—Has dicho que "es solo..." —le mira —. Quiero saber sólo qué.

Crowley se encoge de hombros porque no es nada, solo que le da vergüenza haber dicho todo eso estando ahí Anathema además.

—Vengaaaaa... dime —le toma de las manos.

—No, no... Déjalo.

—Es Anathema, ¿verdad? —le mira a los ojos, porque bien que le conoce y ella aprieta los ojos porque sí, en gran proporción sí.

Se le acerca y le da un besito rápido en los labios así que la demonio deja de apretarlos de golpe

—Igualmente, pese a Anathema... NECESITABA oír eso —le asegura muy en serio, con los labios casi sobre los suyos.

—No... no es para tanto —gira la cara un poquito sim poder evitarlo.

—Igualmente... si me quieres estrellar otra vez contra la pared no voy a quejarme —Le besa la mejilla y ella le mira de reojo haciéndole sonrojarse un poco y se muerde el labio—. Te ves súper sexy cuando lo haces

—Vaya con la mosquita muerta—se burla un poco.

—¿Tú crees que no me gusto en el convento o en el cine? —aprieta los ojos—. No te das cuenta de lo que consigues, Crowley.

Se humedece los labios porque le ha dicho a Asmodeo que pasaba de comprarse un látigo y quizás se ha equivocado.

Nah, no es para látigo. Pero... cuando te enfadas...

Lo que pasa es que cuesta que le enfades.

—Haces esa cara de... voy a estrangularte que... —se muerde el labio, culpablemente. Vamos, porque no creas que no se siente culpable de que le tientes.

—¿Qué...? —sonrisita.

—Q-Que... Ehm... B-Bueno... N-Nada angelical —gira la cara. Le abraza ahora ella sonriendo y él aprieta los ojos.

—Ugh... no tienes idea de lo que me tientas, Crowley.

Ella le empuja un poco contra la pared otra vez, para nada agresiva, Aziraphale le mira de reojo y es que ni siquiera tienes que ser agresiva. Ya se le acelera el corazón.

H-Heavens...

Sonríe más y le acaricia un poco la cara

—E-Esto qué haces... E-Es pecado.

—No, pecado es lo que tú haces. Yo hago mi trabajo —susurra, el ángel le mira de reojo.

—Esto no es trabajo para ti... digas lo que digas.

—Claro que sí, Lord Belcebú me lo ha encomendado.

—No lo haces por trabajo... El que sea trabajo es una placentera y hermosa coincidencia —insiste mirándole los labios porque lo que quiere es un beso, un buen beso contra la pared.

—Matices... —sonríe más sin ninguna prisa.

—¡No son matices! —protesta bastante vehementemente y ella se ríe—. ¿¡De que te ríes, idiota?! —chillonea un poco histérico.

—De tus protestas.

—¡Son fundadas!

Se ríe más porque mira como sigue protestando

—¡E igual no haces lo que debes! —sigue y sigue.

—Es bastante divertido que estés impaciente.

—¡No lo es! —es que le pones HIS TE RI CO.

—Para mí sí —sonríe de lado.

Le abraza de la cintura y le atrae hacia él. El ángel impaciente es el ángel IMPACIENTE y demandante.

Sin CityWhere stories live. Discover now