Capítulo XLV

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— Es un árbol, todos son iguales... — digo cuando salimos de la cuarta o quinta tienda de navidad.

Thiago me toma de la mano y cruzamos la calle.

— No todos son iguales, los de esa tienda eran muy delgados...

— Y los de la anterior muy grandes y una antes no te gustaron los colores— lo miro de reojo — Y de la primera solo no te gusto el señor que nos atendió.

— Cuando vea el indicado sentiré una conexión y sabré que es ese — nos acercamos a otra tienda de artículos navideños.

— Una frase con tanto significado y es para un árbol de navidad...— bromeo y entramos a la tienda.

Veo que Santiago sonríe, pero no me responde.

Pasamos por estantes llenos de adornos de navidad, intento ver los adornos, pero Thiago tira de mi mano y me lleva directo a la parte final, donde están todos los árboles. Por suerte hay muchos modelos: diferentes tamaños y colores.

— Este está lindo — señalo un pino tradicional, verde y no muy grande, pero tampoco muy pequeño.

— No me gusta...

Suspiro ¿Cómo comprar un simple árbol de navidad puede ser tan complicado? Todos son pinos y más allá de los colores o tamaños todos son iguales...

Lo veo pasearse por el pasillo y por cómo busca el indicado es como si nunca hubiese tenido nunca uno, parece un niño emocionado... Se detiene frente a un pino grande, verde y con los extremos de las ramas salpicados de color blanco, dándole la apariencia de nieve.

— Este es...— elige por fin uno— ¿Te gusta? — pregunta mirándome.

Estoy segura de que en todas las tiendas que entramos vimos arboles muy parecidos a este; no, parecidos no, idénticos...

— Si, es lindo — respondo con una sonrisa que él me devuelve y comienza a hablar con el encargado para realizar la compra.

Me encanta el mes de diciembre, es cómo si todo cobrara más vida: las casas, las calles y las personas, todo tiene una energía diferente.

Mientras Santiago conduce yo me concentro en ver las luces de navidad que adornan toda la ciudad, desde grandes edificios hasta los pequeños arboles de las plazas, todo brilla y todas las personas que caminan por las calles brillan también. Y no puedo evitar que esa sensación de nostalgia me invada, pensar que hace un años todo era diferente y yo estaba preparando todo para la navidad con mi familia...

— ¿En qué piensas?

Paramos frente a un semáforo.

— En nada importante. — intento disimular.

— ¿En nada? Pinocho no te creo...

— Solo en las fiestas, las personas, la magia...

Sonríe de costado cuando escucha mi respuesta.

— ¿La magia? — enarca una ceja. — El espíritu de Tinkerbell se apodero de ti...— dice con ironía.

— Que puedo decirte, estas fechas sacan mi lado más cursi — respondo y sonrío — Aunque no lo parezca puedo ser bastante cursi, solo que es una faceta mía que solo sale a la luz en navidad.

Escucho que se ríe suavemente.

— Podrías demostrar ese lado cursi conmigo cuando quieras, no me molestaría.

— Eres un tonto...

— Romanticismo en su máxima expresión — se burla.

— ¿En serio? ¿Lo dices tú? Lo más romántico que me dices es Pinocho.

¿Mi Problema? TúWhere stories live. Discover now