Capítulo XXIV

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— Mau se que estas ahí, te escuche llegar ¿Puedes abrirme?

Llevo como diez minutos esperando que me abra la puerta, no pude enojarse tanto solo porque no le creí cuando me dijo que se enamoró de Jazmín con solo verla.

— ¿Sabes que no puedes ignorarme para siempre? — golpeo de nuevo la puerta, son casi las ocho y Santiago pasara por mi a las ocho y media ¿Cuánto más puedo tardar en convencer a mi hermano para que me abra la puerta? — Vamos Mau, lo siento ya te lo dije mil veces ¿Qué más quieres?— y nada, solo hay silencio del otro lado de la puerta. — ¿Y si hacemos un muñeco?

Apoyo mi cabeza en la puerta y golpeo una y otra y otra vez, es increíble lo tozudo que puede ser.

— Perdón, de verdad lo siento, no debí dudar de lo que me dijiste, pero tienes que entender que escuchar eso de ti fue inesperado y extraño. Mau ábreme, hare lo que quieras pero solo...

— ¿Lo que quiera? — la puerta se abre de golpe y mi hermano aparece sonriendo.

Pese al pequeño problema que tuve que arreglar con Mauro, me da tiempo suficiente para bañarme y cambiarme, no tengo idea de adonde iré con Santiago, así que decido ponerme algo casual: unos vaqueros, botines de combate y mi blusa blanca con los hombros descubiertos. Recojo mi cabello en una cola alta, un poco de delineador y rímel y estoy lista cuando me llega un mensaje de Thiago avisándome que esta abajo esperándo.

Lo veo apoyado en su automóvil fumando, cuando me ve sonríe, le da una última calda a su cigarro y lo apaga. Me siento aliviada al ver que él también va vestido de manera informal; una camiseta negra simple y vaqueros desgastados.

— Hola... — lo saludo algo nerviosa

— Pinocho — responde con una sonrisa y abre la puerta — ¿Nos vamos?

Entro y segundos después hace lo mismo.

— Entonces ¿Dónde iremos hoy?

— Me gustaría decir algo así como "Donde los sueños se vuelven realidad"— prende el motor y me mira — Pero no, iremos a uno de mis lugares favoritos desde que era niño — sonríe de costado, sube el volumen a la música — Hace años que no voy y hacerlo contigo me pareció perfecto.

No puedo evitar sonreír bobamente, lo miro; su cabello alborotado, sus ojos miel y la forma en la que sigue el ritmo con las manos en el volante... Siento que cada vez me gusta más y más.

Para frente un semáforo y cambia de canción y sube un poco el volumen.

— ¿Lennon o McCartney?— pregunta mientras vuelve a conducir.

— Siento que si no respondo correctamente me dejaras botada a la mitad de la avenida — respondo y él asiente con la cabeza mientras sigue con la mirada en el camino.

— Y solo tienes una oportunidad, así que piensa bien antes de contestar.

— Paul siempre fue mi favorito — contesto. — Aunque Harrison no se queda muy atrás...

— Respuesta equivocada Libertad — va bajando la velocidad para estacionar el auto — Ni de cerca se compara con el gran John Lennon — apaga el motor, me mira y niega con la cabeza — Pero respeto tu opinión, me sorprendiste... — baja sin decir más y la puerta del acompañante se abre rápidamente, salgo y Santiago la cierra — No es verdad, no respeto tu opinión, tengo esperanza de que la cambiaras cuando te demuestre porque Lennon merece un altar.

Caminamos dos cuadras, sin saber exactamente adonde nos dirigimos, hasta que nos detenemos.

— ¿El Parque de la familia?— pregunto y el solo asiente mientras saca su billetera para pagar los boletos de entrada.

¿Mi Problema? TúWhere stories live. Discover now