varias prendas de ropa y toallas.

— El baño es la segunda puerta — señala el pasillo. Lo miro a él y luego miro la ropa que tiene en las manos. — Por favor, no quiero que te resfríes...

— No quieres que arruine tu sofá...— le contradigo.

— ¿Qué? No, algo de agua no le hará nada al sofá, me preocupa que te enfermes, ya llevas mucho tiempo con la ropa mojada, así que toma; ponte algo seco— estira de nuevo las prendas hacia mí y las acepto.

Bueno, esta versión de Santiago responsable y preocupado es algo nuevo, pensé que era el tipo de chicos que no le interesa nada, que eso era parte de esa fachada de rebelde que tiene, pero no y me agrada que sea así.

Es tan ambivalente; por momentos puede ser el tipo que está en el borde del edificio, demostrando que no le tiene miedo a nada, sin que nada más le importe y luego puede ser una versión de él, protectora, que se preocupa que tenga un tonto resfriado...

Me seco y pongo la ropa que me dio, de hecho me queda demasiado grande, la sudadera llega casi hasta mis rodillas y para que sus pantalones de chándal no se me caigan tengo que ajustar los cordones lo más que se pueda, hasta donde me permite, acabo de secar mi cabello y lo trenzo.

Salgo y Santiago no está en la sala, siento la tentación de ir a buscarlo pero recuerdo que no puedo caminar por el lugar como si viviera aquí, así que decido acomodarme, por fin, en su apetecible sofá que sí, es tan cómodo como lo imagine. Me pregunto si Santiago vive solo acá o con su mamá, espero que viva solo porque encontrarme con la dulce presencia de Graciela...

Thiago aparece, ya con ropa seca y dos tazas con vapor saliendo de ellas.

— Toma — me pasa una de las tazas y es chocolate caliente, tiene malvaviscos y huele demasiado bien — Es para que entres en calor

— ¿Sabes hace cuanto que no tomo chocolate? — sigo observando los malvaviscos mientras Santiago se acomoda junto a mí. — Mi papá solía hacerlo cuando éramos niños, cada que llegaba de sus viajes era tradición tomarlo en familia... Era de mis momentos favoritos — le cuento y él se queda mirándome — Y sé que no te interesa, lo siento...

— No, si me interesa, quiero conocer más de ti y que me cuentes pequeños detalles que para ti son importantes hacen que lo haga — contesta y se acerca un poco más a mí. — Entonces Pinocho cuéntame más...

— Tu mientes más que yo... — señalo — Odio que me digas Pinocho.

— Y te quedaras con ese apodo — dice con una sonrisa.

— Eres un idiota...

— ¿Adorablemente idiota? — saca un malvavisco y se lo lleva a la boca.

— Peligrosamente idiota.

— Auch — se lleva una mano (esta vez la correcta) al pecho como si de verdad lo hubiera ofendido. — Estoy dispuesto a hacer que cambies esa opinión que tienes sobre mí.

Claro que Thiago no sabe que esa no es exactamente la opinión que tengo sobre él, hay algunos momentos en los que sí, me parece un idiota pero hay otros, como ahora, que me parece adorable.

Seguimos hablando de cosas intrascendentales, hasta que su teléfono suena, él se estira hasta la mesita para tomarlo, ve la pantalla, lee algo que supongo que no le agrada porque su expresión cambia y se pone serio.

— Ya es tarde, te lo llamare un taxi — se levanta del sofá y se pierde tras una de las puertas. No tengo idea de que pudo molestarle tanto, pero si quiere que me vaya lo haré, entro al baño, cambio su pantalón de chándal por mi short de mezclilla que ya no esta tan mojado, pero decido quedarme con su sudadero porque mi solera sigue húmeda y el clima está demasiado frió como para ponérmela así.

Escucho que tocan la puerta.

— El taxi ya está abajo — abro la puerta y Santiago está apoyado en la pared que está al frente — Puedes bajar sola ¿No?

No dice nada más, no se despide, solo da media vuelta.

Está bien, no tiene por qué acompañarme pero podría por lo menos despedirse o decir algo, explicarme que está pasando ¿Tendría que hacerlo?

Voy a la sala tomo mi mochila y abro la puerta para salir, no sé porque pero giro para ver si él está detrás de mí y si esta, me ve da un paso hacia adelante y justo comienza a sonar de nuevo su teléfono, contesta, entra a su habitación y cierra la puerta.










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¡Hoaaa!

Es lunes y capitulo nuevo! Es el capitulo de mañana, pero como no estoy segura de poder subirlo a tiempo y quería cumplir... Así que hoy tienen capitulo nuevo.

¿Que les parecio este capitulo? 

Espero que les guste y muchísimas gracias por leer, votar y darme su apoyo, son los mejores! Si les gustó, no se olviden votar y comentar 💜

Los quiero muchísimo! ❤☄

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¿Mi Problema? TúTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon